Mientras que el sistema internacional continúa su polarización y se impone para muchas naciones la dicotomía “Estados Unidos o China”, un bloque regional parece demostrar que es posible crear un equilibrio entre los intereses nacionales y el contexto exterior.
Por un lado comercio y por otro lado geopolítica. Así se podría describir el balance diplomático que ha logrado la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). El pasado miércoles 9 de septiembre tuvo lugar en Hanoi la reunión anual de los cancilleres del bloque, la cual se realizó de manera virtual y reunió a los máximos diplomáticos de Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia, Singapur, Filipinas, Indonesia, Malasia, Brunei y Vietnam.
La cumbre fue seguida por varios encuentros en los cuales se trataron temas como la pandemia de COVID-19, la cual lleva más 500.000 casos en todo el bloque, la disputa del Mar del Sur de China y varios encuentros virtuales con representantes de distintos países como así de las Naciones Unidas y de la Unión Europea.
Debido al contexto en que la ASEAN está situada actualmente, en donde China es su mayor socio comercial y existe una dependencia militar de Estados Unidos, las cumbres con los representantes de ambas naciones fueron las jornadas más interesantes debido al interés que tienen de posicionarlos bajo su influencia.
El mismo día y luego de la declaración conjunta de los cancilleres de la ASEAN, en la que llamaban a la “resolución pacífica de las tensiones”, se realizó la cumbre 10+1 con China, en la cual el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, alertó sobre las actividades militares de Estados Unidos en la región.
Basándose en ejercicios recientes de la Marina de Estados Unidos, Wang acusó a Washington de interferir en los esfuerzos chinos y de la ASEAN para lograr soluciones pacíficas. Esto se da en el marco de los reclamos territoriales en el Mar del Sur de China que, acorde a la línea de “nueve puntos” propuesta por el gigante asiático, abarcaría un área marítima que también es reclamada por cuatro miembros de la ASEAN: Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam.
El jueves fue la reunión con el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, que en un mensaje contundente y claro a sus pares asiáticos afirmó: “No dejen que el Partido Comunista Chino les camine por encima”, llamando así a una participación más fuerte contra el gigante asiático. Además, se pronunció respecto a aumentar la cooperación económica y de seguridad, aunque el discurso fue dirigido a la puja que mantiene su país con China.
Luego se emitió un comunicado de prensa defendiendo el “crecimiento económico abierto y basado en reglas”, mientras que acusan de “prácticas comerciales opacas y depredadoras” a empresas estatales chinas, como la China Communications Construction Company, llamando así a cortar lazos con empresas “abusivas”. “No solamente hablen, actúen”, sostuvo Pompeo.
Acuerdos y desacuerdos
Durante los días siguientes informaron mediante la televisión estatal vietnamita un acuerdo impulsado por Estados Unidos por un valor de 153 millones de dólares, que será para proyectos colaborativos destinados a mejorar la economía y el manejo de aguas de la cuenca del río Mekong, del cual dependen más de 60 millones de personas para la agricultura y la pesca. Mientras que el año pasado tuvo una sequía histórica, la región acusa a China debido a que tiene 11 represas en el inicio del río, lo que le da el control sobre la regulación de los flujos del río.
Pero lo más importante de esta cumbre es el ajedrez que juegan varios países entre medio de China y Estados Unidos. Teniendo distintos tipos de relación con ambas potencias, sin intentar alinearse con cualquiera de las dos. Por ejemplo Malasia mantiene un proyecto ferroviario bajo la iniciativa de la Nueva Ruta de Seda por más de 10.000 millones de dólares que ha impulsado China en este país.
Además que el ministro de defensa chino, Wei Fenghe, realizó una visita al primer ministro malasio, Muhyiddin Yassin, el día previo al inicio de la cumbre de ASEAN. Además Wei también visitó a su contraparte indonesia Prabowo Subianto.
Por su parte Filipinas es otro país que promueve su agenda, la cual varía entre las dos potencias mundiales acorde al interés nacional. Su presidente, Rodrigo Duterte, ha intentado desde el inicio de su mandato demostrar independencia. Para ello ha intentado distanciarse de Estados Unidos, país del que fuera colonia y quien ha tenido influencia durante todo el siglo pasado. Para ello en febrero de este año notificó a Estados Unidos del fin del Acuerdo de Fuerzas Visitantes (AFV), lo que da marco legal a las tropas extranjeras en su país y también ha generado polémica a nivel local por los militares estadounidenses involucrados en homicidios, los cuales han tenido penas pequeñas o directamente ninguna.
Al mismo tiempo, Filipinas ha recibido más de 550 millones de dólares por parte de Washington en ayuda militar a las Fuerzas Armadas. Pero su acercamiento a China alerta a Occidente, ya que una semana antes de la cumbre, Duterte aprobó la construcción del Aeropuerto Internacional Sangley Point, este proyecto se realizará en conjunto entre China Communications Construction Company (CCCC) y MacroAsia corporation, compañía local. En este proyecto se expandirá el aeropuerto ya existente y se recuperarán tierras de la bahía de Manila, la capital del país. Luego de esto, un día antes del inicio de la cumbre, el secretario de defensa de Filipinas, Delfin Lorenzana, anunció la firma de un acuerdo de construcción de torres de teléfonos móviles con la empresa Dito Telecommunity Corporation. Esta empresa de telecomunicaciones tiene el 40% de sus acciones en manos de la empresa estatal china, China Telecommunications Corporation, la cual acorde a lo firmado con el país surasiático, podrá construir esas torres dentro de las bases militares filipinas.
Duterte ha respaldado estas acciones y sostuvo que ignoraría las sanciones de Estados Unidos y permitiría que las empresas chinas incluidas en la lista negra participaran en su esquema de infraestructura multimillonario “Construir, construir, construir”. El portavoz presidencial Harry Roque dijo que Duterte “no seguiría las directivas de los estadounidenses porque somos una nación libre e independiente y necesitamos inversores de China”.
Vietnam es posiblemente el que más siente el peso de esta doble relación con ambas potencias, ya que acorde al medio vietnamita Vietnam+, este país es el mayor socio comercial de China dentro de la ASEAN y el séptimo a nivel mundial, teniendo intercambios comerciales hasta el mes de agosto de este año por un valor de 111 millones de dólares.
También han tenido disputas debido a las sequías que ha sufrido el río Mekong, el cual comienza en China y pasa Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam. Este curso de agua tiene una gran producción arrocera como así grandes comunidades de pescadores, pero la sequía del año pasado afectó seriamente a distintos sectores productivos, debido al efecto causado por las represas construidas desde el inicio del Mekong, teniendo solamente China 11 de ellas mientras que Laos y el resto también tienen las suyas. A pesar de no tener tratados formales sobre el uso del agua, el gigante asiático se ha comprometido en investigar las causas de la sequía más importante que ha tenido dicho curso de agua.
Pero por otro lado Vietnam mantiene con China una disputa territorial respecto al Mar del Sur de China, denunciando el mes pasado una violación de su soberanía por parte del gigante asiático al realizar ejercicios militares en una parte del mar que está siendo disputada por ambos países. Desde Hanoi se afirmó que las acciones de Pekín “complican” las negociaciones para lograr un código de conducta en la región, algo que desde la ASEAN se ha intentado lograr con escaso éxito.
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