Diose la casualidad que el mismo día que publicábamos en este semanario un artículo acerca de la propuesta emisión de USD 650 mil millones en Derechos Especiales de Giro (DEG) por parte del FMI, un renombrado diario neoyorquino editorializó acerca del mismo tema. El Wall Street Journal es referencia de seriedad ineludible para el mundo de los negocios, reflejando en general una línea conservadora en lo político.
Dicha editorial ofreció reparos a la iniciativa del FMI, tanto de forma como de sustancia. Dado que la iniciativa ya cuenta con el apoyo del G–7 (que incluye a los EE.UU.), las críticas están dirigidas a la flamante administración demócrata en las personas de Biden y su Secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
En cuanto a las formas, el periódico objeta el hecho de que la decisión se tome por vía administrativa, alegando que representa un nuevo ejemplo de la tendencia del actual ejecutivo a eludir los controles que la constitución otorga al poder legislativo. En lo sustancial, se señala que para muchos de los países beneficiarios de la medida – incluyendo los de ingreso medio – no se justifica este apoyo, a la vez que varios de ellos están en la lista negra de los EE.UU.
Más allá de que la politización de los organismos internacionales a la larga termina por quitarles relevancia, ambos puntos merecen comentario. La ley establece que la asignación de DEG a los EE.UU. por quinquenio requiere aprobación legislativa si supera el monto de su cuota (17,5%). La cifra de USD650 mil millones se propuso con ese techo en mente para el quinquenio 2017-21. Se especula que pueda haber otra asignación en el próximo quinquenio, pero ello dependerá de la evolución de la economía global y no debería influir en la decisión actual.
La editorial sostiene que, si bien 10% de los fondos irán a países pobres que no tiene acceso a los mercados financieros, no se justifica el 30% que se destinará a los países de ingreso medio ya que representa un subsidio a su endeudamiento. En otras circunstancias sería reconfortante recibir de tan autorizada fuente un vaticinio tan sanguíneo de la disposición de los mercados a continuar prestando a estos países. Pero en las actuales quizás sea preferible – en especial para las calificadoras de riesgo – poder exhibir los DEG entre las reservas.
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