La idea del G7 de poner un tope al precio del petróleo ruso puede parecer brillante en teoría, pero sería muy complicada en la práctica ya que podría provocar una escalada en los precios del crudo, justamente lo que se pretende evitar con la medida. El G7 viene debatiendo desde hace semanas la posibilidad de eximir al petróleo ruso de la prohibición de contratar seguros marítimos y financiación solo en caso que ese petróleo se venda a un precio determinado o por debajo de él. Esto requeriría una gran coordinación con los proveedores de seguros y de financiación marítima de la UE, el Reino Unido y Estados Unidos. Pero sería la parte más sencilla de implementar de la política de topear los precios. En respuesta, Rusia podría intensificar sus esfuerzos para que los petroleros y aseguradoras no occidentales acepten transportar petróleo y productos rusos. O bien, Putin puede simplemente cumplir su promesa de interrumpir todo el suministro de energía –incluido el crudo, los combustibles, el gas natural y el carbón– a los países que firmen para limitar el precio del petróleo ruso. Rusia seguirá vendiendo su petróleo a compradores asiáticos como India y China utilizando flotas de petroleros y servicios marítimos no occidentales, mientras ahoga el suministro a Occidente. Aunque inteligente en teoría, el plan de limitación de precios podría provocar en realidad un aumento de los precios del petróleo, ya que los flujos de comercio se verían alterados nuevamente, los petroleros escasean y las exportaciones rusas de petróleo –que siguen siendo notablemente resistentes– se desplomarían, afirman los analistas.
Tsvetana Paraskova, en Oilprice.com
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