En el histórico paraje Loustaunau de la ruta 8, en el kilómetro 41.500, a pocos kilómetros de Empalme Olmos en Canelones se encuentra el Centro Rural Piedra del Toro un lugar ideal para hacer un alto en el camino.
Betina Blanco es una de las tres socias que decidieron abrir las puertas del Centro Rural. En diálogo con La Mañana, se definió como “la más loca de los tres, porque me dedique a la seguridad privada toda mi vida, desde hacía veinte años, hacía diez años que estaba trabajando en una multinacional, y bueno, decidí cambiar de rubro totalmente, renuncié a mi trabajo por el emprendimiento”.
Los otros dos socios son Antonio Loustaunau, que proviene de una familia de la zona -de hecho al paraje lo conocen como el paraje Loustaunau-, su abuelo hace más de cien años tenía una estación de servicio allí, y actualmente tienen la representación de tractores de Massey Ferguson, y el tercer socio que es el dueño de la estación de servicio que está en el mismo predio, desde hace diez años, y a su vez es pareja de Betina.
“El local era un galpón de herramientas que estaba abandonado, todo de chapa. Ellos dos tenían la idea de abrir un centro rural, complementando la parte de tractores y todo lo que fuera para un establecimiento rural, porque es la principal actividad productiva en la vuelta, hay varios haras, lo que tenía que ver con semillas, herramientas, repuestos”, contó Betina.
Pero ella tenía su propia inquietud por abrir un salón de té, algo diferente a la idea de sus compañeros. “Inicialmente lo que íbamos a hacer era dividir el local, hacer dos emprendimientos diferentes, pero la cosa fue evolucionando y al final terminamos los tres involucrados en todo”.
El resultado fue una propuesta diferente, “porque tenes por un lado repuestos de tractores y por el otro un salón de té con tortas, y además indumentaria, vestimenta, hay artículos de caballos, y esa era la idea, de poder proveer a la gente del medio rural todo lo que necesitan para su establecimiento y a su vez hacer un lugar lindo donde poder ir a tomar el té, un lugar de encuentro que sea diferente, en un entorno natural, y logramos lo que queríamos”, comentó.
Jugársela en tiempos complicados
Finalmente, el centro rural Piedra del Toro abrió el pasado 3 de septiembre de 2020. Betina dijo que “en realidad íbamos a abrir antes, lo que pasa es que la obra nos llevó bastante tiempo, más de lo que pensábamos. La idea era que fuera un lugar rústico, hay paredes forradas con palets, cosas que reciclamos, a mí me gusta mucho pintar y reciclar, o sea que cada rincón de ese lugar tiene mi mano, y era todo un desafío, pero que lo vivimos con mucha alegría, yo renuncié a mi trabajo de diez años, mi jefe no lo podía creer, creían que estaba loca, pero lo hicimos con mucho entusiasmo”.
Y el esfuerzo y entusiasmo que le pusieron al emprendimiento rindió frutos, aseguró Betina. “Mientras estábamos en obras la gente venía, nos preguntaba, se veía movimiento, porque es un lugar que tiene mucha exposición desde la ruta 8, y era un galpón muy descuidado. Septiembre y octubre fueron meses muy buenos, noviembre cayó bastante, no sé si tuvo que ver con los brotes que hubieron de coronavirus, probablemente tiene que ver con eso, diciembre un poco mejor, y en enero venimos bien también”.
“De hecho nosotros teníamos la proyección que durante seis meses aproximadamente íbamos a tener que seguir inyectando capital, pero por ahora tenemos tres empleados, los costos fijos y demás, pero viene sosteniéndose solo”.
Apostar a una propuesta diferente
Betina contó que no fue fácil entrar en un mundo que desconocía, pero el hecho de ofrecer algo único les ha hecho tener éxito. “Yo fui empleada toda mi vida, tenía un salario fijo, y me metí en un rubro donde no tenía idea, y esto tiene cuestiones muy particulares, hay momentos en el campo donde se necesitan determinadas cosas, hay momentos que se necesitan otras, las inversiones son importantes, así que si, era un poco arriesgado, pero la venimos llevando bien”.
Además, el centro rural ha servido como generador de empleos para la zona. “El que está a cargo de la parte rural que trabajaba en la estación de servicio y el también renunció a su trabajo anterior para este emprendimiento. Y también tenemos dos personas más que consiguieron trabajo en la pandemia, cuando los contratamos”.
La idea de diversificar la propuesta en un solo lugar surgió naturalmente mientras discutían la posibilidad de llevar a cabo el proyecto, aseguró Betina. “En realidad no teníamos definido lo que íbamos a hacer, se fueron sumando cosas y ampliando la idea inicial. Yo sabía que quería un salón de té, un lugar diferente, porque en la zona si tenes ganas de ir a un lugar lindo no hay muchas opciones ni variedad, entonces me pareció que el lugar era espectacular, y nos pasa que la gente se sorprende cuando entra al local, porque es diferente”.
“Hay personas que llegan, van a comprar comida para llevar, y se encuentran con artesanías, vestimenta, calzados, cosas que no fueron a buscar y sin embargo todo se termina complementando”.
La recepción del público al servicio que comenzaron a ofrecer no se hizo esperar, “nos sorprendió la recepción que tuvimos, porque pensamos que iba a ser menor, sobre todo los primeros meses que la gente no salía, pero ahora también tenemos mucho movimiento de la gente que va para el este y no va por la Interbalnearia que pasan ahora en el verano”.
De todas maneras, contó que el salón de té funciona más en invierno que ahora en verano, “ahora cerramos los domingos, mientras en septiembre y octubre era brutal la gente que teníamos. Esperamos que termine de llegar la gente, porque además nos pasa que no hemos invertido en publicidad, la gente nos sigue conociendo, y la recomendación acá funciona muy bien. Tratamos de brindar servicios, si alguien nos pide una cosa que no tenemos la conseguimos”, concluyó.
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