La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), organismo no partidario, nos ofrece una buena panorámica del pésimo estado de nuestras finanzas públicas. Según sus estimaciones más recientes, nuestra deuda pública se acerca actualmente al 100% del PIB. Se trata de un nivel similar al alcanzado inmediatamente después de la segunda guerra mundial. Sin embargo, dado el envejecimiento de la población del país y el aumento de los tipos de interés, hay pocas perspectivas de que podamos salir de algún modo de nuestro problema de deuda como hicimos en los años cincuenta. A juzgar por el excesivo estímulo presupuestario en respuesta a la recesión inducida por el Covid de 2020, nuestros problemas de finanzas públicas parecen ir de mal en peor. De hecho, la cantidad total de fondos públicos arrojados al problema del Covid ascendió a la friolera de US$ 5 billones, o lo que es lo mismo, cerca del 20% del PIB. No es de extrañar que el exsecretario del Tesoro Larry Summers calificara esta respuesta como la política fiscal menos responsable de los últimos cuarenta años. Tampoco es de extrañar que la inflación alcanzara en junio de 2022 el 9%, el nivel más alto de las últimas décadas. Aunque Estados Unidos ya está muy endeudado con el extranjero, sobre todo con China, tiene la suerte de endeudarse en su propia moneda. Como tal, es muy improbable que alguna vez deje de pagar su deuda, ya que la Reserva Federal siempre podrá imprimir los dólares para pagar a los extranjeros. Sin embargo, antes de consolarnos demasiado con este hecho, deberíamos pensar en lo que una emisión masiva de dinero por parte de la Reserva Federal supondría para el dólar y para la inflación.
Desmond Lachman, American Enterprise Institute
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