Salvo acontecimientos imprevistos en la esfera global de aquí a marzo, el nuevo gobierno recibirá una economía estabilizada. A primera vista quizás esto no parezca un logro impactante, pero para los memoriosos muchos fueron los gobiernos que hubiesen dado vítores de haber podido asumir responsabilidades bajo condiciones similares.
Otros dirían que demasiado estable. Crecer durante setenta años a una tasa anual acumulativa promedio inferior al 2% no es precisamente dinámico. La estabilidad implica ausencia de crisis, pero no es sinónimo de una economía pujante. Más aún cuando el resto del mundo duplica dicha tasa.
Los uruguayos hemos perdido el tren ya varias veces en materia económica. Primero, cerrando nuestra economía al mundo en los años 50, cuando en el resto de los países libres abrían las suyas al comercio internacional. Segundo, suplicando la inclusión en la iniciativa bilateral de nuestros países vecinos para terminar atrapados en el menos común de los mercados comunes regionales. Por último, despreciando con imperdonable soberbia la generosa oferta de los Estados Unidos de iniciar tratativas hacia un TLC bilateral. Pero bien, a seguir remando se ha dicho. Lo que sigue es un breve vistazo a las principales variables económicas y los impactos que podrían tener sobre ellas las posibles acciones consideradas por las autoridades económicas a asumir el próximo 1º de marzo.
Variables financieras
Por estas entendemos el tipo de cambio, las tasas de interés y el nivel de inflación. Dada la estrecha relación entre ellas, resulta conveniente analizarlas en conjunto. Comencemos por señalar que debe considerarse como un logro importante en materia económica del gobierno saliente el haber reducido la inflación a niveles comprendidos dentro del rango de la meta (3 a 6%), aun cuando fuese a expensas de otras variables importantes. El instrumento principal fue el alza en las tasas de interés, que al encarecer el crédito redujo las demandas de inversión y consumo, moderando así la presión sobre los precios. A ello se agregó la moderación en la emisión del circulante como forma de financiar el gasto público.
Pero la contracara de esta operativa fue la profundización del atraso cambiario reflejado en la apreciación de la moneda nacional frente al dólar, resultante del ingreso y/o pasaje de dólares a pesos en las carteras de inversión, tanto de residentes como de no residentes. Ello se debió a la creciente brecha entre las tasas de interés de ambas monedas, haciendo atractiva la colocación en moneda nacional a pesar del riesgo cambiario.
El impacto negativo del atraso cambiario en el nivel de actividad –en especial para el caso de las industrias manufactureras y los servicios–, si bien ha amainado en meses recientes, continúa siendo motivo de preocupación. No ha de descartarse que el nuevo gobierno considere disminuir gradualmente la brecha de tasas de interés si las condiciones tanto externas como internas lo ameritan.
La impresión es que –ante tal impulso– la autoridad no intervendría directamente en el mercado cambiario siempre y cuando el atraso cambiario siga corrigiéndose de forma lenta y moderada, especialmente en cuanto al pass-through (filtración) a los precios. Cabe destacar que el dólar se ha apreciado 9,5% frente al peso en los últimos doce meses, mientras que la inflación ha sido menor al 5% en igual período.
Comercio internacional
No debe escapar al análisis la actual situación geopolítica en general y, en especial, su impacto sobre el comercio internacional. El proteccionismo entre naciones desarrolladas ha vuelto a aparecer en la escena mundial, aunque aún de forma bilateral y selectiva. Sin embargo, cualquier aumento de tensiones puede llevar a la generalización de medidas, aunque fuere simplemente como táctica negociadora. Trump, por ejemplo, amenaza a México y Canadá con aranceles generales del 25%.
Al ser productor y exportador principalmente de materias primas (commodities) es probable que Uruguay no se vea demasiado afectado por estas tendencias, aunque todo indica que el acuerdo Mercosur-Unión Europea sigue siendo un espejismo. En el frente interno, es de esperar que el nuevo gobierno enfoque de lleno el tema de reducir las trabas a la importación, ya sea visibles u ocultas.
Sector fiscal
Fue quizás en el sector fiscal donde menos progreso logró el gobierno actual, aunque debe tomarse en consideración el impacto de la pandemia que en 2020 demandó un gasto extraordinario. De todas formas, el déficit del sector público consolidado exhibió un promedio anual superior al 4% del PBI durante el quinquenio 2020-24 y en términos porcentuales el endeudamiento total del sector público consolidado representa actualmente el 71% del PBI (comparado con 60% en el 2019).
Nuevamente la política fiscal asumirá el protagonismo de la economía, condicionando a los demás aspectos. Si bien ha habido expresiones de distintas fuentes del nuevo gobierno en cuanto a la expansión o restricción del gasto, es prematuro aún aventurar cual será el comportamiento del nuevo gobierno en las distintas áreas de recaudación y gasto.
Existe un aspecto irrefutable: si se pretende continuar financiando déficits fiscales en los mercados financieros internacionales, se deberán mejorar los resultados para mantener la imagen crediticia del país. Cinco años más de déficits de 4% del PBI nos llevarán a un terreno resbaladizo, con perspectiva de perder mucho de lo que se ha logrado. Sería muy importante adoptar una meta de equilibrio del déficit fiscal primario (neto de los pagos de intereses).
En cuanto a los rubros, existen iniciativas de mayor gasto en el área de la seguridad social y menor gasto en incentivos para la inversión. En materia de recaudación se menciona aumentos en las franjas mayores del IRPF e IRAE. Pero nada es seguro a esta altura. El propio presidente electo ha afirmado que no habrá aumentos impositivos.
De ser así, la clave del éxito fiscal estará implícitamente en la restricción del gasto. Queda algo más de tres meses para diseñar la estrategia y armar los equipos, entre los cuales seguramente habrá intercambio de puntos de vista divergentes entre los sectores moderados y radicales que podrán dar algún indicio más en cuanto al futuro.
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