La idea de recrear la navegación que realizaban un siglo atrás barcos a vela y vapor uniendo costas de Uruguay y Brasil a través de la laguna Merín estuvo siempre en los planes de la Comisión Mixta de Laguna Merín (CLM). Dos años de sequía y poca agua en la laguna y sus canales y uno como el pasado 2024, de severas inundaciones, fueron postergando su realización.
Ya próximos al final de este período técnico-administrativo, aprovechamos la oportunidad y gracias a la buena voluntad de autoridades de Cancillería y el MTOP, en este caso con la especial gestión del Cap. Marcos Paolini, así como del Cap. Mario Rodríguez de la prefectura de Río Branco, pudimos embarcarnos para la travesía simbólica por el pasado representado, pero también alentando un futuro cercano con la hidrovía Uruguay-Brasil en funcionamiento.
Embarcación
Navegamos en una lancha a motores diésel de 200 HP, equipada con tecnología marina, con capacidad y comodidades para ocho pasajeros incluido su piloto. Tiene 10 metros de eslora, 3,30 de manga y 1,70 de puntal, calando un metro. Fue denominada “Ing. Jorge Camaño” en honor al que fuera vicepresidente de la CLM, fallecido años atrás.
Pasajeros
Embarcamos los cinco delegados de Uruguay de la Comisión Mixta de Laguna Merín: Óscar Acosta (presidente), Ricardo Vidiella, Juan José Mazzeo, Williams Morales, Óscar Babio (secretario) y el suscrito. Además, el piloto Víctor Ricardi, experto marino de La Charqueada.
Invitados fueron el Ing. Agr. Martín Mattos, director de recursos naturales del MGAP; Eduardo Trabuco para cubrir la gráfica del viaje y Gerónimo Acosta en apoyo logístico. En la primera etapa nos acompañaron los técnicos del Ministerio de Turismo: Lic. Soledad Viera y el consultor del BID en ese organismo Adrián Bruzzoni.
Destaco la gentil presencia, al amanecer en la salida al viaje, de la alcaldesa de La Charqueada, Nidia Vera, y el concejal Jorge Castaño, en un gesto emotivo y esperanzado, quienes nos recibieron también al final de la travesía.
Itinerario
La salida fue el pasado martes 21 de enero desde Gral. Enrique Martínez, Treinta y Tres –puerto de La Charqueada– a orillas del río Cebollatí, a 17 km de la boca de su desagüe en la laguna Merín.
Se hicieron escalas estratégicas en el balneario Lago Merín, Cerro Largo, Uruguay, con excelente apoyo de la Prefectura Naval, luego se cruzó la laguna hasta Vila Santa Isabel do Sul, Río Grande del Sur, Brasil, recibidos por una numerosa delegación presidida por el subprefeito Mauricio Campelo y la presidenta de la cooperativa de pesca local, Indiara Kerchiner.
Ya en este estado norteño, viajamos al puerto de Pelotas, recibidos en la marina por el prefeito Fernando Marroni y un final de travesía –simbólico también– en el puerto oceánico de Río Grande, donde nos agasajaron en la Universidad Federal el Dr. Lauro Barcellos, referente clave, Thais Saggiomo por la prefeitura (municipio) y Sandro Figueiredo por la empresa Portos RS.
El grueso de la delegación viajó embarcado, alternando con una guardia o grupo de apoyo por tierra en todo el trayecto.
Travesía lacustre
Fue un trayecto de 270 kilómetros en que nos acompañó muy bien el clima con días de sol y gran calor, brisas o vientos moderados y una laguna muy cargada de agua tras las lluvias de días y semanas anteriores.
Se salía al amanecer y mates de por medio se conversaba animadamente sobre la experiencia que estábamos viviendo, en algunos trayectos con un marco de lago inmenso, sin nada más a la vista que el horizonte.
La laguna Merín tiene 380.000 hectáreas de superficie y es la segunda reserva de agua dulce de Sudamérica, después del lago Titicaca, y de su reservorio se abastecen de agua potable muchas poblaciones ribereñas en Brasil y alguna en Uruguay, por lo que su importancia es clave a futuro.
Sirve además como fuente de agua para riego de los cultivos de arroz, mayoritariamente, y otros granos o forrajes. La pesca artesanal y semiprofesional es una actividad en ciernes, con algún ejemplo muy loable como el de la Cooperativa de Santa Isabel en Brasil, que procesa y distribuye pescado congelado en la zona.
Un poco de historia
La travesía se denominó “navegación histórica” ya que su objetivo era recordar y llamar la atención pública sobre el uso de la laguna como vía de comunicación y transporte de cargas y pasajeros hace más de un siglo.
A mediados del siglo XIX ya se empleaban embarcaciones diversas para transporte de mercaderías entre ambos países limítrofes, llevando tasajo, sebo y cueros, a la vez que traían café, azúcar y otros bienes. Los registros de inicios de siglo XX indican tráfico activo en 1909 a 1914 a puertos brasileños, llegando hasta Porto Alegre, 600 kilómetros al norte de La Charqueada, el puerto habitual de salida desde Uruguay, con profusa presencia de charquerías o charqueadas (de ahí el nombre vernáculo) de procesamiento salino de la carne como tasajo y charque a falta de refrigeración en esa época.
Fue el inicio de un incipiente desarrollo de la zona, que atrajo pobladores residentes y mano de obra zafral de inmigrantes, esclavos, libertos y gauchos nómades brasileños u orientales. El avance de la construcción de carreteras alternativas fue en contra de aquella práctica náutica, sin perjuicio –quizás– de algún otro interés subalterno.
Cien años después, y siempre atendiendo a los enunciados o mandatos del acuerdo binacional de 1961 entre don Eduardo Víctor Haedo, presidente del Consejo Nacional de Gobierno uruguayo y don Joao Goulart, presidente de Brasil, la idea de la navegabilidad se mantiene vigente y este viaje también llevó consigo ese cometido, surcando simbólicamente la ruta lacustre bifronteriza.
Es la ruta que recorrerá la hidrovía Uruguay-Brasil, una vez plasmado en los hechos el mentado proyecto, que nuevamente impulsaron ambos gobiernos vecinos, en manos de los presidentes Lacalle Pou y Lula Da Silva.
Aspectos conceptuales de ambientalismo
En primer lugar, el suscrito quiere dejar a expreso manifiesto que como profesional ingeniero agrónomo y ante todo como ser humano sensible a la naturaleza de las cosas y el mundo físico que tomamos prestado es un activo y consecuente conservacionista del medioambiente desde bastante tiempo atrás, al poder constatar en el terreno de todo el país, y en casos del exterior, los inmensos problemas de erosión, contaminación y demás desastres ecológicos, producto de la irresponsabilidad del hombre, ya por ignorancia, ya por desidia o conveniencia económica.
No fanatizamos el concepto ni demonizamos la tecnología productiva, que limitaría el desarrollo de la población, sino que bregamos desde hace décadas para que se produzca y conviva en medios naturales con un desarrollo sostenible, palabra que nos dice todo sobre el cuidado a tener sobre los recursos de la naturaleza: suelo, agua, aire, flora y fauna, gestionados racionalmente por el hombre, obviamente.
Gracias a la enseñanza de mis mayores, adelantados en su época al alertar sobre estos problemas, asumimos la obligación moral de pugnar –en un medio muchas veces hostil– por la observación rigurosa del cuidado ambiental, no solo respetando las leyes y reglamentos, sino con algo más de empeño aún, para que las actividades de desarrollo, en este caso de la laguna Merín, tengan sustentabilidad, seguridad para su entorno poblacional y natural y sean todas acciones que atiendan el futuro generacional, sin dejar herencias comprometidas y a veces con un daño irrecuperable.
Hoy en día, sea en el transporte acuático, sea en otras acciones que intervienen en la naturaleza, como la pesca, los deportes, el turismo, las actividades son perfectamente compatibles con la preservación del entorno toda vez que se respeten estrictamente las normas que las autoridades dictan en la materia y se supone que deben vigilar.
No hay incompatibilidad, sino complementariedad. El progreso no debe generar cuentas incobrables, pero tampoco quedar en la inacción solo por temor o exceso de precaución a daños ambientales que se magnifican a priori.
Marco expresamente este concepto, porque se oyen una y otra vez voces de excesiva alarma para con perjuicios probables que conlleve la ejecución y uso de la hidrovía Uruguay-Brasil, y sin embargo, es un tema importante que se contempla en los permisos oficiales y normas internacionales.
Mandato histórico para las actividades en la cuenca
Volvemos a la cláusula del acta de creación de la Comisión Mixta de la Cuenca de la Laguna Merín de 1961, en su artículo 1: “Estudiará los problemas técnico-económicos y sociales relacionados con el mejoramiento de la navegabilidad y el aprovechamiento total de la cuenca de la laguna Merín”. O sea que debe quedar claro que la prioridad la tiene la población lugareña involucrada en ambos países, buscando su desarrollo social y económico antes que otras actividades, aunque sean estas dirigidas a ese propósito, como es el caso de la navegación de pasajeros y cargas de bienes comerciales.
Navigare necesse, vivere non necesse.
* Ingeniero agrónomo, delegado por CLM-Uruguay
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