El 13 de julio de 1981 nació Crónicas Económicas, un semanario enfocado en la economía que fue testigo de los hechos más trascendentes de las últimas cuatro décadas. Al año siguiente de su fundación vivió el quiebre de la tablita y más tarde fue protagonista de las circunstancias que llevaron a la crisis del 2002, que fue una de las épocas más difíciles que debió atravesar. Con el tiempo fue ampliando su contenido hasta convertirse en una publicación que abarca los diversos sectores de actividad y pasó a llamarse Crónicas. Con motivo de su 40º aniversario, La Mañana entrevistó a su director Jorge Estellano, quien repasó sus vivencias más importantes al frente del medio.
¿Qué lo llevó a incursionar en el periodismo?
Podría decirse que nací con tinta en la sangre. Mi padre trabajó durante toda su vida en el diario El País, donde alcanzó la subadministración, aunque murió muy joven. Aprendí a querer el periodismo desde que tuve uso de razón. A los 16-17 años, incluso a espaldas de mi padre, con la complicidad de Carlos Scheck, que era su primo y administrador del diario, empecé mis primeras incursiones en el periodismo.
Tengo grabada la primera: me tocó ir a un partido de Las Bóvedas y Verdirrojo en El Cerro, tenía que mirarlo y conseguir un teléfono público para pasar el resultado. El partido no terminó porque se armó tremenda piñata y un veterano periodista me escondió abajo del banco para que no me pasara nada.
¿Por qué a espaldas de su padre?
Porque él quería que estudiara y que no trabajara. Estando en el diario, estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas y trabajaba en el Departamento de Contralor del Sistema Financiero del Banco Central (BCU). Luego entré a la Agencia EFE, que fue la época más alucinante de mi vida. Era el auge del movimiento tupamaro y las agencias de noticias teníamos la libertad de escribir lo que estaba pasando en el país.
Varias veces me citaron las Fuerzas Conjuntas a ver por qué había mandado determinada nota y yo les explicaba que estaba escribiendo sobre lo que estaba pasando y que hicieran de cuenta que era un ciudadano español, porque trabajaba para una agencia española.
El 13 de julio, Crónicas cumplió 40 años de su gestación. ¿Qué lo motivó a hacer el semanario?
En el 78, con Carlos Scheck y un queridísimo y recordado amigo, Martín Aguirre, que era director del diario, presentamos un proyecto para hacer un vespertino que terminó siendo Mundocolor, al que se incorporó Daniel Herrera. Yo estaba en esas vueltas y Carlos me llamó y me dijo que un viejo amigo suyo, el Cr. Raúl Ochoa, quería incursionar en una publicación sobre economía. Ahí se inició el semanario con el nombre de Crónicas Económicas.
El plan que tenía Ochoa abarcaba mucho más de lo que terminó siendo Crónicas. El país no estaba preparado para lo que él quería, por ejemplo, publicar los balances de todas las grandes empresas. Lo intentamos, pero no tuvimos mucha receptividad, y se fue desarrollando como el único semanario que había en materia económica. La idea de Ochoa era hacer que la economía fuera accesible a todo el público.
¿En quiénes se apoyaron al comienzo?
Tuvimos la suerte de vincularnos a distintas cámaras, que fue lo que nos permitió llegar hasta acá. Al poco tiempo se integró el querido y recordado Cr. Julio Franco, que era uno de los principales asesores en materia de industria textil y presidente de la Unión de Exportadores. También se incorporó el Cr. Juan Berchesi, un destacado profesional y reconocido empresario que apoyaba con análisis sobre la realidad económica.
Los primeros dos años estuvimos ubicados en 18 de Julio, en el piso de arriba de la sede de la Federación Rural. Como teníamos una sección agropecuaria, fue casi natural, siendo vecinos, que nos vinculáramos a la organización. Así, se integraron el Cr. Walter Hugo Pagés, que era el presidente, y el Dr. Gonzalo Chiarino Milans, directivo de la federación.
Escribía con nosotros el profesor Madero López, sobre todo de historia, y falleció al poco tiempo por una enfermedad terminal. Además, el Dr. José Claudio Williman escribió durante años la historia económica del Uruguay, que salía semanalmente, y después se transformó en dos libros que fueron un éxito editorial. También se incorporó el Cr. Federico Slinger, que era presidente del Banco República.
El semanario fue fundado a fines del período dictatorial. ¿Qué recuerdos tiene de esos momentos? ¿Cómo fue la gestión del equipo económico de entonces, marcada por el quiebre de la tablita y la crisis del 82?
Fueron años muy complicados. Crónicas vivió todas las grandes cosas que pasaron a finales del siglo XX. Vivimos la caída de la tablita al año siguiente de nuestra fundación. Los economistas y contadores que colaboraban con nosotros eran muy críticos de la política que manejaba el ministro Valentín Arismendi, a diferencia de otros medios de prensa que la apoyaron. Fue muy triste. Si revisás la colección de Crónicas te encontrás con que mucha gente se llegó a suicidar, hubo muchas personas que se fundieron y grandes empresas quedaron por el camino.
Uruguay tuvo la suerte –aunque hay gente que te va a decir lo contrario- de que el Ing. Végh Villegas aceptara hacerse cargo por segunda vez, después del plebiscito. Fue un orientador importante que hizo que los militares no cometieran todos los errores que podrían haber cometido. No hay que olvidarse de que en el gobierno militar se construyó la represa de Salto Grande, la represa de Palmar, se hicieron los accesos a Montevideo, la ruta 8. Desde el punto de vista económico, hubo un montón de obras. El endeudamiento fue grande, sí, pero se superó muchas veces.
El gran problema de la tablita fue que tuvimos la desgracia de tener a Álvarez como presidente, más allá de que muchos decían que era muy inteligente porque había llegado al generalato muy joven, pero era una persona oscura, con un problema importante de personalidad. Eso fue lo que arrastró a Arismendi a mantener la tablita, cuando todo el mundo le decía que era una locura. El daño habría sido mucho menor si no se hubiera empecinado todos los meses en mantener algo así.
¿Cómo vivió el proceso de reapertura democrática?
Vivimos todo el cambio que sufrió la economía y también la sociedad, con un fin de la dictadura que fue mucho más en paz y tranquilo de lo que uno se podía imaginar, con todos los defectos que tuvo el Pacto del Club Naval, esa salida a medias, condicionada, que tuvo el país.
En 1984, en vísperas de las elecciones, el Colegio de Contadores y Economistas del Uruguay sacó un informe larguísimo que era un estado de situación de la economía uruguaya. A Crónicas se le ocurrió ofrecerle transformarlo en un libro, y se hicieron más de 15000 ejemplares que se distribuyeron dos semanas consecutivas junto con el semanario en forma gratuita.
Ese informe fue utilizado por todos los partidos políticos y era la única forma de tener un real panorama de lo que quien asumiera se iba a encontrar en materia económica. El primer gobierno del Dr. Sanguinetti tuvo que luchar con cosas muy complicadas; la situación del país que se entregó no era buena.
Más tarde, durante el mandato de Jorge Batlle, reapareció el problema de la deuda externa y el país entró en crisis. ¿Cuáles fueron sus experiencias en ese período?
La crisis del 2002 fue vivida casi en directo por Crónicas. El Dr. Gonzalo Chiarino era miembro del Consejo Editorial. Nosotros estábamos vendiendo carne a excelentísimo precio, libre de aftosa sin vacunación. A Chiarino lo habían invitado a comer un asado en la casa de un amigo estanciero en Buenos Aires. Argentina también vendía libre de aftosa sin vacunación, y en determinado momento este amigo le dice: “esperá que tengo que ir a ver cómo están vacunando”. Estaba vacunando contra la aftosa.
Vino desesperado y llamó a Batlle, que estaba por entrar a hablar con el presidente de Estados Unidos (George Bush). Eso fue una debacle solo superada por lo que vendría después. Nadie se iba a imaginar que el Banco Galicia (en Argentina) empezaría a no devolver los depósitos. Nosotros vivimos muy de cerca las circunstancias que llevaron a la crisis del 2002.
¿Qué lectura hace de la gestión del equipo económico de ese momento para salir de la crisis? ¿Hubo lecciones de esa época crítica que se puedan tener en cuenta para la situación que el país atraviesa hoy?
De todas las crisis se aprende algo. Una de las cosas que se aprendió, sobre todo en la última –y creo que el país le debe a Jorge Batlle un reconocimiento-, es que hoy Uruguay disfruta del estatus que tiene en materia internacional, accede a préstamos y nos vanagloriamos de decir que el país respeta lo que firma. Lo más fácil en ese momento hubiera sido no respetar. Si Batlle no hubiera hecho eso en el 2002, hoy seríamos Argentina –tendríamos un puntaje de deuda similar-.
Fue de las épocas más duras y más difíciles para trabajar que atravesamos en Crónicas. Teníamos un acceso muy cercano a lo que estaba pasando en materia económica, teníamos conocimiento de la crisis bancaria, y no solamente no lo podíamos decir porque la fuente nos pedía que así lo hiciéramos, sino también porque lo tomamos como una responsabilidad: colaborar para que hubiera más calma.
En 2005, por primera vez, el Frente Amplio (FA) llegó al poder, con Tabaré Vázquez al mando. ¿Cómo vio la política económica de los 15 años de gobiernos de izquierda?
Fuimos testigos de toda la transformación que significó la llegada del FA al gobierno, con un modelo económico distinto, haciendo reformas que el Uruguay necesitaba, y cometiendo, como todos los gobiernos, errores en otros sentidos. Cabe destacar que la presencia del Cr. Astori sirvió para que Uruguay transitara esos años con una certeza de que no se iban a cometer grandes locuras.
A Astori le tocó pelear con la más fea, porque cuando gobernaron los partidos tradicionales había una ideología común, pero en el caso del FA, Astori soportó muchas tensiones en la interna y logró salir airoso. Más allá de las críticas, del 5% de déficit, pudo mantener el rumbo y no debe haber sido una tarea fácil.
Hubo una crisis de la que nadie habla, donde pagaron justos por pecadores: el Ec. Calloia y el Ec. Fernando Lorenzo no merecieron terminar como terminaron. Como en un equipo, hay un capitán y es el responsable hasta las últimas consecuencias, y en este caso cayeron los dos y yo tengo la más absoluta certeza de que ninguno actuó sin una orden superior.
Crónicas nació como un semanario económico y luego se fue reinventando, ampliando sus áreas de cobertura. ¿Por qué?
El tema económico nos había llevado a tener éxito desde el punto de vista comercial, pero el hecho de ser solamente de economía implicaba que no estuviéramos entendiendo del todo la realidad, porque la economía y la política van de la mano y la consecuencia de una mala política económica termina siendo una demostración de que hay un problema político en la base.
Terminó la dictadura, y si bien las noticias económicas eran importantes, las noticias políticas pasaron a tener otra trascendencia. Con el Cr. Pagés fuimos a Buenos Aires a hacerle un reportaje a Wilson y volvimos con él en el barco, lo publicamos y nos censuraron. Pese a eso, logramos sacar el semanario a la venta. Ahí empezamos a darnos cuenta de que teníamos que involucrarnos en el tema político.
El semanario no toma posición sobre los temas. ¿Cuál es la explicación? ¿Cómo se define su política editorial?
En nuestro primer editorial, el Cr. Ochoa afirmó que el semanario iba a ser una plataforma para la exposición de ideas, que no se iba a comprometer con ningún sector político ni religioso, y esa independencia la hemos mantenido. Hemos tratado de ser justos, objetivos, y de que nuestros lectores tuvieran la más variada información.
Hoy, la política editorial de Crónicas es no tener editorial. Hemos intentado ser lo más amplios posible en cuanto a, por ejemplo, publicar reportajes. Con el tiempo logramos tener una sección de entrevistas que hacemos en el restorán Panini’s, que nos ha permitido entrevistar a referentes y jerarcas de todos los gobiernos y de la oposición y a muchos empresarios.
Hemos sido transmisores de todas las posiciones de políticas agropecuarias, industriales, sociales, sin jamás ejercer ninguna censura. La única vez que corregí algo que se iba a publicar fue cuando nos mandaron una columna con lenguaje inclusivo, y como no lo entiendo, le pedí a la persona que lo escribió que lo tradujera al idioma español aceptado por la Real Academia, porque yo no podía publicar algo que no entendía. Fue la única vez en mi vida que ejercí la censura.
En 2009, Crónicas incorporó a su oferta editorial la revista mensual Empresas & Negocios, que se ha convertido en un referente en la materia. ¿Con qué objetivos surgió?
La intención que tiene la revista es apoyar a la empresa uruguaya. No hay un país que pueda crecer si no hay empresas que estén atrás de eso, arriesgando capital, poniendo ideas y dando trabajo. Por eso, queremos ser el medio que colabore con todas las empresas que quieran venir a instalarse en el país y las que ya están acá. Les hemos hecho notas a cientos de emprendedores que tienen desde un proyecto constructivo hasta una cerveza artesanal.
¿Cuál cree que es la importancia de la prensa escrita?
La prensa escrita ha tenido problemas graves en el mundo, y en algunos países como Francia, Estados Unidos y Australia, han legislado y tomado acciones políticas tendientes a favorecerla y sostenerla.
A su vez, nos hemos encontrado con un fenómeno que son las redes sociales, que transmiten mucho mejor que un diario en papel en cuanto a velocidad, pero mucho peor en cuanto a seriedad, donde se les da lugar a las famosas fake news. Allí se puede transformar una mentira en una gigantesca campaña, cosa que no pasa con los diarios, y eso es lo que los gobiernos deberían proteger.
¿Cómo logró Crónicas sobrevivir estos 40 años?
Crónicas es una empresa que no ha tenido grandes inversores, se ha mantenido sola. A principios de los 90 leí un artículo que presagiaba la problemática de los medios de prensa de papel, y decía que los que iban a sobrevivir eran los que se dedicaran a explotar un nicho. Coincidió que yo tenía relación por el semanario con Diego Balestra, entonces presidente de la Cámara de Industrias, y en el año 94 firmamos el primer acuerdo, que se mantiene hasta el día de hoy, donde la cámara tiene una página semanal y nosotros tenemos llegada a todos sus socios.
Hace algunos años ampliamos el acuerdo pensando en el interior e hicimos un convenio con la Confederación Empresarial del Uruguay, que también tiene una página semanal, y hoy estamos llegando a 25 centros comerciales e industriales de todo el país.
Entre el periodismo y la economía
Jorge Estellano ingresó muy joven a la redacción de El País y cursó estudios en la Facultad de Ciencias Económicas, mientras trabajaba en el Departamento de Contralor del Sistema Financiero del BCU. Luego fue director corresponsal de la Agencia EFE y, en paralelo, cofundó el vespertino Mundocolor, donde llegó a desempeñarse como jefe de Información. También fue corresponsal de El País de Madrid y asesor periodístico por el PNUD. Hace 40 años inició el semanario Crónicas, donde continúa como director responsable.
Está casado en segundas nupcias con Laura y tiene cinco hijos: Gabriel, Carolina, Sebastián, Magdalena y Soledad, y once nietos.
En su tiempo libre le gusta trabajar con herramientas y hacer el mantenimiento hogareño. Además, disfruta mucho de leer historia y de viajar y conocer países, aunque, de ser posible, “siempre volvería a España a descubrir más lugares increíbles”, relató en diálogo con La Mañana.
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