Nuestra misión en la Reserva Federal de Nueva York es hacer que la economía sea más fuerte y el sistema financiero más estable en beneficio de todos. Pero no podemos tener una economía sana sin una fuerza de trabajo sana. Por ello, la salud –junto con el equilibrio financiero de los hogares y el cambio climático– es un punto central para nuestro equipo de Desarrollo Comunitario. La inseguridad alimentaria es desde hace tiempo un problema sistémico. Aquí, en el Segundo Distrito de la Reserva Federal, muchos hogares, tanto en nuestras comunidades urbanas como rurales, son vulnerables económicamente. Y desde el inicio de la pandemia, el acceso a alimentos nutritivos y de calidad se ha visto muy obstaculizado. Después de que muchos negocios se vieran obligados a cerrar en la primavera de 2020, los bancos de alimentos se vieron rápidamente desbordados. Además de un abrupto aumento de las necesidades, también se planteó el desafío de la distribución. En la actualidad, nos enfrentamos a otro reto: el aumento en los precios de los alimentos. Los costos de transporte y de mano de obra –junto con las interrupciones de la cadena de suministro– están haciendo subir el precio de muchos productos básicos, como la carne, las aves de corral, los huevos, la manteca de maní y los productos agrícolas. Los alimentos no solo son mucho más caros para las familias, sino también para los bancos de alimentos, que, al mismo tiempo, registran menos donaciones. El resultado de todo esto es que la inseguridad alimentaria está cada vez más extendida y es más difícil de resolver. El efecto dominó se extiende a toda la economía, ya que la inseguridad alimentaria impulsa la desigualdad económica, que a su vez es una barrera para el desarrollo de una mano de obra sana. Y una mano de obra sana es lo que necesitamos para mantener nuestra economía fuerte.
John C. Williams, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, en conferencia sobre el combate a la inseguridad alimentaria, 30 de noviembre
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