El choque producido en el mediterráneo occidental aumenta las viejas rivalidades y disputas territoriales entre ambas naciones mientras que varios países de la región comienzan a elegir a que bando apoyar.
Una milenaria y rica historia en común en la cual varias civilizaciones e imperios tuvieron su auge y caída, donde el Imperio bizantino y el Imperio otomano, junto a la guerra greco-turca de 1919 y la cuestión de Chipre los vincula y los enfrenta, Turquía y Grecia tensan sus relaciones luego de que la semana pasada la fragata griega Limnos chocara con el buque militar turco Kemal Reis al acercarse al barco de investigación turco, Oruc Reis. El barco de reconocimiento, escoltado por navíos militares, fue enviado para realizar un mapa del territorio marítimo para posibles perforaciones de petróleo y gas en zonas en donde ambos países reclaman jurisdicción.
El enfrentamiento se da entre dos socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada el siglo pasado en un contexto de Guerra Fría. Actualmente con el ascenso de un sistema internacional multipolar, la dificultad para mantener la armonía de la alianza ha aumentado y las disputas internas, entre las que está el involucramiento de Turquía en los conflictos de Libia y Siria, como así el aumento de su influencia en la región y la cooperación con Rusia, no es visto de buena forma por la Unión Europea y Estados Unidos. Ejemplo de esto ha sido la compra realizada el año pasado de sistemas de misiles rusos S-400, cuando Turquía tiene bases estadounidenses en su territorio, siendo la de Incilrlik una de las más importantes.
La región del mediterráneo oriental, que está rodeada por Grecia, Turquía, la República Turca del Norte de Chipre –RTNC- (estado de reconocimiento limitado por la comunidad internacional), República de Chipre, Líbano, Siria, Israel y Egipto tiene unas reservas de petróleo y gas de aproximadamente 1700 millones de barriles y 3,5 billones de metros cúbicos de gas natural según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
En esta región operan actualmente empresas como la estadounidense Exxon Mobil, la francesa Total, la italiana ENI, Kogas de Corea del Sur, British Gas, Qatar Petroleum, Avner Oil de Israel y Turkish Petroleum Corporation. El mayor punto de la cuestión turco-helena actual son los derechos de prospección y extracción respecto a la isla de Chipre, la cual está dividida étnicamente desde 1974, siendo la República de Chipre al sur (apoyada por Grecia) y la RTNC (apoyada por Turquía) quienes reclaman que se respete su Zona Económica Exclusiva (ZEE), la cual es de 370 kilómetros de distancia desde la costa, de acuerdo al artículo 57 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la cual entró en vigor en 1994. Según Turquía, los turcochipriotas deben obtener acceso a los recursos de la misma forma que lo hace la República de Chipre, pero a nivel legal hay dos problemas: la RTNC solo es reconocida de manera explícita como país por Turquía y a nivel de cuestiones marítimas Turquía no ha firmado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Los dos países ya comenzaron el año pasado a firmar acuerdos con otras naciones para lograr asegurar sus ZEE e impedir la expansión de su rival. En diciembre del año pasado Turquía aprobó un acuerdo con el Gobierno de Acuerdo Nacional libio (reconocido por la ONU) presidido por Fayez al Sarraj en el que fijaron su frontera entre sus ZEE a 100 kilómetros de la isla griega de Creta. Por otro lado, en junio de este año Grecia hizo lo mismo con Italia, delimitando así el área marítima de los dos países en la que tienen derecho a realizar exploración energética y uso de esos recursos en el Mar Jónico.
De la misma forma, a principios de agosto, Grecia y Egipto firmaron un acuerdo para marcar la zona económica exclusiva, que tiene “prometedoras reservas de petróleo y gas, según declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry y difundidas por el diario griego Ekathimerini. Ayer el parlamento egipcio aprobó este acuerdo por mayoría. Ahora Grecia intenta hacer lo mismo con Albania, con el antecedente del 2009 que significó la firma del Acuerdo para la delimitación de la plataforma continental y las zonas marítimas greco-albanesas, lo que al final no fue implementado debido a que fue declarado nulo por la Corte Constitucional de Albania debido a “violaciones de la Constitución y de integridad territorial”.
División en Europa
El choque entre los buques militares de los dos países generó distintas posiciones dentro de la Unión Europea (UE). Alemania (miembro de OTAN) busca una política de apaciguamiento, ya que Turquía actualmente tiene 3,6 millones de refugiados sirios en su país gracias a un acuerdo firmado con la UE en 2016 para frenar el flujo de migrantes hacia Europa, como lo ocurrido en 2015 que se calificó como “Crisis de refugiados”.
Por otra parte, la semana pasada Francia (también parte importante de la OTAN) anunció que iba a “reforzar de manera temporal” su presencia militar en el mediterráneo oriental apoyando a Grecia. Sobre este tema, el Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavasoglu afirmó el viernes pasado durante su visita a Suiza que “Francia debería evitar especialmente acciones que aumenten las tensiones”. Luego agregó: “No llegarán a ninguna parte actuando como matones, ya sea en Libia, en el noreste de Siria, en Irak o el Mediterráneo”. A nivel de la Unión Europea, se realizó una videoconferencia de todos los ministros de Relaciones exteriores del Eurogrupo para analizar la situación y han pedido por soluciones pacíficas para lograr un acuerdo a la cuestión.
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