El doctor en economía Marcel Vaillant, especialista en comercio internacional, brindó una entrevista a La Mañana para conversar sobre la situación del Mercosur en general, el viraje político-económico de Argentina y cómo se posiciona Uruguay frente a este contexto. Además, enfatizó en la posibilidad que tiene nuestro país de seguir trabajando para abrirse a mercados más allá de la región.
Este año se presenta globalmente como desafiante en términos geopolíticos y económicos, ¿cómo ve al Mercosur en este contexto?
Creo que el Mercosur, en general, se presenta sin grandes novedades. No hemos tenido muchos cambios en la forma de funcionar hacia adentro ni tampoco en lo vinculado a acuerdos con terceros, que siempre es una expectativa posible. Sigue en agenda el tema de la Unión Europea, cada vez con un poco menos de brío porque se sigue prolongando y venciendo plazos. En las novedades aparece el cambio de gobierno en Argentina, pero entiendo que, tal como van las cosas en la agenda de ese país, la prioridad no son temas de política comercial, incluso la modalidad de ajuste que se está llevando adelante es bastante anticomercial. Esto, a pesar de que eliminaron las licencias a las importaciones en un contexto de una reversión-aumento de los impuestos a las importaciones, casi un veinte por ciento arriba del arancel externo común, aumento de las retenciones con un quince por ciento plano, y otros niveles para otros productos más altos como la soja. Argentina refuerza su dependencia fiscal de los instrumentos de política comercial. Creo que, en esos términos, estará reiterando su subordinación estratégica con Brasil, a pesar de lo que los relatos ideológicos puedan decir.
Por otra parte, a la economía global se la ve con una expectativa de mejora en términos de comercio respecto a 2023, que fue malo en ese sentido. Hay un conjunto de detenciones de seguridad mundial y de distintos conflictos, algunos de los cuales repercuten en las circulaciones marítimas intercontinentales. Entonces, desde el punto de vista del comercio global, se observa que habrá una recuperación, pero también todo está con ciertos niveles de incertidumbre.
El año 2023, para América Latina en general, en materia de comercio, fue bastante regular salvo para el caso de Brasil, que ha tenido un boom exportador, pero vinculado a importar bienes intensivos referidos a recursos naturales, ya sea de industrias extractivas o de alimentos. Aparentemente, se prevé algo parecido este año. Brasil se blindó del mundo de conflictos. En cierta medida esto muestra los distintos enfoques que hay dentro del Mercosur en referencia al vínculo con el afuera. En este contexto, parece que Brasil puede seguir postergando algo que, de todas maneras, estructuralmente tiene: es una economía muy cerrada con exportaciones muy contenidas. Por otra parte, los sectores más dinámicos del comercio siguen relativamente retrasados. Hoy el comercio internacional está muy traccionado por la exportación de servicios y Brasil tiene una balanza muy deficitaria en ese sentido. En la coyuntura no parece mal, en lo estructural creo que no está bien y, básicamente, la asignatura pendiente de la región sigue siendo la apertura comercial al mundo.
Los informes de exportaciones de Uruguay XXI de octubre y noviembre de 2023 evidenciaron que Brasil se ha convertido en nuestro mayor destino, por encima de China. ¿Cuáles considera que son las causas de este cambio?
En detalle no lo tengo claro porque no he visto las cifras. Lo que ha ocurrido en términos generales es que las corrientes exportadoras de Uruguay, en cierta medida, han sentido el peso del desalineamiento de precios relativos, lo que comúnmente se llama encarecimiento en dólares de la economía o atraso cambiario. Las empresas exportadoras lo empiezan a sentir en términos de pérdida de competitividad. Brasil y China son los mercados principales de Uruguay, lo han sido desde hace mucho tiempo, un año uno puede estar arriba del otro y las contingencias específicas que lo explican son de segundo orden. Creo que en el caso de China hubo algunos temas específicos vinculados a los rubros de proteína animal. Eso, en cierta medida, puede cifrar para arriba o para abajo.
Especulativamente, también está el hecho de que fue el año de la sequía, con bajos resultados productivos en la agricultura, en particular en la soja que tiene destino hacia China. Eso puede cambiar mucho porque para 2024 Uruguay viene explotado en materia agrícola, con rendimientos en los cultivos de invierno muy buenos. Lo que se espera es que la cosecha de la soja sea buena y eso puede cambiar la exportación del año. Son cosas puntuales, episódicas más que estructurales, que hacen que un mercado esté más arriba un año y abajo otro. Estructuralmente, China y Brasil, seguirán siendo los más importantes para Uruguay.
¿Cómo cree que afectará el viraje político-económico argentino a Uruguay a corto y mediano plazo?
En principio, creo que se abre una oportunidad. Tanto con Brasil y Argentina, Uruguay tiene dos niveles de relaciones bilaterales que, justamente, tiene que ver con nuestras relaciones de fronteras, con la conectividad y con un montón de aspectos regulatorios que hacen a los recursos naturales compartidos, como las corrientes fluviales. En ese sentido, con Brasil se ha avanzado, creo que es bastante importante lo que se está haciendo en la hidrovía que conecta la laguna De los Patos con la laguna Merín, los puentes, el aeropuerto binacional en Rivera, son aspectos muy positivos. Una agenda parecida se tiene con Argentina, los temas del dragado a catorce metros, y toda la relación en el Río de la Plata y el río Uruguay, que espero que, por los tonos de relación que ha habido con estos gobiernos y afinidades parciales en algunos aspectos, la sintonía será mejor. Por lo tanto, Uruguay puede aspirar a reforzar una agenda bilateral provechosa con la Argentina.
Otro plano distinto, que no necesariamente está a alineado con este, es lo que refiere al Mercosur, porque es mucho más pastoso y menos dinámico en los cambios y se generan interacciones extrañas. La prueba del 9 de Argentina en materia de política comercial general y de la relación con Uruguay tiene que ver con dejar de ser “el policía malo”, que está permanentemente trancando todas las iniciativas de Uruguay, como pasó en el gobierno de Alberto Fernández. Brasil también, aunque de forma menos pública. El tema es que Argentina esté en un lugar más proactivo y afín a darles mayores grados de libertad a Uruguay en sus aspiraciones de acuerdos comerciales con terceros.
Uruguay sigue con la ruta abierta para el acuerdo con China por un buen resultado de la última visita que hizo el presidente a ese país y, al mismo tiempo, está en el camino del ingreso al Transpacífico. En ambos casos se necesita que el veto que puso Brasil se levante. Es un veto político de relaciones internacionales que no tiene ningún racional respecto al funcionamiento del Mercosur: que el Mercosur es una unión aduanera es un cuento, un mal cuento. No lo es ni lo será, sin embargo, nos siguen enredando en ese relato, espero que Argentina también fragilice esta posición, a pesar de que, en materia comercial, como dije, veo que reitera su subordinación estratégica hacia Brasil.
¿Qué estrategias debería implementar nuestro país para seguir abriendo mercados y crecer en un mundo en el que el orden global desarrollado tras Bretton Woods parece resquebrajarse?
El mundo de hoy es de gran incertidumbre en política comercial y acceso porque a los clásicos problemas se les ha sumado los geopolíticos de conflictos. Por suerte América del Sur está ajena a esa conflictividad global. Luego están los temas vinculados a cómo se ven afectadas las reglas de comercio, crecientemente utilizadas por las políticas asociadas al cambio climático. La manera de saltar esas incertidumbres, sobre todo para las economías más pequeñas es tener acuerdos comerciales que, de alguna manera, deben dar certidumbre a las corrientes de comercio. Ahora a Uruguay se le abren dos grandes oportunidades estratégicamente importantísimas hacia los mercados asiáticos, que son los que compran lo que vendemos, tanto China como el Acuerdo Transpacífico.
Uruguay tiene que insistir en lo que ya viene haciendo y tratar de afinar su diplomacia económica para lograr hacer verosímil el camino que ya está trazado. Entonces, diría que más de lo mismo y mejor, que no implica una oposición a la integración regional, es la revés, el Mercosur no funciona, justamente, porque está muy cerrado respecto al resto del mundo. Los acuerdos con terceros mejorarían aspectos intrarregionales. Uno de los grandes impactos del acuerdo con la UE es que nos cambiaría, en diversas direcciones, el acuerdo entre nosotros también.
¿Considera que la extensión del conflicto de Oriente Medio al Mar Rojo puede generar un escenario de inflación global como el sucedido tras el inicio de las hostilidades en Europa del Este?
No lo sé. Entiendo que es un conflicto puntual y que, de algún modo, si uno observa las causas y los poderes que están involucrados, debería ser controlado con medidas de seguridad puntuales en el lugar. Es lo que uno esperaría. El conflicto de Oriente Medio es muy complejo, ha escalado hasta afectar las corrientes del comercio mundial, pero afecta a quienes participan del conflicto, por lo tanto, creo que los intereses heterogéneos y diversos que se ven afectados de forma negativa desarticulan el tema puntual de la circulación en el Mar Rojo y el Canal de Suez. Me puedo equivocar.
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