En entrevista con La Mañana, el analista y especialista en estrategia militar Gustavo Vila analiza los eventos clave y las dinámicas geopolíticas que han marcado el desarrollo del conflicto ruso-ucraniano a dos años y medio de su comienzo. Su perspectiva ayuda a comprender cómo los intereses nacionales y las tensiones globales están moldeando la guerra y sus posibles futuros desenlaces.
¿Cómo ha evolucionado el conflicto desde su inicio hasta el día de hoy?
El 24 de febrero de 2022 Rusia empieza su operación militar. Inicialmente les va bien, ponen sitio a Kiev y a Járkov, que son las ciudades más importantes de Ucrania. Ellos ya estaban establecidos firmemente en la península de Crimea y en Lugansk y Donetsk desde el 2014 o 2015, donde lograron poner cerco. Después tienen un traspié, hay una contraofensiva de los ucranianos entre marzo y abril del 2022 por la que expulsan a los rusos de Kiev. En mayo los rusos toman Mariúpol, donde estuvo combatiendo el batallón Azov, que decían que era neofacista –y no estaban muy lejos–. Esa conquista fue vital porque pudieron consolidar un puente terrestre entre Rusia y la península de Crimea. En julio del 2022 los rusos continúan presionando en el sur y logran tomar una ciudad importante, y eso les permite controlar Lugansk, una de las provincias que desde el 2014 estaba ocupada por rusos. Entre septiembre y octubre los ucranianos pudieron correr a los rusos de Kiev y de Járkov, recomponiendo la situación. Para fines del 2022, lograron replegar a los rusos a la orilla derecha del río Dniéper, que divide en dos a Ucrania, en la provincia de Jerson, lo que obligó a los rusos a pasar para el otro lado del río.
En el 2023 los hechos más significativos son de febrero a junio o julio, con la batalla por Soledar y Bajmut, dos ciudades que están pegaditas. Bajmut fue una masacre, un episodio reminiscente a la primera guerra mundial, que marcó la victoria de los rusos. A partir de junio inició la famosa ofensiva tan promocionada por la OTAN y Estados Unidos, que en la práctica resultó un fracaso, porque desde junio a diciembre los ucranianos apenas lograron penetrar una línea de defensa rusa muy densa. Avanzaron 30 o 40 kilómetros y se estancaron. En diciembre del año pasado los rusos tomaron la ciudad de Marinka, cerca de Donetsk y en febrero del 2024 tomaron otra ciudad que era el símbolo de la resistencia ucraniana, Avdivka. Luego en mayo de este año, otra vez los rusos cruzan la frontera por el norte y amenazan a Járkov, y ahí llegamos prácticamente al presente, donde vemos que los rusos –desde mi perspectiva– tienen la iniciativa y van cumpliendo sus objetivos. Creo que los ucranianos más que accionar están reaccionando y su resistencia dependerá de la disposición que tenga Occidente en proporcionarles armas, apoyo político y económico. Entiendo que la guerra está tomando un rumbo favorable para Rusia.
¿Se puede esperar una rendición de Ucrania?
No sé si Ucrania se va a rendir de una. Sin lugar a duda, hay una asimetría tremenda entre Ucrania y Rusia. La población ucraniana es un tercio de la rusa, pero Ucrania ha estado preparándose para esto por mucho tiempo. El conflicto no comenzó en 2022, sino en 2014, desde entonces, Ucrania ha estado fortificando su territorio, organizando las ciudades y su servicio de defensa civil, acumulando reservas y reorganizando sus fuerzas armadas. Occidente, precisamente desde 2014, ha estado intentando transformar el ejército ucraniano de una fuerza de la era soviética en un ejército occidental, todo esto explica el buen desempeño de los ucranianos, cuya valentía nadie puede negar.
¿Cuáles fueron los sucesos de 2014 que llevaron a este conflicto?
La Unión Soviética implosionó entre 1989 y 1991, afectando a todas sus repúblicas, incluida Ucrania, que se independizó pero mantuvo muchos dirigentes excomunistas. En 2004-2005, las revoluciones de colores en Europa Oriental y la expansión de la OTAN hacia el este tensaron las relaciones. En 2013, el presidente ucraniano Yanukovych, que inicialmente había manifestado intención de unirse a la Unión Europea, bajo presión de Rusia, revirtió su decisión, provocando el Euromaidán y su eventual derrocamiento en 2014. Rusia, viendo que Ucrania se iba a integrar a la Unión Europea, interviene en la península de Crimea, donde la mayoría de la población es rusoparlante, y anexó cuatro provincias con mayoría rusa: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Luego los prorrusos en el este de Ucrania iniciaron una rebelión alentada por Rusia por la que Crimea se declara parte integrante de Rusia, que culminó en el acuerdo de Minsk en 2015, y a partir del cual el gobierno ucraniano se comprometió a reformar la Constitución y a darle un determinado grado de autonomía a esas provincias donde hay mayoría rusa. Crimea es estratégica para Rusia por su ubicación en el Mar Negro y la base naval de Sebastopol. En la práctica no se cumple con lo acordado y está servido el plato para la guerra. Desde entonces, Occidente ha preparado a las fuerzas armadas ucranianas para un eventual conflicto con Rusia.
¿Qué factores geopolíticos influyen en el conflicto Rusia-Ucrania?
Lo que pasa en Ucrania tiene raíces geopolíticas. Por un lado, está la concepción del Heartland (corazón continental) forjada por el inglés, John Mackinder allá por 1904 en su tratado El pivote geográfico de la historia, que propone que quien controle la región central de Eurasia, incluyendo gran parte de Rusia y Europa del Este, dominará el mundo. Mackinder argumentaba que esta vasta área continental era inaccesible para el poder naval y rica en recursos, lo que la convertía en la base potencial para el control global. Según su visión, el poder mundial dependía del control de esta región estratégica, por eso la importancia que tiene para la OTAN y Estados Unidos el tema Rusia.
A su vez está el otro concepto, el de Rimland, del geopolítico norteamericano Nicholas Spykman, que se refiere al anillo o a la franja costera que rodea la masa continental de Eurasia, incluyendo partes de Europa occidental, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Spykman argumentaba que el control de esta región era más crucial para el dominio global que el control del Heartland de Eurasia, debido a su acceso a rutas marítimas, recursos naturales y la capacidad de influir en los grandes poderes terrestres de Eurasia. Si nos ponemos a pensar, la estrategia global de la OTAN está siguiendo a pie juntillas a Spykman, es decir, reconoce la importancia del área pivote del Heartland y la necesidad de cercar esa área a Rusia. No es casualidad lo que está pasando.
¿Cuáles son los objetivos políticos de Rusia y Ucrania?
Cuando empezó esta guerra Rusia quería incorporar al Estado ruso las cuatro provincias ruso-parlantes de Ucrania (hoy tiene dos tercios de esos territorios), asegurar el acceso terrestre a la península de Crimea, que Ucrania no se integre a la OTAN y que no tenga un sistema de defensa que signifique una amenaza para su seguridad. Hay que tener en cuenta que Járkov está a 600 kilómetros de Moscú. Si Estados Unidos tuviera a un país adversario a 600 kilómetros de Washington, integrado a una alianza como la OTAN, ¿estaría contento? En la guerra la primera víctima es la verdad. Nosotros tenemos una visión del conflicto que está muy influida por la visión de Occidente, pero para hacer un análisis hay que ver también la visión del otro lado. Entonces, ¿cuál es el objetivo político de Ucrania? Idealmente, recuperar Crimea y las cuatro provincias que hoy por hoy fueron incorporadas a Rusia. Lo otro que quiere hacer es ingresar a la Unión Europea y a la OTAN. En la práctica, solos no lo van a lograr, necesitan la ayuda de Occidente y de OTAN. La cuestión es hasta qué punto está dispuesta a llegar la OTAN para ayudar a Ucrania. En la realidad, Ucrania probablemente aspirará a minimizar la pérdida de territorio y a asegurar sus fronteras, ya sea mediante la integración a la OTAN o con garantías internacionales. Hay que ver en función de estos objetivos políticos, cuál de los dos está más cerca y con base en el desarrollo de los acontecimientos, qué es lo que puede pasar de aquí al más.
¿Y la OTAN? ¿Cuál es su objetivo?
La OTAN necesita de un enemigo porque si no, no tiene razón de existir. Luego de la caída de la URSS tuvo que crear un nuevo enemigo, en ese sentido Rusia les vino como anillo al dedo, ya que sin un peligro inminente los países miembros dejan de aportar. Por otro lado, la Unión Europea se ha convertido en un socio secundario de Estados Unidos. Allí surge la pregunta: ¿hasta cuándo Estados Unidos continuará apoyando esta estructura? La Unión Europea y los países miembros de la OTAN tienen intereses y estrategias nacionales divergentes. Si con el gobierno de Trump Estados Unidos deja de ser el aglutinador de la OTAN, empezarán a primar las diferencias entre los supuestos aliados. El mundo es como un tablero de ajedrez. La guerra de Rusia con Ucrania es un casillero, pero hay otros casilleros donde están pasando otras cosas, entonces los que se pelean en un casillero son amigos en otro, cada uno con sus intereses. Es tremendamente complicado. Aliados y enemigos no son siempre los mismos en distintos conflictos porque el mundo se maneja por la lógica del interés nacional.
Recientemente el candidato a la presidencia estadounidense por el partido republicano, Donald Trump, dijo en un discurso de campaña que terminará con esta guerra. ¿Podemos esperar que se llegue a un acuerdo de paz con el retorno de Trump a la Casa Blanca?
Se dice que las guerras que empiezan los demócratas las terminan los republicanos. La guerra de Vietnam, por ejemplo, la empezó un demócrata, Kennedy, y la terminó un republicano, Nixon. No podemos hacer futurología, pero pienso que Trump, a pesar de todas las causas judiciales que tiene abiertas, va a ser el ganador y que su llegada a la Casa Blanca va a suponer un distanciamiento entre el eje, Estados Unidos, la Unión Europea y OTAN. Siempre los republicanos pensaron hacia adentro, solo se involucran en aquellos conflictos donde les va la vida, pero donde no, que se arreglen solos. Por esto considero que habrá una reducción considerable en el apoyo a Ucrania. Me parece que Trump va a seguir apostando a la relación que tiene con Inglaterra –que está fuera de la Unión Europea– y a la que tiene con Israel. Creo que a Israel sí le va a seguir brindando apoyo, y va a tomar una posición más firme contra Irán. Entiendo que Trump va a buscar la manera de desengancharse del problema en Europa para orientarse en su prioridad, la región Indo-Pacífica y China.
Por otro lado, no me imagino a Rusia abandonando los territorios que hoy controla, mucho menos yéndose de Crimea. Porque desde Luhansk, actualmente incorporada a Rusia, hasta el espacio terrestre entre el Mar Negro y el Mar Caspio, hay cerca de 700 kilómetros. Esta zona es vital para Rusia, ya que planea construir el canal Eurasia, una obra de ingeniería que conectará el Mar Negro con el Mar Caspio a través de un sistema de ríos y canales, permitiendo llegar al Océano Ártico desde el norte de Rusia. Si pierde el territorio entre el Mar Caspio y el Mar Negro, no podrá realizar esta obra y su hegemonía en el Mar Negro estará en riesgo. Actualmente, seis países tienen costa en el Mar Negro: Rusia, Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia. Para Rusia, esto es vital y nunca lo sacrificará. Además, si pierde esa región, aumentará el riesgo de fragmentación de Rusia, que también se extiende hacia el este, hacia Asia Central. Perder esa región incrementaría el riesgo de atomización en el sur, por eso el Cáucaso es tan importante para ellos.
Anteriormente mencionó que veía poco probable una escalada nuclear. A la luz de la situación actual, ¿opina lo mismo? ¿Se evitaría llegar a esa instancia?
No creo que se llegue a esa instancia. Aunque es seguro que fuerzas especiales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Polonia, Francia y otros países están operando encubiertamente con los ucranianos, si la OTAN se involucrara directamente y Rusia perdiera sus conquistas y sus fronteras anteriores al conflicto se vieran amenazadas, es posible que Putin utilice alguna arma nuclear táctica (pequeña) para demostrar su disposición a usar armas nucleares y así negociar. La política es el arte de la negociación, por lo que podría usar armas nucleares tácticas en algún lugar donde no causara mucho daño para establecer una línea roja y negociar. Rusia ha amenazado con usar armas nucleares en muchas ocasiones si ciertos límites se cruzan, pero no es un tema sencillo. El daño causado por un arma nuclear sería tan grande que perderían todo.
Hoy, Rusia enfrenta un trilema, cuyas variables son: los elementos militares, la capacidad económica y el apoyo popular. Por un lado, está haciendo un esfuerzo militar para ganar la guerra; por otro, necesita mantener una capacidad económica que no puede ser debilitada por las demandas militares, ya que no puede militarizar demasiado el conflicto sin perder capacidad económica, lo cual es crucial para una estrategia a largo plazo. Esto podría durar muchos años si Europa continúa apoyando a Ucrania. La tercera variable es el apoyo popular, que el gobierno de Putin necesita para evitar una crisis interna. Rusia buscará una solución negociada que no implique abandonar lo que ya tiene.
Si ocurriera un colapso en Ucrania, Rusia podría intentar tomar Odessa, la tercera ciudad más importante, situada en el Mar Negro y tradicionalmente rusa (fundada por los zares). Si controla Odesa, Ucrania perdería todos los accesos al Mar Negro, aunque esto sería difícil. El arma nuclear sería la última opción para Rusia en caso de ir perdiendo. Rusia considera que pierde cuando tiene que abandonar los territorios que obtuvo en el este de Ucrania. Si tuviera que perder Crimea, entonces existe la posibilidad de que utilice armas nucleares. Sin duda, si fuerzas extranjeras entraran en territorio ruso, usaría un arma táctica para disuadir, como diciendo: “Miren, yo usé un arma táctica, si ustedes siguen penetrando mi territorio, usaré un arma más potente”, forzando así un acuerdo de paz. Este es un escenario posible, pero poco probable. Es más probable que la OTAN deje de apoyar a Ucrania cuando Trump vuelva al poder y obligue a los ucranianos a negociar.
“Aliados y enemigos no son siempre los mismos en distintos conflictos”
El coronel (r) Gustavo Vila es magíster en Estrategia Nacional y especialista en guerra irregular y terrorismo. Ha ocupado roles clave en el Estado Mayor del Ejército y participado en misiones operativas internacionales. Actualmente es profesor de los Cursos de “Geopolítica del Terrorismo Fundamentalista Islámico”, “Terrorismo como fenómeno que afecta las Relaciones Internacionales”, y “Estrategia de Prevención y Respuesta a las Amenazas Complejas del siglo XXI”, que se imparten en Comando de Altos Estudios Nacionales, donde es director del Posgrado de Especialización en Inteligencia Estratégica.
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