Primer ministro japonés Kishida y Joe Biden conversan en Washington sobre mayor cooperación de defensa y lazos económicos entre Estados Unidos y Japón
Los líderes del Grupo de los Siete (G7) se reunirán en mayo en Hiroshima, Japón. En preparación de la próxima cumbre, el primer ministro Fumio Kishida hizo una ronda de visitas la semana pasada, reuniéndose con sus homólogos del G7: Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y EE.UU. (Alemania es el único país que no figura en el itinerario). La del viernes pasado fue la primera visita de Kishida a la Casa Blanca desde que se convirtió en primer ministro a finales de 2021 y desde que Japón publicara el mes pasado la revisión a su Estrategia de Seguridad Nacional. Biden y otros altos funcionarios del gobierno de EE.UU. fueron de hecho algunos de los primeros en elogiar la nueva estrategia. Pero también hay otros vientos en contra en la relación entre EE.UU. y Japón, muchos de ellos de carácter económico y que causan frustración a Kishida y a las empresas japonesas. Uno de ellos son las preferencias fiscales incluidas en la Ley de Reducción de la Inflación, que beneficia a los fabricantes norteamericanos de vehículos eléctricos. El otro se refiere a los recientes controles a la exportación de semiconductores a China, que también afecta a los fabricantes japoneses. Sin embargo, los funcionarios japoneses han sido lo suficientemente hábiles como para no dejar que las cuestiones económicas eclipsen los esfuerzos de cooperación en materia de seguridad. Por ejemplo, Japón sigue manteniendo su opinión oficial de que EE.UU. debería intentar unirse a la Alianza Transpacífica, al tiempo que la administración Biden sigue insistiendo con su alternativa: el Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF). Los funcionarios japoneses son favorables al IPEF, pero reconocen sus fallas: que las políticas comerciales y económicas de EE.UU. en Asia son deficientes, lo que es significativo si se tiene en cuenta que EE.UU. será el organizador de la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que tendrá lugar sobre finales de este año. La seguridad energética también se ha convertido en un nuevo esfuerzo conjunto entre EE.UU. y Japón, sobre todo teniendo en cuenta que la invasión rusa de Ucrania ha afectado al mercado energético mundial. Pero a pesar de los nuevos acuerdos firmados entre ambos países en términos de cooperación energética, las propias restricciones internas de EE.UU. limitan medidas concretas de ayuda a Japón.
Riley Waters, subdirector de la cátedra japonesa del Hudson Institute y experto en relaciones económicas y tecnológicas entre EE.UU. y Japón. Publicado por The Hill.
China advierte a Japón sobre riesgos de convertirse en la “Ucrania de Asia”
Al término de su reciente viaje a Washington, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, declaró el sábado que compartía con los líderes del G-7 su “fuerte sensación de crisis en relación al ambiente de seguridad en Asia Oriental”, señalando que “Ucrania podría ser el Asia Oriental del mañana”, y añadiendo que la seguridad de Europa y del Indo-Pacífico son “inseparables”. No es la primera vez que Kishida hace una advertencia de este tipo. Lian Degui, director del Departamento de Estudios Japoneses de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai, manifestó que al afirmar que “Asia Oriental es la Ucrania del mañana”, lo que Japón y Estados Unidos quieren transmitir es que obstaculizarán la reunificación de China. Pero por mucho que insista en la teoría de la “amenaza china”, Japón sigue los pasos de Washington para empujar la situación en Asia Oriental hacia un posible conflicto. El país ha estado intensificando sus esfuerzos para reforzar su poder militar con el fin de “asegurar un Indo-Pacífico libre y abierto”. La medida más significativa fue la aprobación el mes pasado de tres documentos clave sobre seguridad. El pilar principal de estos documentos, incluida la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, describe a China como “el mayor desafío estratégico” al que Japón se haya enfrentado jamás.
China Global Times
Para sustituir el gas de Rusia, empresas alemanas apuestan por trasladar operaciones a China
BASF apostó en las últimas décadas por Rusia. Después de que Rusia invadiera Ucrania, la apuesta del gigante alemán de la industria química no dio resultado. Ahora la firma se embarca en otra apuesta arriesgada por China, justo en un momento en que la competencia entre las grandes potencias se intensifica. En 1990, BASF forjó una alianza que proporcionaría a la empresa –y a Alemania en general– un abastecimiento constante de gas natural de bajo precio procedente de Rusia. BASF es el mayor consumidor comercial europeo de gas ruso. En su mayor fábrica, una pequeña ciudad autónoma con su propio hospital y planta de tratamiento de aguas residuales, BASF consumió 37 teravatios/hora de gas natural ruso en 2021, casi el 4% del consumo total de gas natural de Alemania ese año. Este combustible se hizo tan esencial que el director general de BASF se refirió al gas ruso como “la base de la competitividad de nuestra industria.” Meses después de la invasión de Ucrania, Europa cerró el grifo al petróleo y el gas rusos, privando a BASF de la energía y los compuestos químicos que tanto necesitaba. La empresa intentó capear las restricciones reduciendo la producción, pero ante la perspectiva de que las sanciones continúen y la guerra se prolongue, BASF decidió trasladar sus operaciones a China, donde está construyendo un complejo industrial a un costo de 10 mil millones de euros en Guangdong. Pero BASF no está sola. El poderoso complejo económico e industrial alemán ha dependido en gran medida del gas ruso a bajo precio. Los altos precios de la energía y la incertidumbre del suministro han afectado a empresas alemanas grandes y pequeñas, por lo que un 9% de estas últimas se plantea trasladar sus operaciones al extranjero. Por este motivo, algunos políticos alemanes intentan forjar nuevos lazos económicos con China. El canciller alemán, Olaf Scholz, visitó China en noviembre para “seguir desarrollando” la cooperación entre ambos países, esfuerzos que desembocaron en la compra por parte de China de 140 aeronaves Airbus. Pero al atarse a China, Alemania se arriesga a cometer de nuevo el error que cometió con Rusia. Y lo hace en un momento en que las tensiones entre Beijing y Occidente van en aumento.
John Austin y Elaine Dezenski, en National Interest, EE.UU.
Tailandia: adicción al cannabis se cuadruplica luego de legalización
En los seis meses transcurridos desde que Tailandia legalizó la marihuana, el número de personas consideradas por las autoridades sanitarias como adictas a la droga casi se ha cuadruplicado, lo que ha provocado una oleada de acusaciones entre la clase política. En junio de 2022, el gobierno tailandés eliminó la marihuana medicinal de la lista de estupefacientes cuyo consumo o distribución estaban prohibidos y la legalizó para usos médicos y culinarios. Para frenar el abuso de la droga, los responsables políticos añadieron una serie de barreras, como la prohibición de venderla a embarazadas y menores de 20 años. También está prohibido fumar marihuana en espacios públicos. Pero garantizar que la marihuana se utilice con fines médicos y no recreativos ha resultado complicado, y las autoridades tienen dificultades para hacer cumplir las leyes enmendadas. En los primeros cinco meses de 2022, antes de la despenalización, se registraba un promedio de 72 casos de adicciones a la marihuana por mes, según el Ministerio de Salud Pública. Entre junio y noviembre, la cifra se disparó a 282 casos.
Nikkei Asia, Japón
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