El plan para reducir drásticamente la utilización de combustibles fósiles fue adoptado en la Conferencia de París de 2015. La reacción instintiva en todo el mundo fue volver a las “renovables” –las fuentes de energía suministradas de forma intermitente por la energía solar–. Desgraciadamente, esta energía, atenuada por la enorme distancia que debe recorrer para llegar a la Tierra, es extremadamente débil. Por eso, hasta la Revolución Industrial, la energía solar no fue capaz de proporcionar la energía necesaria para mantener a una pequeña población mundial con un nivel de vida aceptable. Hoy en día, la tecnología moderna se despliega para cosechar estas débiles fuentes de energía. Se construyen inmensas “granjas” que monopolizan el entorno natural, en detrimento de otras criaturas, sin tener en cuenta los daños que causan. Proliferan las centrales hidroeléctricas, enormes molinos y kilómetros cuadrados de paneles solares, a pesar de ser poco fiables, ineficaces e incluso innecesarios. En particular, la generación de energía eólica es decepcionante. El entusiasmo político y la exageración de los inversores no encuentran sustento en los datos, ni siquiera en la generación offshore que puede desplegarse fuera de la vista de los ciudadanos. Pero, ¿qué es lo que realmente dicen estos datos?
Como la energía generada depende de la tercera potencia de la velocidad del viento, si la velocidad de ésta baja a la mitad, la energía producida se divide por un factor de ocho. Y lo que es peor, si la velocidad del viento se duplica, la potencia suministrada se multiplica por ocho, pero en ese caso la turbina debe apagarse para su propia protección. Por consiguiente, el efecto del aumento en las fluctuaciones es dramático para la generación. Con la escasez general de energía, la guerra en Europa, los altos precios y la probabilidad de fallas en el suministro eléctrico, deberían ponerse en tela de juicio muchas presunciones científicas populares en las que se basan las políticas energéticas. La energía eólica falla en todos los aspectos.
Wade Allison, en “Lo inadecuado de la energía eólica”, GWPF, Nota 40, 2023. Allison es catedrático emérito de Física de la Universidad de Oxford y miembro del Keble College. Además de enseñar matemáticas y física en Oxford e investigar en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), se dedica a la física de la medicina y a los efectos biológicos de la radiación, temas sobre los que ha publicado tres libros: Fundamental Physics for Probing and Imaging (OUP, 2006), Radiation and Reason (2009) y Nuclear is for Life (2015).
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