Tras un año de muchas malas noticias sobre la inflación y los factores de la oferta que la sustentan, estamos ahora empezando a recibir abundantes buenas noticias. Y aunque nadie sugeriría que la formulación de la política monetaria deba basarse en solo dos meses de datos, cabe señalar que las expectativas de inflación también se han moderado, ya que tanto el Índice de Sentimiento del Consumidor de la Universidad de Michigan como la Encuesta de Expectativas del Consumidor de la Reserva Federal de Nueva York se movieron a la baja en julio. Algunos analistas han sugerido que Estados Unidos necesita un largo periodo de desempleo más elevado para que la inflación vuelva a situarse en el nivel deseado por la Reserva Federal. Pero estos argumentos se basan en los modelos estándar de la curva de Phillips y el hecho es que la inflación se ha desmarcado de la curva de Phillips (que supone una relación inversa directa entre la inflación y el desempleo). Al fin y al cabo, el gran aumento de la inflación del año pasado no se debió a una gran caída repentina del desempleo, y la reciente desaceleración del crecimiento de los salarios y los precios no puede explicarse por un alto nivel de desempleo. Teniendo en cuenta los últimos datos, sería irresponsable que la Fed crease deliberadamente un desempleo mucho mayor. Con la inflación y las expectativas inflacionarias ya atenuadas, la Fed debería otorgar más peso al riesgo a la baja de un endurecimiento adicional: a saber, que podría empujar a una economía estadounidense ya maltrecha hacia la recesión. Esto debería ser motivo suficiente para que la Fed se tome un descanso este mes.
Joseph Stiglitz, en Project Syndicate
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