La alta inflación, el atraso cambiario y la falta de competitividad son algunos de los desafíos que enfrenta el sector industrial en la actualidad, aseguró el flamante titular de la CIU entrevistado por La Mañana. Dijo también que los productos importados tienen determinadas ventajas con las que no cuentan los fabricados en Uruguay, y destacó la necesidad de que el país siga intentando acceder a nuevos mercados.
Le toca asumir en un momento de enlentecimiento de la economía, donde la industria nacional atraviesa por problemas de competitividad. ¿Cuáles son los principales desafíos que cree que deberá sortear al frente de la CIU?
Esa es la realidad que estamos teniendo hoy en el país, que de alguna manera viene por arrastre de situaciones económicas a nivel mundial. Tenemos desafíos: inflación, tipo de cambio, pérdida de competitividad, control del gasto, que aparecen como los grandes reclamos del sector empresarial. Tenemos atraso cambiario, por un lado, y por otro lado están los costos del Estado que hacen que seamos un país caro. Me refiero a los costos portuarios, laborales, energéticos.
¿Cómo está afectando a la industria la situación cambiaria?
La situación cambiaria en algunos sectores como en los de importación de productos ayuda, pero los sectores productivos con fines exportadores están recibiendo entre 12 y 15% menos pesos por cada dólar. Aquellas empresas que estén cotizando sus commodities, entre otros productos para la exportación, a partir de marzo posiblemente van a ver que esos contratos no pudieron ser renovados porque se encontraron en un problema de competitividad serio.
El presidente de la Unión de Exportadores, Facundo Márquez, dijo a La Mañana que el Banco Central debería cambiar su política dado que la que ha llevado adelante ha sido perjudicial para el sector exportador. ¿Comparte la visión?
Se comparte en el macro, pero la realidad no creo que sea producto solamente de una política bancocentralista, hay que ver cuáles son las distintas situaciones. Han crecido enormemente las exportaciones del Uruguay los últimos dos años y esto viene de la mano de un ingreso de divisas muy importante. Los contratos que se realizan no son siempre en forma inmediata, sino que de repente llevan entre seis y 10 meses para poder dar cumplimiento, y eso significa que los valores que tenían los commodities el año pasado, los dineros que siguen entrando en dólares que se transforman en pesos, afectan la realidad del tipo de cambio. Por otro lado, la cantidad de dinero que ingresa por la obra pública y la obra de UPM es otro motivo por el cual hay mucho ingreso de divisas que, en el nivel enorme de pago de salarios que tienen estas inversiones, también afectan al tipo de cambio. Es decir, tenemos algunos problemas posiblemente por política monetaria, pero hay que ser justo y ver que hay muy buen nivel de ingresos de divisas del exterior que al transformarlas en pesos hay mucha oferta de dólares, eso hay que tenerlo en cuenta.
Nombraba el costo del Estado. ¿Cuáles son las posibles soluciones o los planteamientos al gobierno al respecto?
El gobierno tiene que profundizar en el ahorro del gasto público y en el análisis de los sobrecostos que tenemos de tasas que se cobran a nivel portuario tanto de importación como de exportación, como la tasa consular a las materias primas, que no tiene sentido. A su vez, los consumidores industriales de energía deberían tener un nivel de precio de la energía muy similar al precio al que Uruguay la exporta a Argentina, por ejemplo, y poder darle, aunque sea por un tiempo, un respaldo a la industria nacional. Hoy tenemos los precios más caros de la región, estamos al doble en el combustible que Brasil y la diferencia con Argentina también es un disparate.
Algunos sectores como el arrocero han evidenciado que nuestro país ofrece más beneficios a los importadores que a la producción nacional. ¿Eso es algo que se observa en forma más generalizada en otros sectores?
Eso no está lejos de la realidad. Para empezar, el propio tipo de cambio ya les determina a los importadores, en general, tener un precio final en pesos que no siempre es igual al precio productivo uruguayo, porque, insisto, si los costos productivos de Argentina y Brasil son menores en combustible, mano de obra, entonces producir en Uruguay no nos genera un buen nivel de competitividad. Yo estoy de acuerdo con lo que dicen los arroceros. Hay otras normas, como controles bromatológicos o de ingreso al país por la vía de rotulados y demás, que les dan una mayor ventaja a los productos importados que a los fabricados en Uruguay. Inclusive, desde junio, por un nuevo decreto, las inspecciones de los alimentos importados son aleatorias.
¿Habría que tomar medidas para proteger la economía nacional?
La economía nacional no es otra cosa más que la generación de empleo nacional. Si nosotros no lo protegemos, evidentemente exportaremos talentos y dejaremos de producir mucho de lo que hacemos acá.
Acerca de la concentración y el creciente poder que han tenido algunas grandes superficies, ¿se considera una amenaza para la industria nacional, en particular, en lo que respecta al sector alimenticio?
Las grandes superficies tienen como objetivo crecer para poder distribuir sus costos entre mayor cantidad de ventas. Además, deben tener los objetivos determinados de rentabilidad que les marcan los accionistas, como en cualquier empresa, y se puede generar un riesgo si esto es sin control y con abuso de posición dominante en el momento de la compra y el pago. De lo contrario, si hay acuerdo, buena sensatez, no debería sonar como algo genérico que fuera un riesgo. Si del lado del abastecimiento, o sea, de la industria, y del lado de las grandes superficies, hay acuerdos comerciales que permitan a las dos partes tener un equilibrio de trabajo entre la renta de uno y la condición del otro, es viable. La CIU está esperando el retorno de las actividades a full para poder solicitar una entrevista con la Asociación de Supermercados del Uruguay, entre otros.
¿Qué visión tiene la CIU sobre la eventual entrada de Uruguay al Transpacífico?
El ingreso al Transpacífico, que no va a ser algo que vayamos a ver nosotros –porque son procesos que demoran mucho tiempo–, así como todos los acuerdos donde el Uruguay pueda vender su producción con el menor costo de ingreso a esos mercados, es un objetivo de toda la industria y la cámara lo apoya. Como es un país chico, todo debe tener el análisis adecuado sobre quiénes son los beneficiados y quiénes los perjudicados, para poder apoyar a estos últimos y buscarles alternativas, pero en general estamos de acuerdo en que hay que seguir intentando abrir mercados.
¿Cuáles son las expectativas para este año que comienza?
Esperemos que el 2023 no sea un año muy politizado en materia laboral y que el tipo de cambio comience a acomodarse a niveles de rentabilidad para las empresas. Sin rentabilidad o con una muy baja, automáticamente dejan de invertir en maquinaria y tecnología, lo que se requiere para estar aggiornado. Esperemos que eso, más los acuerdos que se puedan lograr de buena relación y entendimiento con Argentina, Brasil y Paraguay, sean algo positivo para el 2023.
¿A qué se refiere con que no sea un año politizado en materia laboral?
Me refiero a que han comenzado conflictos y demandas por parte de los trabajadores, acuerdos excesivos que el país no puede pagar, y esperemos no ver ese tipo de situaciones.
¿Cuáles serán sus principales ejes de gestión?
Las compras de mercado interno de producción nacional van a ser un eje muy importante. Muchas veces el Estado termina comprando productos importados, que en principio son más baratos, pero que terminamos pagando todos los uruguayos con personas en seguro de paro. Entendemos que las compras públicas deberían ser prioritariamente de producción nacional si es que ese producto se fabrica en Uruguay. Después, el intento de colocación de productos en todo tipo de actividad de comercio exterior. Además, las relaciones laborales son muy conflictivas; si podemos mantener los convenios laborales en una relación de paz y tranquilidad laboral, sería un logro muy importante.
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