Nuevos cambios en la matriz energética que involucran energía hidroeléctrica y nuclear intentan abastecer el gran consumo de la industria, comercio y hogares mientras que se intenta abandonar el carbón. Además, la falta de contenedores y su alto costo ponen presión al comercio internacional mientras que a nivel local se toman medidas para evitar una posible crisis del sector inmobiliario.
Mientras que a nivel mundial avanza la vacunación contra el coronavirus y los países ya están desarrollando y aplicando estrategias para reactivar los distintos sectores afectados por la pandemia mundial, China se ve obligada a buscar soluciones para la creciente demanda energética producto de la reactivación industrial y comercial. Simultáneamente, el gobierno adopta medidas para reducir las emisiones de carbono, que han obligado a racionar la energía.
Acorde a la División de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el año 2019 el gigante asiático generó el 28,7% de la producción de manufacturas del mundo. Este sector es el que más demanda energía, la cual se obtiene en su mayoría del carbón mientras que además del petróleo también aumenta el uso de la energía nuclear como así también de renovables como la eólica, solar y la hidroeléctrica.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), China representará el 40% de la “expansión global de la capacidad renovable” para el 2024 y ha invertido en distintos proyectos para asegurarse ello, como lo fue la mega central hidroeléctrica finalizada el mes pasado en la provincia de Sichuan, en el tramo medio y bajo del río Yalong, acorde a la noticia divulgada por el diario Global Times. Esta obra es la estación hidroeléctrica más alta de China y la segunda más alta del mundo y podría generar 11 mil millones de kilovatios de electricidad al año.
A pesar de estos esfuerzos, el país sigue siendo el mayor productor y consumidor de carbón, incluso llegando a importar desde Indonesia, Australia, Rusia, Mongolia y Filipinas. Respecto a Australia, las importaciones de carbón y otros recursos han sido paralizadas luego del incremento de las tensiones diplomáticas entre ambos países producto del pedido de “investigaciones objetivas” sobre el origen del coronavirus por parte del gobierno australiano.
La energía nuclear también avanza en el gigante asiático y el año pasado se proyectaba construir 14 reactores más acorde a la AIE, lo que representa el 4,9% de la electricidad que produce el país. Mientras que también China se prepara para finalizar la construcción de su primer reactor nuclear basado en torio según el diario ABC de Australia. De probarse efectivo sería más seguro y ecológico que los actuales que usan uranio, además que desde un punto de soberanía energética y política le sería más útil a China ya que posee reservas de torio en su territorio, evitando así depender de países como Australia o Canadá, con quienes ha tenido un deterioro de sus relaciones en los últimos años.
Mientras que se desarrollan estos proyectos energéticos, el país ha recurrido a aliados como Rusia para abastecer de electricidad a las regiones del noreste chino según informa la agencia rusa de noticias TASS.
Cuello de botella para la producción y problemas en el mercado inmobiliario
La reducción de mano de obra en puertos y agencias logísticas debido a la pandemia de coronavirus es uno de los factores que generó la actual escasez de contenedores usados en el transporte de bienes a nivel mundial. Esto, agregado a la reducción también de barcos ha hecho que el precio de los fletes suba y encarezca la importación y exportación de bienes.
Ya en noviembre del año pasado el costo del flete entre Uruguay y China pasó de 500 a 4300 dólares. Mientras que el grupo China International Marine Containers (CIMC), el mayor fabricante mundial de contenedores, comprará las actividades de la empresa de transporte de contenedores danesa Maersk, acorde al diario japonés Assia Nikkei. A pesar de su origen, Maersk construye sus contenedores en la ciudad de Qindao y se sumaría a la capacidad que actualmente tiene CIMC, que tiene una capacidad de producción de hasta 90.000 contenedores por año acorde a lo divulgado en su página web. Ya en casi temporada de Navidad sumado al “Black Friday”, los productores en Asia se encuentran con la dificultad de encontrar contenedores para enviar los pedidos hechos en el resto del mundo.
Otro problema que enfrenta China es la potencial crisis económica en su sector inmobiliario, liderada por Evergrande Real State Group, uno de los mayores grupos de promoción inmobiliaria del país y parte del ranking Fortune Global 500, puesto 122, donde están las empresas más grandes medidas por ingreso.
Con una deuda de más de 300.000 mil millones de dólares, el conglomerado inmobiliario ya ha anunciado a sus inversores que podría tener problemas de liquidez lo que ha generado manifestaciones de deudores como así de personas que han invertido en sus proyectos, llegando incluso a acudir a la sede de la empresa en Shenzhen para pedir que “les devuelvan el dinero” según un video difundido por el South China Morning Post. Actualmente tiene en desarrollo y finalizados 1236 proyectos inmobiliarios según el Global Times.
Mientras que las acciones de esta empresa fueron suspendidas el lunes pasado en la bolsa de Hong Kong a la espera de una “transacción mayor” acorde a Business Insider. Acorde a Global Times, la mayoría de Evergrande sería adquirida por la empresa china Hopson Development.
“Golpe en el FMI”
El economista estadounidense y Premio Nobel Joseph Stiglitz escribió la semana pasada un artículo en el sitio Project Syndicate defendiendo a la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva respecto a las acusaciones sobre el supuesto intento de favorecer a China en el ranking de mejores países para hacer negocios mientras que ella estaba en el Banco Mundial (BM). Acorde a Stigliz esto son “maniobras en curso para reemplazar o al menos debilitar sustancialmente” a la economista búlgara, quien acorde al colega estadounidense tuvo una “excelente” respuesta ante la pandemia de coronavirus y además permitió defender “exitosamente una emisión de 650.000 millones de dólares de “dinero” del FMI (derechos especiales de giro, o DEG), tan esenciales para la recuperación de los países de bajos y medianos ingresos”.
Para Stiglitz el problema radica en el informe que el estudio de abogados WilmerHale realiza por mandato del Banco Mundial, el cual cataloga a los países “según la facilidad para abrir y operar firmas comerciales”. Luego pasa a tildar de “pésimo producto” este índice ya que lo conoce desde “hace veinticinco años” y además debido a que las calificaciones recibidas por los países se daban en base a el porcentaje de impuestos corporativos y regulaciones laborales, siendo a menor cantidad de ambos mejor calificación. Luego pasa a mencionar un intento del economista y presidente del Banco Mundial, David Malpass, de cambiar la metodología del índice para que China caiga en este índice, informó Bloomberg. Luego también termina criticando las “rivalidades institucionales” entre el BM y el FMI que se vuelven a mostrar en el debate sobre “quien debería manejar u n nuevo fondo propuesto para “reciclar” los recientemente emitidos DEG de las economías avanzadas a los países más pobres”.
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