El mundo está cambiando muy rápidamente, acaso demasiado, con procesos disruptivos que la propia ciencia y las instituciones no logran acompañar.
Muchas perspectivas se reinventan, pero no dan lugar a alternativas que puedan reconducir a los que analizan y definen la política económica con la claridad necesaria, además de que los intereses particulares siempre están presentes. En este marco, resurge la conocida economía y política industrial, corriente que tuvo mucha relevancia atendiendo las fallas de los mercados a través de intervenciones que buscaban salvar las falencias y generar mejoras en el funcionamiento de los sistemas económicos. En un mundo digital, con dificultades de las más diversas, vienen cobrando protagonismo las perspectivas de las políticas industriales, que si bien pueden ser una alternativa, en los hechos no siempre se adoptan de la forma en que requiere un mundo que demanda mayor integración y acercamiento entre las partes.
Nos encontramos ante una nueva era de las políticas industriales, motivadas en la necesidad de atender las fallas de mercado y externalidades nuevas que surgen producto de la propia innovación, de la necesidad de atender el cambio climático y hasta de la realidad geopolítica compleja que nos toca vivir. De esta forma, pensar la promoción de sectores, diversas intervenciones, nuevas regulaciones y el rol de un Estado cada vez más activo y necesario en un mundo interconectado en todos los planos es cada vez más relevante. Pero en los hechos se viene haciendo con muchas dificultades, ya que quienes definen estas políticas toman alternativas que cuando se conjugan a nivel global, más que potenciar el desarrollo, terminan siendo como un ancla que no solo no deja avanzar, sino que provoca una marcha atrás.
En la búsqueda de mejorar la competitividad y salvaguardar sectores claves, como algunos insumos tecnológicos, las energías y combustibles y proteger sectores nacionales, se ha avanzado en intervenciones desmedidas y en lógicas que acaban siendo la causa del total desvanecimiento de la Organización Mundial de Comercio y del conjunto de normas comerciales internacionales.
Muchos hablan de la crisis del sistema multilateral. La realidad es que su fin sería como hacer del mundo tierra de nadie, lo que en muchas oportunidades vemos como una realidad presente. Para sobrevivir y constituirse en un aporte es necesario acompasar la realidad del multilateralismo con una nueva era de las políticas industriales, que entiendan los procesos de innovación y las externalidades que existen en las condiciones actuales de las economías.
El cambio climático, la digitalización y en especial esta nueva era de la inteligencia artificial son motivos más que suficientes y deberían ser un impulso importante detrás de una política industrial moderna. A su vez, es necesario ser conscientes de que han cambiado las causas y las motivaciones para la intervención en el mercado consideradas hasta ahora, porque entre otras cosas las externalidad y los efectos del cambio climático no son aislados, de un país o región, sino que implican una externalidad global.
La Cepal destaca que la política industrial es un componente esencial de cualquier política de desarrollo sostenible. Es necesaria para fomentar la inversión, la innovación y corregir fallas de mercado. Paro el mismo organismo también menciona que este tipo de política debe reducir la distancia o brecha tecnológica entre los países desarrollados y en desarrollo, orientar los procesos de innovación y difusión de tecnología, así como la diversificación productiva, en el sentido de promover el empleo y desacoplar el crecimiento de la emisión de gases contaminantes y del uso predatorio de los recursos naturales. Muchas de las propuestas actuales al respecto terminan teniendo como consecuencia la ampliación de estas brechas.
La relevancia de las políticas industriales y la necesidad de reactivar (hasta se podría decir reinventar) el sistema multilateral de comercio parecen indiscutibles, pero hoy se requiere de una adecuación y rediseño de estos modelos de políticas e instituciones y de un compromiso genuino con principios y definiciones claves a la hora de pensar el comercio, las inversiones, las cadenas de suministros, así como las alianzas necesarias para mejorar los niveles de desarrollo a nivel global. Los desafíos del mundo en términos de sostenibilidad, disminución de la pobreza y vulnerabilidades, así como mejora de los niveles de desarrollo, no implican medidas aisladas, son necesariamente instancias que se juegan a nivel del globo y que requieren de procesos de cooperación diferentes a los que nos encontrábamos habituados y que contribuyan verdaderamente al desarrollo.
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