Rosas es catedrático de Econometría y Estadística y profesor investigador de la Universidad ORT Uruguay, y también se desempeña como investigador y socio del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve). En una extensa charla con La Mañana, se refirió a los desafíos que presenta el sistema financiero agropecuario y opinó que hay espacio para la generación de nuevos mecanismos de financiamiento. En ese sentido, explicó qué se puede hacer desde el Estado para mejorar en esta materia.
Usted escribió recientemente junto a Fernando Lorenzo y Eduardo Fernández Arias un trabajo sobre el financiamiento al sector agropecuario uruguayo. ¿Cómo se adecúa el sistema actual a las necesidades de los productores nacionales?
El estudio realiza un diagnóstico del mercado financiero agropecuario de Uruguay con el objetivo de proveer insumos que contribuyan a mejorar las políticas e instituciones responsables de apuntalar un desarrollo eficiente.
Una forma de ver las necesidades de los productores en materia financiera es pensar en dos de los principales aspectos que las empresas (de cualquier tipo) necesitan resolver para que el financiamiento contribuya a atender sus desafíos de producción de bienes y servicios. Uno es el financiamiento de largo plazo para la transformación productiva y otro es el financiamiento de capital de trabajo para el funcionamiento de la empresa. La realidad actual en nuestro país es diferente en cada una de estas dimensiones.
Es bien sabido que, idealmente, los instrumentos de financiamiento deberían adaptarse a los plazos de gestación y maduración de los proyectos productivos del sector agropecuario. Teniendo en cuenta estas dimensiones, se puede concluir que la malla actual de productos financieros para atender las inversiones de largo plazo es poco densa y que el mercado local muestra un desarrollo aún incipiente.
¿Qué puede decir del financiamiento de corto plazo?
El financiamiento de corto plazo debe proveer capital de trabajo necesario para el ciclo productivo habitual. Estas necesidades, que son específicas por rubro, requieren instrumentos financieros con características idóneas para lograr eficientemente sus objetivos (a un costo adecuado y accesible técnicamente). En Uruguay, la malla de productos financieros que se han desarrollado y que están disponibles es razonablemente densa. El trabajo realizado reafirma esta conclusión, aunque existe espacio para la generación de nuevos mecanismos de financiamiento.
¿Cuáles son las principales fallas de mercado que identifican, y cuáles deberían ser las políticas públicas para corregirlas?
Más que fallas de mercado, hablaría de desafíos para el correcto desarrollo del sistema financiero agropecuario, que tienen que ver con atender las dimensiones mencionadas de financiamiento de largo plazo y de capital de trabajo.
Respecto al financiamiento de largo plazo, se debe tener en cuenta que el crédito tradicional al sector se caracteriza por tener plazos de maduración cortos. Esto se hace más problemático si se considera que los plazos de financiamiento requeridos deben acompañar los plazos de los procesos productivos de las actividades agropecuarias. Parte de la explicación de este sesgo hacia el corto plazo del crédito bancario tradicional puede estar en un insuficiente fondeo de largo plazo de la banca comercial, que contribuya a mitigar el descalce de plazos y ampliar la oferta de financiamiento más larga.
¿Han surgido nuevas formas de financiamiento?
El fideicomiso financiero ha sido un vehículo que ha contribuido al desarrollo de nuevas formas de financiamiento, captando importantes recursos que se han aplicado a proyectos de largo plazo en forestación, ganadería y cultivos extensivos. Sin embargo, las estructuraciones con fideicomisos tienen limitantes importantes, por ser lentas y por requerir la intervención de profesionales especializados con conocimientos en la materia. Por estos motivos, su aplicación suele quedar restringida a proyectos que implican montos significativos, dejando afuera una amplia gama de inversiones de largo plazo de menores dimensiones.
¿Qué habría que hacer desde el punto de vista de la regulación bancocentralista?
De una forma más general, se deberían implementar políticas públicas que promuevan el surgimiento de instrumentos de financiamiento de largo plazo.
Por ejemplo, antes establecía el problema del perfil de plazos (cortos) de los créditos tradicionales. Es precisamente en este contexto que adquiere importancia la estructuración como un instrumento que puede contribuir a la generación de vehículos más adecuados para financiamiento de largo plazo. Por ejemplo, se deben aprovechar más adecuadamente las ventajas que provee el actual valor de la tierra, que otorga un alto nivel de capitalización a las empresas agropecuarias, aun a las de menor tamaño, pudiendo utilizarse como colateral eficiente para las estructuraciones.
Las innovaciones financieras son costosas y pueden no ser rentables en operaciones puntuales.
¿Por ejemplo?
Un ejemplo de ello pueden ser las estructuraciones financieras de los proyectos de Participación Público-Privada (PPP), que han presentado sus desafíos incluso en proyectos de gran porte. O los fideicomisos financieros, que en el sector agropecuario se han concentrado en proyectos relativamente grandes, no constituyendo una alternativa para proyectos de menor porte. Desde el Estado se puede apoyar la generación de innovaciones financieras estandarizadas que sean fácilmente replicables, y estimulen su adopción generalizada por parte de los productores de cualquier tamaño.
Un elemento que se puede mencionar, y que sí está vinculado directamente a la normativa bancocentralista, es el que tiene que ver con los límites establecidos a los inversores institucionales (las AFAP principalmente) para participar en inversiones en activos nacionales de renta variable. Relajar estos límites, aunque sea marginalmente, tendría un impacto significativo en la disponibilidad de recursos para inversiones de largo plazo, caminando en la dirección correcta, dado el problema identificado.
En otro orden, en Uruguay la emisión de valores de oferta pública (como acciones y obligaciones negociables) en las bolsas de valores es limitada y ha estado restringida a un número muy reducido de casos, generalmente, involucrando empresas de gran porte, por lo que no han logrado satisfacer la demanda de financiamiento de largo plazo en el sector.
Los regímenes simplificados de emisión de valores se han venido impulsando recientemente con el objetivo de promover el acercamiento al mercado de valores de pequeñas y medianas empresas, proveyéndolas de financiamiento por esta vía. En una línea similar, se ha propuesto la creación de los Fondos de Inversión Cerrados para ser utilizados por empresas de cualquier tamaño y sector de actividad, incluyendo el agropecuario. Estos fondos emiten cuotapartes de participación en las bolsas de valores, que se destinan a comprar obligaciones negociables de oferta privada de un conjunto de pymes previamente identificadas. En el trabajo recorremos las claves principales de estas propuestas.
¿Y qué desafíos presenta el financiamiento de más corto plazo?
Además de los productos financieros de crédito tradicional que es donde se concentra la mayor oferta, se pueden destacar los llamados préstamos de cadena de valor. En estos participan tres partes: el vendedor de un producto o servicio, el comprador y las instituciones financieras. Por ejemplo, en la producción agrícola, tanto intensiva como extensiva, se constituyen préstamos de cadena de valor con las empresas proveedoras de insumos y con las empresas fabricantes o proveedoras de maquinaria e implementos agrícolas. También, en el sector lechero y arrocero, productores de la fase primaria se financian con la industria.
Los productos de crédito tradicional disponible no siempre cumplen con los requerimientos de las empresas del sector (por el plazo, la necesidad de períodos de gracia, el ciclo de pago de amortizaciones, la tasa de interés) independientemente de si se trata de micro, pequeñas o medianas empresas. La proliferación de préstamos de cadena de valor en cultivos intensivos, extensivos y en lechería, ha surgido a la medida de cada rubro y se ha ajustado a las particularidades de la demanda de cada cadena. Si bien es una demostración de la capacidad adaptativa de los mecanismos de financiamiento sectorial, también ilustra la incapacidad del crédito tradicional de satisfacerlo completamente.
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