El destacado economista chileno José Luis Daza comparte en entrevista con La Mañana su fundamentado punto de vista sobre la economía regional y las posibilidades de Uruguay en ella.
Usted se ha desempeñado en distintas etapas de su carrera como trader y como economista. ¿Cómo comparan ambas funciones? ¿En cuál papel se siente más cómodo?
Más que como trader, trabaje como inversionista que utiliza conocimientos de macroeconomía y de finanzas cuantitativas. Trabajé en un hedge fund en la intersección entre conocimientos teóricos y la aplicación práctica de esos conocimientos, en un sistema en que los errores son penalizados con la bancarrota. En economía te puedes equivocar muchas veces en pronósticos sin mayores consecuencias. Lo ves todos los días. En mercados no tienes ese lujo. Indudablemente, el trabajo en mercados es más apasionante pero mucho más estresante.
La inversión extranjera de cartera se dirige, en parte importante, a financiar al Estado. Sin embargo, el crecimiento de este como agente económico y deudor suele llevar a desequilibrios macro. ¿Cómo se concilian estas tensiones?
La inversión de cartera busca retornos al menor riesgo. Por lo general, en los países el Estado es el que tiene menor riesgo. En países con déficit fiscal, inversionistas de cartera compran bonos del gobierno y no se arriesgan a financiar al sector privado. La mejor manera de evitar esto es con cuentas fiscales balanceadas o con superávit fiscales. Esto tiende a generar círculos virtuosos e incentiva a inversionistas a buscar oportunidades en el sector privado.
¿Persiste el efecto de la “manada”?
Absolutamente persiste ese efecto. Hay importantes avances en neurociencia, psicología evolutiva y economía del comportamiento sobre la toma de decisiones con información incompleta. Los seres humanos tenemos sesgos persistentes producto de cientos de miles de años de evolución. El cerebro evolucionó para sobrevivir y reproducirnos, no para maximizar retornos financieros. Uno de esos sesgos es buscar refugio en la manada. En el lenguaje popular, en inglés, lo llaman FOMO o fear of missing out [miedo a perderse algo]. No quieres ser el único que se pierda la fiesta. Por otra parte, si están todos corriendo, escapando de algo, no te quieres quedar atrás.
¿Cómo ve el rol del FMI en el proceso de reestructuración de deuda soberana?
El rol del FMI es complejo porque si bien tiene técnicos de primer nivel, estos están sujetos a restricciones políticas muy fuertes por parte de sus principales accionistas. No hay duda de que el FMI responde a intereses de geopolítica y presiones de esos accionistas. Por eso los programas son inconsistentes entre sí. Lo que del FMI exige a un país chico para obtener ayuda puede ser muy diferente a lo que se exige a un país de importancia estratégica. En términos de restructuración de deuda soberana, el FMI a veces fuerza la restructuración de deuda privada pero nunca la suya. Sigue prestando a países para que le paguen al mismo FMI. Es lo que hace con Argentina y Egipto.
Algunos piensan que debería formalizarse institucionalmente, otros prefieren una resolución sui generis del mercado. ¿Cuál ha sido su experiencia?
Mi experiencia es que la naturaleza política de la institución hace que el approach siga siendo ad hoc, caso a caso.
Los países de nuestra región tienen un largo historial de crisis y pocos ciclos de crecimiento sostenido. ¿Sería posible que los mercados financieros internacionales y los países pudieran coordinar su interacción más allá de las crisis?
La crisis de balanza de pagos en América Latina es principalmente producto de las políticas de países de América Latina. Está en manos de los países de la región seguir políticas que minimicen el riesgo de crisis. Hay shocks sistémicos, como la crisis de 2008 o la pandemia, no generados en la región, pero está en manos de nuestros países prepararnos sabiendo que esos shocks vendrán.
Por ejemplo, evitar la situación del ajuste durante el gobierno de Mauricio Macri, en el que nunca se materializó el ansiado ingreso de capitales de inversión directa.
El gran culpable de la crisis argentina de 2019 fue el gobierno de Macri. Heredó el país con un déficit fiscal del seis por ciento y sin ahorro doméstico no puede crecer. Al comienzo de su gobierno Macri decidió que no había que bajar el gasto para cerrar el déficit, que se eliminaría por arte de magia. Una irresponsabilidad mayúscula. Era obvio que ninguna empresa del sector real invertiría mientras hubiera un enorme ajuste por delante. Me parecía bastante obvio y así lo advertí en su momento en varios foros.
Usted pone a los tigres asiáticos (Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur) como ejemplo de países que lograron hacer crecer sus economías sin necesidad de expandir el peso del Estado en la economía. ¿Cómo tiene que ser la relación entre ese Estado y el sector privado para que la fórmula sea exitosa?
Creo que comienza por definir las áreas de acción del Estado, porque el sector privado no tiene capacidad de hacerlo. Una vez que definimos esas áreas, podemos generar las regulaciones para que el sector privado trabaje en forma eficiente y competitiva. El Estado debe definir las reglas del tránsito y actuar como policía para que se cumplan. Que deje a los conductores especializados manejar los autos.
¿Qué grado de planificación y coordinación hace falta?
Me parece que falta reorientar los criterios en la formulación de políticas públicas. Creo que pasar de una mentalidad en la que nos concentramos en transferencias de recursos a una mentalidad en la que el principal criterio sean los incentivos. Los incentivos son la fuerza más importante en determinar los resultados finales, incentivos a trabajar, ahorrar, estudiar, invertir. La eficiencia debe ser otro criterio fundamental en la evolución de políticas públicas.
¿Cuáles son los recuerdos más vívidos de sus años en Uruguay?
Mis recuerdos de Uruguay son simplemente maravillosos. Uruguay es un paraíso para crecer. Mis amigos de infancia, primeros amores dejaron una huella que marca mi personalidad hasta el día de hoy. Toda su gente, cálida, inteligente, educada. Sus campos, sus playas, su cultura. Simplemente recuerdos maravillosos, de gran felicidad. No he visto en el mundo un mejor lugar para crecer. Fueron años muy intensos, convulsionados en lo político, pero que dejaron una marca profunda y de admiración por todo lo que representa Uruguay.
¿Alguna otra consideración?
Uruguay tiene todo para ser centro de comercio, de servicios financieros y producción para todo el continente, como lo es Singapur en Asia. Les recomendaría que eliminaran todos sus aranceles de importación, ábranse al mundo, apliquen un impuesto único bajo, plano como el de Singapur. Muy rápidamente se trasformarían en el país más dinámico de Occidente. Serían la joya de Occidente. Tienen el capital humano para hacerlo.
José Luis Daza vivió en Uruguay hasta sus quinces años. Es doctor en economía por la Georgetown University de Estados Unidos. Trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo como asesor del director ejecutivo por Argentina y Chile. Estuvo en el Banco Central de Chile y fue representante financiero de Chile para Asia, basado en Tokio Japón por tres años. En JP Morgan fue jefe global de Mercados Emergentes, a cargo de Asia, Europa Oriental y América Latina y en el Deutsche Bank ocupó el mismo cargo. Creó una empresa con ex ejecutivos de JP Morgan y con el Premio Nobel de Economía en Finanzas, Bob Merton, con quienes lanzó el Hedge Fund QFR Capital Mangement en 2005. Vive actualmente en Nueva York.
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