Para potenciar la “cohesión social” y evitar mayores fracturas en las comunidades nacionales, el organismo internacional, junto a varios países, propuso cobrar más impuestos a las grandes empresas que vienen aumentando sus ganancias durante la pandemia. Además, Estados unidos promueve medidas similares, aunque el mayor desafío para lograrlo será que países con distintas políticas fiscales se pongan de acuerdo.
Esta pandemia está dejando ganadores y perdedores a nivel mundial. El comercio electrónico (Amazon), las grandes cadenas de supermercados o empresas de tecnología como Apple, Microsoft, Tesla y NVIDIA se han fortalecido, mientras que los comercios locales, restaurantes, gimnasios, pubs y pequeñas fábricas deben despedir a sus empleados y cerrar, algunas veces para siempre, debido a la falta de apoyo.
El impacto económico que tienen las pymes es muy grande, ya que la mano de obra junto a los costos y ganancias que tienen las empresas locales son en su mayoría pagadas en su país, estimulando la economía local y fortaleciendo las comunidades rurales, pueblos y ciudades.
Según la revista Harvard Business Review, el 85% de las empresas del mundo son familiares, y a pesar de que muchas de ellas no cotizan en bolsa, sin importar su tamaño, tienen una importancia estratégica a la hora de evitar el vaciamiento de los pueblos y el descontento social en tiempos en que la regla es el comercio global en el marco de la cuarta revolución industrial.
El contraste entre ganadores (gigantes tecnológicos multinacionales) y perdedores (pymes locales) es tan grande que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha propuesto un “impuesto de solidaridad a los ganadores de la pandemia”. En su informe monitor bianual titulado “Una oportunidad justa”, sostienen en el capítulo dos, que las empresas con altos ingresos y muy rentables deberían pagar para reforzar la cohesión social. Dejando de lado la cuestión económica, el FMI pone al descubierto la importancia de mejorar el grado de pertenencia de los individuos en las sociedades de los Estados nacionales, en tiempos de mayor polarización producto del desempleo y la automatización de procesos productivos que priman la economía global antes que un punto medio entre el comercio internacional y las comunidades nacionales.
“La pandemia de covid-19 ha exacerbado las desigualdades y la pobreza preexistentes y ha demostrado la importancia de las redes de seguridad social. También ha puesto al descubierto las desigualdades en el acceso a los servicios básicos (atención médica, educación de calidad e infraestructura digital) que, a su vez, pueden provocar que persistan las brechas de ingresos de generación tras generación”; así comienza el capítulo dos del informe y sigue llamando a que los gobiernos apunten a mejorar el acceso a servicios públicos de calidad. También afirma que algunos efectos de la pandemia serán duraderos en los mercados laborales.
Por su parte, el director del Departamento de Asuntos Fiscales, Vitor Gaspar, sostuvo en una conversación con el Financial Times que “el aumento simbólico de los impuestos de quienes han prosperado durante el año pasado reforzaría la cohesión social, incluso si no existiera una necesidad urgente de reparar las finanzas públicas. Los países deben considerar esta política, ya que ayudaría a impulsar la percepción de sus ciudadanos “de que todos contribuyen al esfuerzo necesario para la recuperación del covid-19”. A modo de ejemplo, citó el impuesto de solidaridad creado por Alemania luego de su reunificación.
Gaspar se refiere al recargo solidario o “Soli” como le dicen en Alemania, que además del impuesto a la renta se impone una tasa de 5,5% para los ingresos más altos a partir de 1991, con motivo de los costos que implicó la reunificación germana en base a las deudas, pensiones y mejoras de infraestructura que tenía que pagar la difunta Alemania del este. A pesar de haberse reducido el monto este año, se mantiene vigente como medida para mitigar los efectos que tuvo la desigualdad de sistemas económicos reinantes en ambas Alemanias.
Pero este tipo de medidas se intenta que sean a nivel global más que por país, y así lo promueve la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que intenta lograr un consenso entre naciones para terminar con la evasión fiscal que varias multinacionales llevan a cabo. El método que utilizan es que las empresas declaran sus ganancias en países con las tasas impositivas más bajas, sin importar exactamente dónde se encuentren sus clientes. Ejemplo de esto son los gigantes tecnológicos a los cuales varios países como Francia, España o Australia le han aplicado impuestos.
¿Un nuevo sistema internacional de impuestos?
Un país que dio un gran cambio en la política fiscal fue Estados Unidos, mediante su secretaria de Tesoro, Janet Yellen, la cual declaró que su país “está trabajando con las naciones del G20 para acordar un impuesto mínimo global corporativo para detener la caída”. En un artículo publicado el miércoles pasado en el diario The Wall Street Journal, Yellen defendió la necesidad de estas medidas. Titulado “Un mejor impuesto corporativo para Estados Unidos”, habla a favor del plan fiscal “Made in América” propuesto por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en el que los impuestos a las multinacionales serán calculados de país en país en vez de hacerlo en base a las ganancias globales que tienen. Además, afirma que la recaudación de impuestos corporativos ha llevado al 1% del PBI, el punto más bajo desde 1945.
El “Made in América” de Biden también penalizaría la exportación de empleos al extranjero e incentivaría las inversiones en infraestructura y energía verde, transporte y manufactura. Además, a las empresas se les ofrecería una variedad de nuevos créditos fiscales, que van desde beneficios para lidiar con los despidos de la fuerza laboral hasta incentivos para pequeñas empresas y así ofrecer planes de ahorro para la jubilación.
En la segunda cumbre de ministros de Finanzas y presidentes del Banco Central del G20 el pasado miércoles, se discutió la necesidad de reactivar la economía y avanzar en la cuestión impositiva. Mediante una cumbre virtual y con un comunicado final, el grupo reafirmó su “intención de continuar cooperando para lograr un sistema internacional de impuestos moderno, sustentable y justo”. A su vez, reafirmaron su intención de lograr soluciones en base al consenso para la agenda impositiva global a mediados de este año.
Esta idea tiene como objetivo desalentar a las multinacionales de trasladar sus beneficios a países que tengan impuestos bajos, como el caso de Irlanda, Singapur, Luxemburgo o Hong Kong. Pero la dificultad que tendrán para lograr esto es que varios países establecen bajos impuestos para las empresas a modo de atraerlas. Ejemplo de esto es la investigación realizada por la Comisión Europea en el 2019 sobre la reducción impositiva que Apple tuvo por más de 20 años en Irlanda debido a los acuerdos hechos con el gobierno de ese país, lo que le llevó a pagar bajos impuestos (en el 2014 apenas fue 0,005%) y tuvo la posibilidad de acceder en mejores condiciones al mercado europeo. Por esta situación, la comisión aplicó una multa de 13 mil millones de euros a Apple por impuestos impagos.
Otro problema es que, en un sistema multipolar, como es el actual a nivel internacional, varios países tienen el incentivo de no ingresar a este potencial acuerdo global impositivo como forma de tener un impuesto más bajo y poder atraer empresas, que de otra forma no podrían si los países como Estados Unidos, Australia, Alemania o Francia no decidieran aplicar impuestos.
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