Estados Unidos dejará de realizar misiones de combate en Irak, poniendo fin a 18 años de intervenciones militares en ese territorio. En Afganistán más de la mitad de las tropas norteamericanas ya se han retirado mientras aumentan los combates entre el gobierno y el Talibán en todo el país, generando temores de una mayor desestabilización en toda la región.
El inicio del siglo XXI estuvo marcado por el crudo suceso de los atentados del 11 de setiembre de 2001, en Nueva York y Washington. Un mes después, bajo el gobierno de George W. Bush, Estados Unidos encabezó la invasión de Afganistán con el objetivo de encontrar a Osama Bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda, organización terrorista responsable del atentado.
Luego, en 2003, una coalición liderada por Estados Unidos y Reino Unido invadió y ocupó Irak, con el pretexto de supuestos vínculos del presidente Saddam Hussein con Al Qaeda y la posible amenaza de armas de destrucción masiva.
La invasión fue considerada “ilegal” por el entonces Secretario General de Naciones Unidas, Koffi Annan, y condenada duramente por el papa Juan Pablo II. Años después, uno de los ingenieros iraquíes cuyo testimonio fue usado por Washington confesó haber mentido sobre la existencia de esas armas.
Peligro de fragmentación en Irak
Los 18 años posteriores a la invasión desencadenaron inestabilidades a nivel local y regional tanto en el escenario político como social y económico debido al surgimiento de grupos extremistas como el ISIS, primero dependiente de Al Qaeda y luego autónomo, que nació para contrarrestar la presencia estadounidense en el país y crear un califato islámico mundial.
Esto generó otro conflicto en 2014 cuando ISIS atacó Irak y Siria, capturando grandes extensiones de territorio de estos países debilitados por una guerra de baja intensidad en Irak y la primavera árabe con su posterior guerra civil en Siria.
Vencido el ISIS y su intento de califato, Irak se enfrenta actualmente a una fragmentación de poder en donde actualmente coexisten el gobierno iraquí, el gobierno autónomo del Kurdistán y varias milicias chiitas relacionadas con Irán. Esta situación será determinante para el futuro del país ya que en octubre de este año habrá elecciones parlamentarias.
Sumado a esto, la semana pasada se reunieron el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Irak, Mustafa al-Kadhimi, para firmar un acuerdo que formalmente finalizará las misiones de combate estadounidenses en Irak para fines de este año y se pasará a un rol estrictamente de asesorar y formar las fuerzas de seguridad iraquíes.
Según Reuters, Biden afirmó: “Nuestro papel en Irak será estar disponibles, continuar entrenando, asistiendo, ayudando y tratando con ISIS a medida que surja, pero no vamos a estar, para fin de año, en una misión de combate”. Esta decisión ocurre en el marco de la retirada total de Estados Unidos de Afganistán, la cual fue anunciada en abril de este año y se planea finalizar el próximo 11 de setiembre. Según lo publicado por la Casa Blanca, actualmente más de la mitad de todas las tropas norteamericanas ya se han retirado del país y la misión militar finalizará el día 31 de este mes.
La presencia del Talibán
De acuerdo al Instituto Watson de la Universidad Brown de Estados Unidos, desde la invasión en 2001 de Afganistán, Estados Unidos ha gastado 2,26 billones de dólares en la guerra, que incluye operaciones tanto en ese país como en Pakistán. Esto no incluye el costo de cuidados médicos para los veteranos de guerra ni los pagos de intereses por el dinero que Estados Unidos pidió en préstamos para financiar el conflicto, que según este mismo instituto fue por 2,02 billones de dólares y resultó en una acumulación de intereses 925 mil millones de dólares hasta el año pasado.
En febrero del año pasado el gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, firmó un acuerdo de paz con representantes del Talibán que incluía la retirada de todas las tropas estadounidenses y de la OTAN de Afganistán de manera progresiva, una promesa de los talibanes de evitar que al-Qaeda opere en áreas bajo el control de los talibanes y negociaciones entre este grupo y el gobierno afgano.
Esta política de gobierno fue seguida en abril de este año por Biden y el mes pasado afirmó en declaraciones a la prensa: “Estados Unidos hizo lo que hicimos en Afganistán: atrapar a los terroristas que nos atacaron el 11 de septiembre y hacer justicia a Osama Bin Laden, y degradar la amenaza terrorista para evitar que Afganistán se convierta en un base desde la cual se podrían continuar los ataques contra Estados Unidos. Logramos esos objetivos”. Además, agregó: “No fuimos a Afganistán para construir una nación. Y es el derecho y la responsabilidad del pueblo afgano solo decidir su futuro y cómo quiere gobernar su país”.
Estados Unidos asumirá el mismo rol en Afganistán que en Irak. El mandatario estadounidense afirmó: “Brindamos a nuestros socios afganos todas las herramientas, permítanme enfatizar: todas las herramientas, entrenamiento y equipo de cualquier ejército moderno. Proporcionamos armamento avanzado. Y continuaremos proporcionando financiación y equipo. Y nos aseguraremos de que tengan la capacidad de mantener su fuerza aérea”.
Esto ha tomado mayor importancia en momentos donde el gobierno nacional afgano mantiene duros combates contra los talibanes en varias partes del país. Los talibanes poseen la mayoría de los distritos del país (según Associated Press) pero la mayoría de las zonas aún controladas por el gobierno son las que tiene mayor población, como la capital del país, Kabul.
Ante esta situación Estados Unidos inició el mes pasado la operación “Refugio Aliado” para también relocalizar en Norteamérica y en otros países a aquellos iraquíes y afganos que han asistido a las fuerzas estadounidenses como traductores y en otras áreas. Según la Casa Blanca, más de 20.000 personas han aplicado para Visas Especiales de Inmigrantes (VEI).
De acuerdo a la vocera del gobierno, Jen Psaki, esta cifra “no incluye a los miembros de la familia que también estarían incluidos en el proceso”. Sobre el proceso de este trámite, agregó: “Después de que se completa un proceso de investigación de seguridad, los solicitantes pueden ser elegibles para recibir lo que se conoce como ‘libertad condicional humanitaria’ en la que una gran parte de ese grupo podría ser reubicado en una base militar en los Estados Unidos donde recibirían chequeos médicos”, agregó.
Reacciones de China y países de Asia Central
En su avance, el Talibán ha capturado varios pasos y cruces de frontera con Irán, Turkmenistán, Pakistán y Tayikistán, lo que ha generado inquietud en esos países y en la región, en algunos casos incluso activando movilizaciones militares.
Por ejemplo, el mes pasado llegaron más de 1200 soldados afganos a Tayikistán, algunos provenientes de la provincia de Badakhshan, que habían huido ante el avance Talibán, según Al Jazeera. Luego de esto, el presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, ordenó la movilización de 20.000 reservistas para reforzar la frontera de más de 1200 kilómetros que tiene con Afganistán. Además del llamado a los reservistas, Tayikistán ha realizado ejercicios militares con Rusia, quien mantiene bases en dicho país.
Hoy miércoles comenzarán ejercicios militares ruso-uzbekos con el mismo objetivo ya que el gigante euroasiático sigue de cerca los sucesos en Afganistán a pesar de que ya han ocurrido conversaciones entre jerarcas rusos y una delegación Talibán que afirmó: “El grupo garantiza que el territorio afgano no se usará contra la seguridad de Rusia ni de otros Estados y tampoco atacarán misiones diplomáticas”.
Por su parte, China también mantiene su atención y según la cadena de noticias china Xinhua, el pasado miércoles se reunieron el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi y el líder y cofundador del Talibán, Mullah Abdul Ghani Baradar. Durante las conversaciones, Wang Yi llamó al diálogo “interétnico y cultural entre afganos” además de “poner primero los intereses nacionales y establecer la paz como meta”.
Además, se trató el tema del Movimiento Islámico de Turkestán del Este (MITE), que según el Consejo de Seguridad de la ONU sería un grupo terrorista y, como afirmó el canciller, una “amenaza directa a la integridad territorial y a la seguridad nacional de China”. Además, llamó al Talibán que marquen una línea clara con el MITE y otros grupos terroristas, y los repriman de manera resuelta y efectiva a fin de eliminar obstáculos y crear condiciones favorables para la paz, la estabilidad y el desarrollo regionales.
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