“Arrancamos desde los 20 años con mi ex marido. Empezamos a trabajar en un camión en la zafra arrocera, luego tuvimos a los chicos, y fuimos incorporando distintas herramientas, camiones, retroexcavadoras, picadoras”, comienza relatando Rosana en conversación con La Mañana. “Desde hace 11 años sigo sola en la actividad, cada uno siguió su empresa, y hasta ahora he ido innovando constantemente, incorporando máquinas y tecnologías nuevas. Yo me dediqué más al área del micropicado, incorporamos hileradoras, cortadoras nuevas, con deshidratadores de hierro y de goma, que se usan para la pradera, porque los ingenieros siempre piden que quede bien deshidratado el material”.
Rosana cuenta que continuamente buscan mejorar para atraer nuevos clientes: “Tenemos dos equipos de micropicado, tengo camiones propios, las hileradoras, dos embolsadoras. Es de lo que nosotros vivimos, tratamos de hacer las cosas lo mejor posible para seguir en este rubro y ser competitivos” y agrega cómo fue que incorporaron recientemente una nueva máquina John Deere.
Un día se le acercaron de Interagrovial para invitarla a un viaje Alemania, “yo le dije que sola no iba, iban solo hombres de acá, soy la única mujer que tiene una empresa en Uruguay de micropicado. Pero mis hijos me insistieron y apoyaron, así que me animé y fui. Iban dos señoras de Brasil, en el grupo conformado por personas de Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil. Estuvimos 14 días donde visitamos fábricas y conocimos distintos procesos productivos. A raíz de eso me ofrecieron un negocio donde me tomaron una picadora Claas y me ofrecieron la nueva”.
Las altibajos en el medio rural
Sus clientes se dedican mayoritariamente a la lechería, aunque también trabajan con productores ganaderos, “hacemos más bien maíz y sorgo para los tambos en la zona de Florida, Canelones”, y agrega que también trabajan en algún otro departamento, como en el Este del país, según la demanda. “Nosotros hacemos el silo de planta entera, se pica la planta y también el grano, tenemos el cracker incorporado en las máquinas. Según si es para maíz o sorgo es como se gradúa y se pica el grano, no se lo muele, lo machuca y lo parte para que conjuntamente con la fibra después se haga otro alimento cargado de proteína que a las vacas les sirve para convertirlo en leche, y en el caso de la ganadería para convertirlo en carne”, explica Rosana sobre el servicio que brinda.
“Nosotros como empresa contratista rural tenemos un aporte altísimo, mayor que el de la construcción. La carga tributaria a nuestro trabajo a veces me hace querer dejarlo todo”
“Hace unos años el rubro tambo estaba mucho mejor, con todo lo que ha pasado este último tiempo, con el encarecimiento de los costos, el rubro ha venido decayendo, hay mucha gente que ya no está más, sobre todo los de tamaño más chico, y los que quedan siguen remando, siguen produciendo, pero a menor escala. Nosotros habíamos hecho una inversión a largo plazo pensando en que la economía iba a marchar de la mejor manera, pero al haber ido decayendo la producción lechera la rentabilidad de la empresa se vio afectada, cosa que cuando se plantea frente a las autoridades del Banco República (BROU) esa situación no es tenida en cuenta como yo esperaba” se lamenta Rosana.
“Los tamberos producen en pesos y todos los insumos y servicios están en dólares, por lo cual se genera un desequilibrio. Mis repuestos y mantenimiento esta todo en dólares, así que si yo lo paso a pesos mi situación es bastante desfavorable. Nuestra esperanza radica en tener un apoyo de las autoridades, del BROU, para encontrar líneas de crédito que nos ayuden a flexibilizar y poder trabajar. Nos gustaría que el Gobierno apoye a nuestro rubro de industria y comercio a salir del estancamiento” comentó.
Con cierta preocupación Rosana analiza la situación de la alta carga tributaria: “Nosotros como empresa contratista rural tenemos un aporte altísimo, mayor que el de la construcción, es un costo demasiado alto. La carga tributaria que tenemos a veces me hace querer dejarlo todo. La caja contratista rural que pertenece al grupo sub 19 residual es impresionante lo cara que es. Habría que encontrar a alguien que nos ayudara para poder de alguna manera aliviarnos la carga”.
“A la hora de luchar frente al banco estoy sola. Yo tengo una línea de capital de trabajo, de descuento de cheque, pero si te atrasas en un pago ya lo perdés. O si no te dio para pagar un mes y tenés que hacer un reperfilamiento perdés esa línea. Si tenes que refinanciar y a raíz de eso pierdes la línea de capital de trabajo, de descuento de cheque, de crédito en cuenta, esas cosas te matan en el día a día de la empresa”.
Un trabajo de todo el año
Hablando sobre su empresa, Rosana cuenta que durante todo el año son 6 o 7 personas que trabajan fijo, y en épocas de zafra contratan a unas 20 personas, “les damos el alta de manera zafral”. Concluida la misma se terminan los aportes, “aunque podemos volver a llamarlos dependiendo de la situación y el año”. Agrega que cuando llega la zafra, busca un tipo de personas que a veces resulta difícil de encontrar porque depende de cómo esté el mercado. “La zafra para nosotros empieza en febrero, que es cuando arranca el maíz y el sorgo, y se extiende hasta mayo o junio. La pradera arranca en octubre, y se extiende por noviembre y diciembre. Trabajamos en todo el país, y aunque principalmente en el sur, a veces nos extendemos por otras zonas, como por ejemplo este año Treinta y Tres y Cerro Largo”.
Conciliar la vida familiar y el trabajo no es una tarea tan simple, admite: “A veces los hijos van haciendo su propio camino, pero los míos siempre me han acompañado y me dan fuerza para seguir. Mi intención es que esto lo sigan ellos, porque veo les gusta y me apoyan mucho. Gracias a Dios estamos muy unidos. A veces se me hace difícil porque son días que falto en casa, pero trato de inculcarles siempre el trabajo y el sacrificio, y creo que ellos lo han aprendido”.
Rosana reconoce que en el rubro empresarial no abundan las mujeres a la cabeza, pero no se intimida. “Ya son tantos años en el medio que he aprendido a lidiar bien el ser mujer en un mundo de hombres, tengo buen relacionamiento con la mayoría. Trato de informarme siempre y estar preparada. En ese sentido por suerte no he tenido mayores problemas, trato de que tanto el empleado entienda lo que una quiere y que el cliente quede conforme con lo que nos piden. Ni que hablar que a veces la competencia es difícil, pero hay que remarla con lo que nos toca. He tenido muchas clientas mujeres, y tratado con muchas mujeres profesionales en el medio, siempre trato de nutrirme con datos e información, todo lo he aprendido con el tiempo”.
Sobre la relación de la vida familiar y su trabajo reflexiona: “Sin duda que como mujer se me ha hecho difícil, porque muchas veces no se entiende la falta de la madre en la casa, pero he tratado de mostrarles la actividad y que la entiendan, para poder explicarles muchas veces los retrasos en llegar a casa, los disgustos y preocupaciones y porque no las alegrías. Siempre recordando que con perseverancia, esfuerzo y trabajo todo se puede”, concluye con una sonrisa.
TE PUEDE INTERESAR: