Valeria Ríos de Ramos y Paula Lezna de Siri son las madres de Hilario Ramos y Fabián Siri, respectivamente. Ambos fallecieron cuando iban a bordo del crucero ARA General Belgrano, atacado el 2 de mayo de 1982 por los británicos. Las madres de los jóvenes dialogaron con La Mañana y recordaron la memoria de sus hijos.
Cada 2 de abril se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas con que se rinde homenaje a aquellos que defendieron la soberanía argentina en las islas del Atlántico Sur. La elección de esta fecha se debe a que ese día de 1982 las Fuerzas Armadas argentinas desembarcaron en las islas en lucha por la recuperación del territorio, arrebatado por las fuerzas británicas en 1833.
Un mes después, el 2 de mayo, el crucero General Belgrano se dirigía al sur con 1093 tripulantes, de los que fallecieron 323 en un ataque del submarino nuclear británico Conqueror. Cabe señalar que el hecho es entendido como crimen de guerra debido a que el barco se encontraba fuera de la zona de exclusión establecida por el propio gobierno británico.
Valeria recuerda que Hilario tenía diecinueve años y cumplía con el servicio militar obligatorio. Luego de un sorteo le había tocado formar parte de la Armada. El 3 de febrero de 1982 se lo llevaron a Puerto Belgrano. Para toda la familia el mar era un lugar muy lejano, ya que siempre vivieron en Salta.
Su hijo era uno de los tantos chicos que soñaban ser parte de la Armada, ya que a los trece años, por ser buen estudiante, ganó un premio para viajar a altamar y volvió encantado con la idea de servir. “Era tan fuerte su deseo que se le cumplió, pero nunca nos imaginamos una situación semejante”, expresó su madre en diálogo con La Mañana.
Las cartas de Hilario a su familia eran constantes y siempre en un tono de alegría y bienestar, hasta que el 29 de abril escribió la última y avisó que irían a Malvinas.
Cuando sucedió aquel fatídico día, Valeria se enteró mientras estaba en el mercado, y cuando regresó a su casa sus otros hijos ya habían escuchado la noticia, estaban afectados y empezaron a tratar de averiguar qué había pasado.
Las autoridades argentinas tomaron medidas instantáneas y salieron al rescate de los más de mil tripulantes. Al salvar a algunos, los nombres se publicaban en las noticias y Valeria y su familia seguían esperando el de Hilario, hasta que el 11 de mayo llegó personal de la Armada a la puerta de su casa con un certificado que decía que se presuponía su fallecimiento.
Valeria relató que las noticias de ese momento fueron confusas, y que muchos decían que había barcos pesqueros de Asia que rescataron tripulantes y debían de estar con ellos o en hospitales del sur. “Esos comentarios hicieron que yo quisiera ir a todos esos lugares a buscarlo”, aseguró.
Sin embargo, su esposo habló con el gobernador y le consultó cómo podía hacer para ir tras Hilario. Le respondió que en ninguna circunstancia dejara a su esposa ir a buscarlo porque no estaba, eran mentiras. “Los únicos con vida fueron los rescatados y los demás se quedaron con el crucero hundido”, subrayó el gobernador.
“Esa noticia me afectó muchísimo, si hay algo muy preciado para las madres es el hijo, entonces no hay nada más doloroso que perderlo. Además, a nosotros nos resultaba muy difícil comprenderlo, ya que era el primer hijo que se iba de la casa y el hecho de pensar que no lo íbamos a ver más, ni tener un lugar donde llorarlo, fue muy doloroso y triste”, lamentó Valeria.
Explicó que le llevó más de tres años reaccionar y eso le provocó problemas de salud. Rememoró que su médico le sugirió que buscara la compañía de las otras madres para hablar y eso hizo. Entre los chicos fallecidos en el crucero, veinticinco eran de Salta. Luego, se les unieron los veteranos de guerra que también necesitaban contención. “Nos empezamos a juntar y desahogarnos. Las primeras reuniones solo llorábamos y las madres nos comenzamos a volver madres de esos veteranos, al punto que puedo decir que perdí a un hijo, pero gané muchos más con ellos”, dijo Valeria.
Dar la vida por la patria
Por su parte, Paula Lezna es madre de Fabián Siri, quien cumplía el servicio en el crucero como radioperador. Ella es de General Villegas, tuvo cinco hijos y hoy tiene 87 años. Aseguró a La Mañana que en la época de la guerra no se daba la información completa de lo que estaban haciendo los militares, y que el ataque al crucero fue una noticia que oyó en una radio uruguaya. Cada noche, al acostarse luego de trabajar, prendía una radio de Uruguay porque sabía que eran quienes daban el informe.
Fabián les escribió la última carta el 28 de abril y les contó que estaban en Ushuaia para ir a la isla, “pero él nos decía que nos quedáramos tranquilos, porque no le iba a pasar nada”, indicó su madre. Aseguró que las cartas se entregaban abiertas y pasaban por revisión de los superiores, entonces no se podía informar demasiado.
“A los 42 años, en esta ciudad lo recuerdan permanentemente, porque mi hijo era muy querido y solidario, y dio la vida por los demás”, expresó la entrevistada. Los primeros tres años después de que su hijo muriera, Paula no quería vivir más y no se levantaba de la cama, pero una vez el mayor comentó que su madre “se había olvidado de que tenía más hijos” y ese día se puso de pie. “Empecé a viajar a Punta Alta, al puerto Belgrano, a donde vamos todos los 2 de mayo y nos encontramos madres y tripulantes. Sé que hay muchos que no entienden que uno vaya a un acto militar, pero se maneja con mucho respeto y, además, no tienen nada que ver las personas que hoy hacen el servicio”, explicó.
Aseguró que, lentamente, comprendió que Fabián dio su vida por la patria. “Siempre leo la última carta y me da un poco de consuelo porque él estaba convencido de lo que decía, que iban a correr al pirata inglés, al usurpador. Hoy la leo con otros ojos y convencimiento, pero en aquel momento fue muy difícil”, agregó.
La resignificación de la muerte en memoria
La madre de Fabián siente que todos los argentinos, desde que nacen, aman las islas Malvinas, lo que genera que en su caso tenga “sentimientos encontrados”, en ese sentido explicó: “Tengo un dolor muy grande que nunca acepté ni aceptaré, porque sigo esperando a que mi hijo regrese”, afirmó con tenacidad y la voz quebrada.
Sin embargo, cada día trata de buscar nuevos significados a su vida que le permitan entender que la muerte de su hijo no fue en vano. Lo logra a través de la unión con familiares y excombatientes, con quienes ha visitado Malvinas y Roma, con el Papa Francisco. “Integré el grupo que llevó la virgen de Luján a la isla, muy cuestionada por el manto azul y blanco. En el acto estaba el gobernador de la isla”, rememoró.
Otra de las actividades que realiza Paula, al igual que Valeria, es visitar escuelas primarias y centros de secundaria para contar la historia en pos de que los trágicos hechos no se olviden, pero que tampoco se repitan.
Que las comunidades honren la causa y no la olviden
El 2 de abril es una fecha muy especial para Paula, y aseguró que se emociona en cada uno de los actos, además ella es la única madre de un caído en la guerra en su ciudad, por lo que es una referencia y conexión con los hechos dentro de la comunidad. “Acá hay una calle con el nombre de mi hijo, una plazoleta y como hizo la escuela secundaria en la agropecuaria, ahora la biblioteca lleva su nombre. Fabián nos acompaña siempre”, sostuvo.
Dijo que los excombatientes se sienten orgullosos, y que algunos volverían. “Acá hay varios y siempre estamos todos juntos. He ido a muchísimos actos, mientras que me llegue la invitación y pueda hacerlo, voy. Sin interés alguno más que representar la memoria de mi hijo”, declaró.
La entrevistada expuso que Fabián tenía una especial protección hacia ella, y decía que quería ser alguien para que su madre no trabajara más, ya que era el sostén del hogar para sus cinco hijos. “Él tenía aprobado el examen de ingreso a la universidad para ser ingeniero agrónomo, y lo pagó muy caro, porque entregó su vida para que yo no trabajara más”, lamentó.
La madre de Hilario, por su parte, dijo que luego de algunos años, junto a familiares y veteranos de Salta, decidieron convertir el dolor en acción. “Es una acción que tiene que ver con hablar de Malvinas, algo que nadie quería hacer porque no nos dejaban”, recordó. Llevan casi cuarenta años en ese camino y entienden que los frutos son evidentes. “Empezamos a trabajar fundamentalmente en las escuelas, le contamos a los chicos quiénes y por qué son nuestros héroes”, indicó.
Agregó que se les cuenta que los excombatientes y caídos eran personas que habían estudiado en la primaria, en la secundaria y que eran argentinos comunes, “sin embargo, escribieron una página de la historia contemporánea del país”. Se les enseña que es fundamental amar a la patria y defender la soberanía.
Expuso que también se les explica que la guerra es muy dolorosa y que no desean volver a oír bramar un cañón, pero que se debe recuperar la soberanía por la vía diplomática. “Estamos convencidos de que Malvinas es la única causa nacional que nos une de norte a sur y de este a oeste, que nos permite tener una esperanza, y que un día los niños de hoy puedan ver la bandera de argentina flamear en esas tierras”, aseveró.
En Salta, Malvinas es una causa que une al pueblo, que lo abraza, y si bien han perdido a muchos padres en el camino, están decididos a seguir hablando de Malvinas y de cómo las numerosas pérdidas generaron grandes héroes.
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