Los objetivos contra los efectos del cambio climático venían a revolucionar la producción y los negocios tradicionales. Una de las más difundidas eran los mercados o créditos de carbono, sin embargo y luego de un tiempo de difusión y defensa de este instrumento han surgido denuncias sobre fraudes y falta de seriedad. ¿Estaremos ante el fin de los créditos de carbono? ¿Qué tanto afectará está situación sobre el combate a los efectos de cambio climático?
Los mercados de carbono
Los mercados de carbono son sistemas comerciales en los que se venden y compran créditos de carbono, en concreto las empresas o individuos pueden utilizarlos para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero mediante la compra de créditos de carbono de entidades que eliminan o reducen estas emisiones. Un crédito de carbono busca una compensación y es equivalente a una tonelada de dióxido de carbono, o la cantidad equivalente de un gas de efecto invernadero diferente, que ha sido reducido, secuestrado o evitado. Cuando un crédito se utiliza para reducir, secuestrar o evitar emisiones, se convierte en una compensación y ya no es negociable. Se han definido de dos tipos, aquellos de cumplimiento regulado y voluntario. En base a ese concepto se ha generado todo un mercado y empresas de gran porte han estado por detrás. Existía el convencimiento de que se iban a consolidar y liderar muchos otros mercados ya que existían motivaciones importantes en el plano económico y comercial para las empresas. En primer lugar, ingresar en el mercado de carbono obligaba a las empresas a tener una estrategia para avanzar al carbono neutro. En segundo lugar, del punto de vista del marketing era un aporte importante en la diferenciación de producto o servicio. Y, en tercer lugar, facilitaba el cumplimiento de normas y regulaciones ambientales, así como de barreras a la entrada en ámbitos donde se definen limitaciones ambientales para el acceso.
Estafa y nube de humo
Pero para sorpresa de todos, a poco tiempo de haberse instalado el sistema, en vez generar una carrera de empresas y corporaciones por mejorar y profundizar estos instrumentos, han surgido denuncias y publicaciones sobre fraude, estafa y falta de seriedad. Un artículo reciente en The National Review de Max Laraia y Richard Morrison detallan muchas de las principales denuncias y análisis recientes sobre esta terrible realidad, muchas que surgen desde referentes del propio sistema o por medios de prensa de prestigio y renombre como el propio The Guardian Post. Algunos ejemplos son la propia Greenpace. Otro es Barbara Haya, directora del Berkeley Carbon Trading Project, dijo que después de 20 años “el mercado de compensaciones está roto” a pesar de los esfuerzos en investigación y desarrollo. Se alerta que faltan datos y registros confiables.
El sistema se degradó a sí mismo
Al crecer y volverse una opción para las empresas y gobiernos, el sistema no supo salvaguardarse y hasta muchos afirman que se bastardeó llegando a extremos de muchos escándalos, denuncias de fraudes llegando a planteos de que se debería terminar con el mismo.
La realidad es que los créditos de carbono fueron tomados como una excelente opción de marketing y de generar un diferencial en los mercados, pero no como mecanismos genuinos de generar estrategias que atiendan a prácticas que contribuyan al carbono neutro. De alguna forma las herramientas, los controles y la gobernanza del sistema no funcionó y se transformó en un fraude que terminó por muchas empresas que presentaban procesos y resultados sin sustento real. De hecho, muchos de los que impulsaban y defendían el sistema fueron los primeros en presentar sus quejas y denuncias, en la búsqueda de defender los fundamentos y salvaguardarlo. Si muchos anuncian tener carbono neutro, se pierde el diferencial, pero si además no lo son, de un sistema que busca contribuir en términos ambientales se pasa a un gran fraude.
Terminar con los créditos de carbono o buscar su reinvención
Si bien podemos decir que el sistema ya está bastante desacreditado, la iniciativa fue un buen intento en la que existen muchos agentes involucrados. Lo razonable sería buscar mecanismos más estrictos, generar sistemas de control y avanzar sobre las fallas que dio lugar a que el propio sistema se degradara.
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