Hace más de 15 años, en “Cómo hacer que funcione la globalización”, yo preguntaba: “¿Cada país simplemente acepta los riesgos [de seguridad] como parte del precio que enfrentamos por una economía global más eficiente? ¿Europa simplemente dice que si Rusia es el proveedor más económico de gas entonces deberíamos comprarle a Rusia más allá de las implicancias para su seguridad…?”. Desafortunadamente, la respuesta de Europa fue ignorar los peligros obvios en búsqueda de réditos de corto plazo. Detrás de la falta actual de resiliencia está el fracaso fundamental del neoliberalismo y del marco de políticas que sustenta. Los mercados por sí solos tienen una visión de corto alcance y la financiarización de la economía los ha vuelto aún más miopes. No se hacen plenamente responsables de riesgos clave –especialmente aquellos que parecen distantes– inclusive cuando las consecuencias pueden ser enormes. Asimismo, los participantes de mercado saben que cuando los riesgos son sistémicos, los gobernantes no pueden sentarse tranquilamente a ver cómo suceden los hechos.
Precisamente porque los mercados no se responsabilizan plenamente de esos riesgos, habrá muy poca inversión en resiliencia, y los costos para la sociedad terminan siendo aún mayores. Y si bien otras opciones –políticas y regulaciones industriales– pueden hacer mover a una economía en la dirección correcta, las “reglas del juego” neoliberales han hecho que las intervenciones para mejorar la resiliencia sean más difíciles. El neoliberalismo se predica en base a una visión fantasiosa de empresas racionales que buscan maximizar las ganancias a largo plazo en un contexto de mercados perfectamente eficientes. En el régimen de globalización neoliberal, se supone que las empresas compran a la fuente más barata y si las empresas individuales no asumen correctamente el riesgo de depender del gas ruso, se supone que los gobiernos no tienen que intervenir.
El desafío ahora es establecer normas globales apropiadas con las cuales distinguir los impulsos proteccionistas de aquellas respuestas legítimas a la dependencia y a las cuestiones de seguridad, desarrollar políticas domésticas que ofrezcan adecuada protección sistémica. Pero el punto es que no basta simplemente con retocar el marco de comercio neoliberal. Durante la pandemia, miles de personas murieron innecesariamente porque las reglas de propiedad intelectual de la OMC prohibían la producción de vacunas en muchas partes del mundo. Claramente, ha habido demasiado foco en la seguridad de la propiedad intelectual, y muy poco en la seguridad de nuestra economía. Necesitamos empezar a repensar la globalización y sus reglas. Hemos pagado un precio alto por la ortodoxia actual.
Joseph Stiglitz, en Project Syndicate
TE PUEDE INTERESAR