Xi Jinping ha vuelto a ser reelecto por tercera vez Secretario General del Partido Comunista y Jefe de la Comisión Central Militar China, lo que le asegurará un nuevo mandato como presidente.
Desde los días que Deng Xiaoping lidera con mano firme las granfes reformas políticas y económicas, no había existido en China un líder tan influyente y al mismo tiempo tan exitoso en materia social, capaz de sostener su gobierno por casi una década. Sin embargo la reelección de Xi Jinping estuvo en el foco de los medios internacionales por otro hecho que registraron las cámaras, en las que se ve como ex presidente Hu Jintao es invitado a retirarse de la sala del Congreso del PCC. Es sabido que Xi Jinping ha venido llevando adelante una purga y una limpieza contra la corrupción dentro de la administración china, y eran conocidas sus diferencias con su predecesor.
Ahora bien, las razones por parte del PCC para consolidar el poder de Xi Jinping, no son casuales, y están influenciadas por el complejo escenario internacional actual. El líder Chino ha demostrado a lo largo de sus dos mandatos, un fuerte modelo de conducción, que aún en momentos difíciles, le ha continuado dando rédito institucional y económico, sobre todo a pesar de la guerra comercial sostenida con EEUU que llegó a su fin con la tregua firmada por D. Trump, los efectos negativos de la pandemia de Covid-19, y la actual competencia tecnológica existente con Europa por la fabricación de microchips, de la que China tiene casi el monopolio mundial.
Por otra parte China ha sido de las pocas potencias mundiales que no ha suscripto el paquete de sanciones impuesto a Rusia, y es vista con recelo por parte de Occidente desde hace ya varios años, como lo demostraron las declaraciones del multimillonario George Soros en Davos en enero del 2019 en las que afirmaba que China junto con Rusia constituían un riesgo para la seguridad global.
Además en agosto del corriente año, en un movimiento altamente provocativo Nancy Pelosi, vicepresidenta de EEUU, realizó un viaje a Taiwán y elevó como nunca la tensión entre China y EEUU. Hace poco más de una semana antes de saberse su reelección, el presidente Xi declaró sobe este tema en el Congreso a los delegados del PCC:
“La resolución de la cuestión de Taiwán es un asunto del propio pueblo chino, y debe ser resuelto únicamente por el pueblo chino. Nos adheriremos a la perspectiva de una reunificación pacífica con la mayor sinceridad y los mayores esfuerzos, pero nunca nos comprometeremos a abandonar el uso de la fuerza, y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias”.
Así el gobierno de Xi Jinping ha dejado claro al mundo que piensa proteger a China a cualquier precio de los intereses desestabilizadores de Europa y EEUU, sobre todo ahora, que todo indica que hay que consolidar un mundo multipolar.
Continuador del camino aperturista trazado por Deng, el caudillo asiático, se propone robustecer las bases industriales de una gran nación que aspira legítimamente a ejercer el liderazgo mundial que le corresponde.
¿Estará renaciendo un nuevo imperio del Dragón versión siglo XXI?
¡Entre los muchos caprichos que ofrece la historia, a veces tolera que las naciones, resuciten su formato original, del mismo modo, que de cuando en cuando, a los seres humanos les rebrota un gens ancestral!
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