Tras una ceremonia en la Basílica de San Pedro, el pasado domingo el papa Francisco canonizó a la hasta entonces beata argentina María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como Mama Antula. A la ahora santa María Antonia de San José se le atribuyen dos milagros y es reconocida por mantener las prácticas jesuitas en Argentina.
Santa Mama Antula nació en Santiago del Estero en 1730, durante los últimos años de las Misiones Jesuíticas en América. Desde muy joven sintió el llamado de Dios, siendo ya a sus quince años seguidora de San Ignacio de Loyola y acompañando en la evangelización a la Compañía de Jesús. Con ellos, aprendió a leer y a escribir y completó su educación religiosa.
A pesar de haber nacido en una familia patricia, realizó descalza un peregrinaje por toda Argentina. El ser manejadora del idioma quechua le permitió, además, llegar a más personas con su palabra, brindando consejo y consuelo. Fue así como recorrió más de cuatro mil kilómetros a pie. Crónicas de la época rescatan que cuando Mama Antula arribaba a un lugar junto con sus compañeras, pedía autorización para organizar los ejercicios espirituales, solicitando un lugar donde pudieran dormir un centenar de personas. Luego buscaba sacerdotes predicadores, comunicaba a la población la invitación y pedía limosna para solventar los gastos.
A su llegada a la capital fue vista primero con desconfianza, tal vez motivada por la enorme fe y la caridad que profesaba y la humildad de su vestimenta. No obstante, tiempo después comenzó a ser buscada para su consejo. Allí construyó su principal obra, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, por la cual han pasado ya miles de personas, entre ellos Juan Manuel Belgrano. Si bien en ese entonces las prácticas jesuíticas estaban prohibidas, los retiros espirituales lograron hacerse populares en la sociedad. Logró financiarla con las limosnas recogidas durante todo su peregrinaje.
Mama Antula falleció en 1799. Su sepulcro yace en la Basílica Nuestra Señora de la Piedad, cerca del Congreso Nacional argentino. De acuerdo con su voluntad, fue sepultada humildemente, sin mayores pompas ni ataúd. En su testamento, incluyó: “Encargo por la sangre de mi Redentor que sean admitidos como lo dictan las leyes de la caridad, y preferidos si es posible, los pobrecitos del campo”.
A la santa se le atribuyen dos milagros. Fue monseñor Alberto Ezcurra quien inició la causa para su canonización. Sin embargo, el camino para lograrlo resultó largo y con imprevistos. Por ejemplo, durante la quema de iglesias del 16 de junio de 1955 por parte de grupos peronistas se perdieron los documentos para su investigación. Fue por eso por lo que su beatificación en 2016 resultó un gran impulso para sus seguidores. Sobre todo, para su familia, que ha sido un elemento fundamental en el proceso.
Para su canonización en el Vaticano, viajaron cuarenta de sus descendientes indirectos. Aunque este número queda chico comparado con la cantidad de personas consanguíneas que se hicieron presentes en Santiago del Estero ocho años atrás.
La santa de la familia
María Magdalena Gaviña Costa Paz es familiar de Mama Antula y viajó junto con su madre Dolores Micaela Costa Paz Cabrera y sus hermanas al Vaticano directamente para la canonización. Se trató de un evento único en su vida, ya que la figura de Mama Antula estuvo presente en su vida desde su infancia. “Recuerdo que en casa siempre hubo un cuadrito muy antiguo en un pasillo donde había una señora con un manto negro sobre su cabeza. Mamá decía: ‘Tenemos una santa en la familia’”, rememoró en diálogo con La Mañana.
La noticia de la canonización los tomó por sorpresa: “Fue todo muy rápido, nos avisaron entre noviembre y diciembre del año pasado, no lo podíamos creer, fue una alegría tremenda”, remarcó.
Gaviña compartió también la emoción con la que se vivió este momento desde el Vaticano. La audiencia comenzó temprano en la mañana del miércoles y estuvo dirigida a los familiares y algunos peregrinos que, mientras rezaban el rosario, fueron sorprendidos por el papa Francisco. Su santidad resaltó entonces a los visitantes la singularidad de esta canonización. “Nos señaló que no se proclaman santos todos los años”, dijo Gaviña. Es que el proceso insume una serie de pasos y suele demorar varios años, al tiempo en que, normalmente, se canonizan más de un santo en una misma ocasión. Para esta vez, solo Mama Antula fue declarada santa.
Durante la audiencia, Francisco resaltó la femineidad de Mamá Antula y se reconoció devoto de ella desde joven. “El papa nos indicó que una de las cosas que más le gustaban de Mama Antula era su coraje, porque ella era laica, ya que no se casó ni fue monja”.
Tocada por Jesús a través de los ejercicios espirituales
En el inicio de la liturgia eucarística algunos fieles llevaron al santo padre las ofrendas para el Santo Sacrificio, entre ellos se encontraba Claudio Perussini, quien fue curado por intersección de la santa, protagonista del segundo milagro. En la Santa Misa participó también el presidente argentino Javier Milei. Durante la canonización, Francisco expuso sobre la figura de Mama Antula: “Hoy es para nosotros un modelo de celo apostólico, tocada por Jesús gracias a los ejercicios espirituales en un contexto marcado por la miseria material y moral. Gracias a Mama Antula esta santa intercesora de la divina providencia se hizo camino en las calles, en las fábricas, a través del trabajo, la justicia y el pan cotidiano en la mesa de los más pobres”.
La figura de Mama Antula fue esencial para la divulgación de la doctrina jesuítica tras la expulsión de la orden del Reino de España y sus colonias. La santa fue introductora del culto a San Cayetano, siendo este hoy el santo más popular de Argentina en el pedido de pan y trabajo.
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