El Senado de Brasil estudia un proyecto de ley presentado por el senador Alvaro Dias (Paraná – PR) que establece un máximo de 20% anual a las tasas de interés sobre saldos de tarjeta de crédito y sobregiros, aplicable a todas las deudas contraídas entre marzo de 2020 y julio de 2021. Durante este período, los bancos y las instituciones financieras no podrán reducir el límite de crédito de sus clientes. Según el texto, el Banco Central de Brasil será responsable por la reglamentación y fiscalización de la norma. La votación del proyecto estaba prevista para el jueves 14 de mayo, pero fue aplazada debido a las “fuertes presiones” de la Federación Brasileña de Bancos, según publicó el senador Dias en su cuenta de twitter.
“Con la tasa Selic tan baja, no es razonable que los bancos cobren tasas superiores a 600% al año. Una tasa de 20% es absolutamente satisfactoria para remunerar a las instituciones de crédito en esta época de crisis. Si no se toma esta medida, este endeudamiento va a drenar enormemente los menguados ingresos de las familias brasileñas y dificultará aún más la recuperación económica. Estas altas tasas de interés provocan un círculo vicioso de aumento en la morosidad y subas en las tasas de interés”
Senador Alvaro Dias (Brasil), en los fundamentos del proyecto de ley presentado la semana pasada
Los países en desarrollo están al borde de su peor crisis de deuda desde 1982
La crisis que afecta actualmente al mundo emergente y en desarrollo no tiene precedentes. Más de 100.000 millones de dólares de capital financiero han salido de estos países, el triple que en los dos primeros meses de la crisis financiera mundial de 2008. Esto ocurre en el contexto de un sistema financiero global aún muy dependiente del dólar, a pesar de que muchos países emergentes presumieron sobre su supuesta “desdolarización”… La crisis actual se está tratando como temporal – al igual que el Plan Baker de 1985- con una moratoria en el pago de los intereses y una promesa de créditos hasta el final del año. Pero la realidad es diferente. El débil crecimiento mundial y la depresión de los precios de los productos básicos primarios persistirán. Las cadenas de suministro se reorganizarán y se acortarán, lo que augura nuevas alteraciones del comercio. Los ingresos procedentes del turismo y las remesas no aumentarán en el corto plazo. Y a menos que se resuelva el problema de la deuda, no se reanudarán los flujos de capital. Ahora -y no dentro de siete años como ocurrió con la crisis de 1982- es el momento de un nuevo Plan Brady, que permita una reducción en deudas que se han vuelto insostenibles, sin que la situación sea culpa de los deudores. Esto puede hacerse sin desestabilizar a los bancos, ya que la mayoría de los bonos de países emergentes no se encuentran en los balances del sistema bancario.
Barry Eichengreen, profesor de la Universidad de Berkeley, en Project Syndicate
La pandemia podría provocar una crisis alimentaria global
Si bien las cuarentenas han provocado un colapso en la demanda de bienes duraderos y servicios no esenciales, en el caso de los alimentos ocurre lo contrario. En las ciudades de todo el mundo se observó una tendencia a la acumulación motivada por el temor a la falta de comida. En algunos casos, esta acumulación se da a nivel de países enteros, como el caso de India y Vietnam que impusieron restricciones a las exportaciones de arroz. Del lado de la oferta, las reservas mundiales de cereales son adecuadas, pero podrían agotarse rápidamente si a causa de la pandemia se interrumpe la producción y distribución de alimentos. A su vez, la escasez de ración para animales, fertilizantes y pesticidas ha aumentado tanto los costos de los cultivos como el riesgo de malas cosechas. Adicionalmente, las restricciones al movimiento de personas reducen la oferta de trabajo en países dependientes de trabajadores zafrales que vienen de otros países o regiones. Esta situación podría provocar una disparada en los precios mundiales de los alimentos, lo que afectaría de sobremanera a los países menos desarrollados, los que representan un 60% de la población mundial.
Carmen Reinhart y Rob Subbaram, en Project Syndicate