En un contexto de muy malas proyecciones globales de desempeño económico, el Banco Mundial en su último informe mejoró a 3,2 por ciento la proyección de crecimiento de Uruguay para 2024, que había sido estimada por última vez en 2,8 por ciento.
Concretamente, se estima para nuestro país un crecimiento de 3,2 por ciento para 2024 y algo por debajo, de 2,6 por ciento, para 2025, lo que implicó una mejora respecto a las previsiones de mediados de 2023 que habian sido de 2,85 y 2,4 por ciento respectivamente. Si bien a primera vista podría verse como una buena noticia para nuestro país, no alcanza con el dato, sino que requiere ser rigurosamente analizado en cuanto a su certeza, la concreción del escenario en el que tiene resultado así como la trayectoria reciente y futura de la economía uruguaya, regional y global.
¿Qué va a pasar en el mundo en materia de crecimiento?
Recientemente, se dio a conocer el informe del Banco Mundial de proyecciones mundiales, en el que se presentan las principales estimaciones y análisis de los factores que las determinan. Los resultados del informe son más que preocupantes, ya que una vez más se calcula que se registrará una desaceleración del crecimiento global dado por la realidad de las políticas monetarias contractivas y las condiciones financieras con importantes restricciones, problemáticas que se mantienen en el plano geopolítico y comercial, sumado al conflicto en Oriente Medio con consecuencias que trascienden a esa región. Se confirman algunas realidades complejas que ya estaban presentes en 2023 y no se han podido disipar:
1) Un mundo con muchas debilidades, economías desarrolladas con problemáticas que, si bien son relativamente nuevas, ponen en cuestión su desempeño y a los modelos de política y análisis económico imperantes.
2) Economías emergentes que mantienen sus dificultades estructurales.
3) Un mundo cada vez más fragmentado, segmentado y en el que la geopolítica es cada vez más compleja y pone en cuestión todos los ámbitos multilaterales y de acuerdos comerciales, políticos y de cooperación.
Las tensiones se siguen multiplicando y persisten problemáticas graves como la inflación, la fragmentación y los desastres climáticos.
Mejorar la proyección de crecimiento de 2,8 a 3,2% es buena noticia, pero no alcanza para festejar el dato
Sin profundizar en la región y en otros análisis, es lógico que cuando salen este tipo de informes vayamos directamente a ver qué pasa a nivel de nuestro país, y lo primero que podemos destacar es esta mejora en la previsión. Pero lamentablemente en economía no podemos quedarnos con el dato y su variación solamente y necesitamos revisar las posibles trayectorias futuras.
La realidad es que Uruguay, más allá de la pandemia, viene de muchos años de dificultades en el crecimiento y necesariamente es imperioso crecer. En un contexto mundial y regional de dificultades de cara a un año electoral parece que deberían surgir, mirando esta mejora en las previsiones de crecimiento, al menos dos alertas.
Por un lado, la certeza de que se cumpla lo que implica entender los escenarios de 2024 y qué realidades podrían cambiar para afectar y tener resultados más complicados. Por otra parte, no quedarnos con una opinión conformista y entender que requerimos de una mirada de largo plazo y profunda que nos permita identificar hacia dónde es necesario orientar la economía y las políticas, a los efectos de lograr un verdadero diferencial en términos de crecimiento que nuestro país tanto necesita, mirada imprescindible para analistas y, sobre todo, para quienes definen políticas públicas de cara a un año electoral.
Uruguay, como economía pequeña y de fuertes debilidades, con una alta dependencia de su modelo agroexportador debe atender con más que mucho cuidado sus equilibrios macroeconómicos y la solidez institucional. No puede permitirse golpes tan fuertes como fue el déficit hídrico, los vaivenes del mercado internacional y los niveles de atraso cambiario que afectan tanto a la exportación, como a la producción nacional, como a servicios claves en la generación de empleo como el turismo, el comercio y las pequeñas y medianas empresas.
En este contexto, una mejoría en los datos es siempre algo bueno, pero debemos ser cuestionadores acerca de cuál es la tasa de crecimiento deseable y necesaria, y cuáles deben ser las medidas y políticas, tanto en el plano económico y de actividad, apropiadas a la hora de fortalecer el crecimiento y el desarrollo, aun frente a restricciones que no podemos manejar.
TE PUEDE INTERESAR: