No existe economía en el mundo que se haya salvado de los efectos del covid-19. Para hacerle frente, los diferentes gobiernos concentraron sus esfuerzos en los frentes sanitarios y económicos. Esto último no solo requirió tomar medidas que contribuyeran a contener la caída en la actividad, sino que también motivó a los gobiernos a tomar decisiones de tipo estratégico, generando alternativas viables para la recuperación. En este contexto, el caso francés se considera una referencia ineludible en atención a la calidad de las propuestas generadas por el Grupo de Expertos y la contundencia con la que actuó el gobierno, que colocó el empleo en el centro de la cuestión.
El “Plan de Relance” y el apoyo a la cohesión social y territorial
En 2020 Francia experimentó una de las contracciones económicas más agudas de la zona euro. Según las últimas estimaciones del FMI, el PIB disminuyó en 2020 un 8%, comparado con el promedio europeo de 6,5% y el mundial de 3,2%. Sin embargo, Francia prevé ya un crecimiento de 5,8% para 2021 y de 4,2% para 2022, superando el promedio europeo. La estrategia francesa de combate a la crisis económica quedó reflejada en cuatro paquetes de medidas aprobadas entre marzo y noviembre del año pasado, y que tuvieron como foco prestar asistencia a hogares y empresas con el fin de preservar los empleos. Esto incluyó un incremento presupuestal por 180 mil millones de euros (8% del PIB), además de 327 mil millones de euros (5% del PIB) en diferentes mecanismos de garantías públicas, principalmente para el otorgamiento de créditos bancarios. A esto se agregaron en 2021 nuevos recursos para financiar nuevos programas de emergencia en el contexto del “Plan de Relance” anunciado en septiembre del año pasado.
Este plan prevé estímulos adicionales por 100 mil millones de euros durante dos años, y se centra en la transformación ecológica de la economía, el aumento de la competitividad de las empresas y el apoyo a la cohesión social y territorial.
Los programas incluyen una racionalización y mejoras en los sistemas de seguros médicos, apoyos a la liquidez de los agentes económicos con extensiones en los plazos, complementos salariales a trabajadores en régimen de jornada reducida, apoyos financieros directos a las microempresas afectadas, profesionales liberales y trabajadores independientes, así como para hogares de bajos ingresos, el aplazamiento en el pago de rentas y servicios públicos para las microempresas y pymes afectadas, partidas adicionales para inversiones de capital o nacionalizaciones de empresas en crisis, y varias medidas adicionales de apoyo.
Plan histórico centrado en el empleo
En setiembre pasado, en pleno rebrote del Covid-19, las más altas autoridades francesas anunciaban su histórico plan de reactivación, centrado en preservar los niveles de empleo y evitar los despidos masivos que se preveían. En ese sentido resultó decisiva la capacidad de anunciar y ejecutar apoyos concretos y tangibles que lograron anclar las expectativas de los agentes y permitieron a la población sobrellevar el peor momento. Las medidas implicaron un esfuerzo fiscal cuatro veces mayor que el implementado para hacer frente a la Crisis Financiera Global de 2008. El paquete de medidas no solo fue el de mayor envergadura en la historia de Francia, sino uno de los más ambiciosos de la Unión Europea. El objetivo concreto del programa, centrado en el empleo, es que la economía francesa retorne en 2022 a los niveles de actividad previos a la crisis, procurando al máximo frenar los despidos.
La importancia de los aspectos sociales y comunicacionales del programa
Resulta relevante destacar algunas características del programa francés que trascienden los meramente cuantitativo o “técnico”. En primer lugar, logra imponer una visión integral y coordinada de la política fiscal, evitando la formación de “chacras” y la competencia por ayudas estatales dentro del sistema político. Segundo, se instalan instituciones específicas que puedan aportar al análisis y a la formulación de políticas desde una lógica objetiva y de políticas de Estado, ofreciendo garantías a la ciudadanía en un contexto político caracterizado por movilizaciones sociales y protestas que presionaban el gobierno francés. Tercero, hay un foco declarado en el empleo, imponiendo medidas que, si bien podrían ser discutibles, atienden a la realidad sanitaria del país. En cuarto lugar, logra colocar al empleo en el centro de las políticas de corte industrial promovidas por Francia. Finalmente, se reconoce que nada de lo anterior se puede materializar cabalmente su no existe un trabajo disciplinado de comunicación y análisis que permita a la ciudadanía comprender hacia dónde la dirigen las autoridades.
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