Se considera un “exiliado” dado que abandonó el país no por voluntad propia sino “por las condiciones económicas y las limitaciones a la libertad académica” que lo afectaron cuando residía y ejercía su profesión en su Venezuela natal. Actualmente, el doctor en Ciencias Sociales, José Briceño Ruiz, vive en ciudad de México donde es profesor de la prestigiosa UNAM e integrante del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC).
En entrevista con La Mañana, Briceño Ruiz afirmó que el gobierno de Nicolás Maduro “es autoritario e ilegítimo” y opinó que la profundidad de la crisis hace que sea posible pensar en elecciones en el corto plazo, aunque reconoce que también existen obstáculos para ello debido a las posiciones radicales de ciertos sectores del gobierno de Maduro.
Hace pocos días en la isla caribeña de Barbados, con la mediación de la cancillería de Noruega, tuvo lugar una nueva ronda de los diálogos para superar la crisis en Venezuela entre los representantes del gobierno de Nicolás Maduro y la oposición liderada por Juan Guaidó. ¿Hay condiciones para lograr algún tipo de acuerdo?
Son unas negociaciones muy herméticas, no sabemos exactamente qué se está negociando porque es parte de la estrategia del gobierno de Noruega que ha solicitado a las partes no informar sobre el contenido de las conversaciones. Sin embargo, hay mucha información extraoficial.
Aparentemente lo que se está negociando es la realización en un futuro muy próximo de elecciones libres con observación y vigilancia internacional.
De parte de la oposición se exige que haya, en primer lugar, una revisión del padrón electoral y de las reglas de juego, del mecanismo de votación, la designación de nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral –ya que son actualmente funcionarios dependientes políticamente de la presidencia de Maduro- y la observación internacional.
Pero hay un requisito adicional de la oposición y es que Maduro no sea candidato para que haya una transición de gobierno. El requisito del cese de la usurpación es una condición y en ese punto los representantes del gobierno no están de acuerdo. No necesariamente están en contra de que Maduro no sea el candidato, porque se menciona el nombre de Héctor Rodríguez, joven dirigente chavista y gobernador del estado de Miranda, uno de los más importantes, que controló durante mucho tiempo Henrique Capriles. Tampoco está claro si se trataría solamente de ir a una elección presidencial o de todos los poderes.
El requisito del cese de la usurpación es una condición y en ese punto los representantes del gobierno no están de acuerdo.
La segunda condición es que aparentemente hay grupos militares muy descontentos con el gobierno. Esta historia del 30 de abril como golpe fracasado no es cierta. A pesar de que no tuvo éxito demostró que hay una fuerte fractura, que puede haber una implosión social en cualquier momento y quien tendría que pagar el costo de la represión serían las Fuerzas Armadas. Hay sectores muy radicalizados del chavismo que no quieren elecciones y son representados por Diosdado Cabello. De parte de la oposición también hay una fragmentación, porque el grupo del “Movimiento 16 de junio” que lidera María Corina Machado e integran Antonio Ledezma y el ex embajador en ONU Diego Arias es muy crítica con el diálogo y exigen que Guaidó inicie una campaña por la intervención humanitaria para desalojar al gobierno.
Los antecedentes de las instancias de diálogo como los de República Dominicana no lograron resultados. Ahora la novedad es el surgimiento de Juan Guaidó. ¿Qué ha cambiado en el perfil de la oposición venezolana respecto al anterior liderazgo de Henrique Capriles?
Lo que ha cambiado fundamentalmente es que Guaidó es un líder nuevo, joven y fresco. Capriles, Leopoldo López y Corina Machado tienen 20 años enfrentando al chavismo y algunas de sus acciones en ciertos momentos, hay que decirlo, no fueron muy racionales. Desde 2010 tomaron claramente la ruta electoral y lograron avances importantes en varias elecciones, pero su liderazgo se debilitó por el paso del tiempo y errores políticos. Guaidó ha demostrado carisma, inteligencia y ha logrado una cosa difícil que es aglutinar a la oposición, aunque esto se ha debilitado desde el inicio de las negociaciones en Barbados en que se le critica solapadamente.
Mencionó la posibilidad de que se llame a elecciones anticipadas con garantías internacionales, ¿considera que bastaría con esta solución para ayudar a encaminar una salida a la crisis en Venezuela?
La salida de la crisis en Venezuela comienza con el restablecimiento de la Constitución Nacional que fue desechada a partir del momento en que el grupo de poder en manos de Maduro se propone ser gobierno independientemente del resultado de las elecciones y la prueba fue en 2015 cuando el pueblo votó por la oposición y la estrategia del gobierno fue desconocer cualquier acto legislativo y declararla en desacato y establecer un órgano paralelo como la Asamblea Nacional Constituyente. Las elecciones no resuelven la crisis, pero ayudan a encaminar una salida.
Las elecciones no resuelven la crisis, pero ayudan a encaminar una salida
El informe de la Alta Comisionada de DDHH de la ONU, Michelle Bachelet, ha sido rotundo en marcar las violaciones de derechos en Venezuela. ¿Qué consecuencias puede tener en este proceso de diálogo y en el futuro? ¿Serán necesarias amnistías para lograr la pacificación?
Es una pregunta que se ha debatido mucho en Venezuela en las últimas semanas. Muchos ven el proceso de diálogo bajo la lógica de transiciones como las que se dieron en países como la España de Franco o Chile de Pinochet. Se puede proponer una solución tipo Chile en la cual se acepte compartir el poder omnímodo del madurismo porque entienden que el país se le escapó de las manos y entonces puedan mantener el control de ciertas instituciones claves como las Fuerzas Armadas. Es un escenario abierto.
Las amnistías también son un escenario que creo que se está negociando, pero es un tema muy sensible. No se trata de perseguir a todos lo que tuvieron vinculación con el gobierno chavista, pero tampoco se trata de olvidar crímenes de lesa humanidad. A pesar de que a la izquierda en América Latina le moleste decirlo, esta dictadura de Maduro no se diferencia mucho en sus prácticas de tortura y violación de derechos humanos de las dictaduras del Cono Sur de la década del ‘70.
¿A qué atribuye el fracaso económico en Venezuela?
A un modelo económico completamente errado. Soy un crítico del neoliberalismo, en tanto la idea de que el mercado es una fuerza natural que regula el funcionamiento de la sociedad, sin embargo, hay una receta mínima racional de cómo hacer funcionar un sistema económico. Se requiere disciplina fiscal, control de la inflación, promoción de la actividad privada y regulación de la misma para que no cometa abusos. En Venezuela se aplicó un modelo irracional que castigó la inversión privada y creó condiciones para que no venga inversión extranjera. Se realizó una política que ha llevado a la destrucción de la moneda, con un gasto publico insensato y exagerado que ha causado un proceso inflacionario casi que sin antecedentes en la historia económica de América Latina y diría del mundo.
No se hizo la más mínima transformación en el sistema económico venezolano que depende fundamentalmente de la producción del petróleo y la exportación de ese producto. Es un viejo problema pero que se ha radicalizado en el gobierno de Maduro. Casi el 90% de los ingresos dependen del petróleo y se destruyó el sector agrícola con las expropiaciones. Todo lo que se consume se importa. Cuando Chávez llegó al poder había varios sectores autosuficientes, como por ejemplo en el arroz y hoy día es importado. También se destruyó la confianza de los inversores que decidieron sacar sus recursos a otros países. Ningún gobierno progresista aplicó este modelo, incluso uno de sus aliados como Evo Morales ha demostrado una gran racionalidad económica y Bolivia está creciendo en los últimos años.
En Venezuela se aplicó un modelo irracional que castigó la inversión privada
Con la dependencia creciente del petróleo, como ahora no alcanza porque los precios son más bajos y los principales compradores están bloqueando al gobierno venezolano, de forma irresponsable el gobierno está extrayendo oro en el llamado “arco minero del Orinoco” con costos ambientales terribles y vendiendo las reservas para tener ingresos. Es un caos, un desorden económico que implicará una reformulación de la estrategia del país que el grupo de poder que hoy está en el gobierno no parece estar interesado en hacer porque obtiene beneficios con políticas como los controles de cambio, que han sido fuente de enorme corrupción.
¿Perjudicó a la oposición haber insinuado la posibilidad de una intervención militar extranjera?
Yo no estoy seguro. Porque es tal la desesperación que muchos venezolanos de sectores populares y de clase media parecieran favorables a la intervención, aunque es producto de la situación dramática que es vivir todos los días en Venezuela y no de una reflexión que tome en cuenta los costos humanos y materiales que tendría una intervención militar extranjera. Yo estoy en contra de una intervención militar extranjera, pero, aunque me duela tener que decirlo, tiene cierta base de apoyo en la población.
Guaidó no ha sido tan abiertamente favorable a la idea de la intervención y de hecho está siendo sometido a muy fuertes presiones por el sector más radicalizado de la oposición que pide la aplicación del artículo 187 que autoriza al presidente solicitar apoyo extranjero e intervenciones en áreas específicas, aunque no necesariamente miliar. Y piden además que se aplique el “principio de la responsabilidad de proteger” que está aprobado en Naciones Unidas, pero no es aceptado por toda la comunidad internacional y también la aprobación de la reincorporación al TIAR del que Venezuela se retiró en 2012. Guaidó ha sido muy cauto con esas demandas. En este momento no hay condiciones para una intervención militar en Venezuela y en ese sentido estos temas han tenido el efecto de dividir a la oposición.
¿Cuánto se distorsiona el conflicto interno de Venezuela con los intereses de grandes potencias como EEUU, la Unión Europea, Rusia y China?
En Venezuela el conflicto interno ha sido externo desde hace mucho tiempo. Otro actor que es crucial en el mantenimiento en el poder de Maduro es Cuba, que tiene un aparato para controlar el sector militar y hay fuentes que señalan que el fracaso del movimiento militar del 30 de abril fue descubierto por los cubanos, que impidieron que eso avanzara. Y hay otros actores que no son estados y son extranjeros como el ELN o las FARC de Colombia.
Pero la participación de nuevos actores como EEUU, la Unión Europea, Rusia y China lo que hace es complicar el escenario. El tema de Venezuela, es lamentable decirlo, se ha convertido en un instrumento en el regateo estratégico entre las grandes potencias. EEUU decidió durante la administración Obama tocar el espacio de influencia ruso en Ucrania y los países del Cáucaso –algo que había comenzado con Bush- y entonces Putin tuvo una reacción muy fuerte y ahora se le abre una ventana de oportunidad para intervenir en el “patio trasero” de EEUU. Hay una consecuencia negativa de esta creciente participación de las potencias internacional en Venezuela que al final parecieran querer tener la última palabra para resolver el conflicto interno que afecta la vida de los venezolanos.
¿Imaginó usted años atrás que podía darse un fenómeno de emigración tan potente como el que hoy sucede en Venezuela?
Quince años atrás nadie lo imaginaba. Ya en 2015 o 2016 se estaba dando el fenómeno de la emigración porque había señales claras de que el país iba en una dirección totalmente equivocada en el plano económico. La clase media alta o profesional con formación universitaria se dio cuenta que se iba hacia una hiperinflación y decidieron irse. Luego, desde 2017 y sobre todo 2018, con el desastre económico evidente, lo que quedaba de la clase media y sectores populares de los que tanto habla el chavismo se están yendo del país cruzando toda Sudamérica caminando. Pero que esa salida fuera de 4 millones de personas, nadie lo hubiese imaginado.
¿Quedará algo del chavismo vigente en un futuro?
Eso dependerá de cómo sea la salida de la crisis. De si los sectores medianamente democráticos del chavismo son escuchados y son parte de la transición. Pero si, en cambio, la suerte del chavismo depende de radicales como Cabello, Jorge Rodríguez y su hermana Delcy, la solución puede ser muy lamentable y hasta violenta, cosa que esperamos que no suceda, y en ese caso sí el chavismo quedaría muy desacreditado.
¿Cómo superar en la sociedad venezolana la polarización en los tiempos que se vienen?
La polarización tiene veinte años en Venezuela, porque parte de un elemento que caracterizó al régimen dirigido primero por Chávez y luego por Maduro que es la exclusión y considerar casi como enemigos a los que no piensan y actúan como ellos. La superación de esa polarización es reestableciendo un sistema político en donde las voces de todos sean válidas y quien no piensa igual no sea un enemigo, un lacayo o pitiyanqui, o un comunista o terrorista, sino que haya espacios para todas las voces democráticas. Quien llegue al poder tendrá que saber que siempre va a existir la posibilidad legal y legítima de que el pueblo lo saque del poder y cuando eso pase tendrá que aceptarlo.