El pasado lunes se realizó la inauguración oficial de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) por parte de presidente de la República Luis Lacalle Pou y la intendenta de Montevideo Carolina Cosse, en clave de cogobierno. Atrás quedaron las ásperas disputas por la administración del nuevo comercio frutihortícola, entre la intendencia capitalina y el Poder Ejecutivo.
Que la concurrida ceremonia se realizara bajo un temporal de agua no debe haber inmutado a los beneficiarios agrícolas del nuevo local, habituados al trabajo a la intemperie, pero sí sirvió para que muchos de los participantes –autoridades especialmente de la Comuna capitalina- provenientes del mundo ciudadano, recibieran un baño de realismo.
Los granjeros, muchos de los cuales ya llevan varias generaciones en el trabajo de la tierra, conocen la dependencia que tiene su actividad de “su majestad el tiempo”. Saben que la diferencia entre obtener una buena o mala cosecha está supeditada a los vaivenes del clima, que en nuestro país se especializa en mostrar caprichosos cambios de temperamento, que escapan a los sesudos informes de los meteorólogos. Un período de sequía en el momento biológico clave de los cultivos, como un exceso de lluvia, que es lo normal en Uruguay y puede dejar sin cosecha y tirar por la borda todas las expectativas de un agricultor y, dejarlo a él y su familia, expuesto a la buena voluntad de sus acreedores.
Sin ir más lejos, a fin de año se manejaba una situación de emergencia agropecuaria, que comprendía diez departamentos, a los que a fines de enero se le agregó Colonia, San José y Treinta y Tres, ingresando también a la situación de catástrofe climática avalada por el MGAP. Pensar que entre esta última fecha y esta inauguración hubo zonas de los departamentos de Treinta y Tres y Rocha que sumaban precipitaciones entre 500 y 600 milímetros.
Este nuevo local que se lo llama con tres letras, siguiendo la moda de reducir los conceptos a siglas, cumple con una tradición que ya lleva casi 150 años, que es proteger a esta sufrida gente que nos brinda seguridad alimentaria desafiando año a año las contingencias del tiempo, para no dejarla demasiado expuesta, además, a la codicia de los intermediarios o los especuladores.
En 1878 ejerciendo el gobierno Lorenzo Latorre, se crean las ferias vecinales, para que el propio productor tenga la posibilidad de ser él quien pueda comerciar directamente el fruto de su trabajo.
En 1905, en aquella subasta de proyectos enaltecedores del nuevo estado -impulsado fundamentalmente por estadistas esclarecidos como Batlle, Manini y Arena- enmarcados en un país pacificado que ya supera el millón de habitantes, se crea el Mercado Agrícola. Su espléndida construcción ocupa la manzana que rodean las calles, Ramón del Valle Inclán, Martín García, José L. Terra y Amézaga y recién queda finalizada en 1912.
Allí donde se establecía el límite del Montevideo rural con el urbano, se fue levantando una de las edificaciones con mayor elegancia funcional de nuestra ciudad, apta para el ingreso de los vehículos (la mayoría tirados por caballos). En su exterior se disimula la estructura en hierro y aparece un recubrimiento de mampostería con arcadas de medio punto. Este edificio hoy recuperado se transformó en plaza de comidas.
Es el último de los grandes mercados construidos en hierro en Montevideo, que además dispone del Mercado de la Abundancia, ubicado en el centro y el Mercado del Puerto en la Ciudad Vieja.
En diciembre de 1933 el presidente Gabriel Terra escucha el clamor de los productores hortifrutícolas que, golpeados por los efectos del crack de 1929, reclaman soluciones. Son los mismos que tres atrás, luego de iniciar una serie de reclamos al gobierno culminan en una huelga que duró cuarenta y cinco días. Mientras duró el conflicto utilizaron un campo en la zona rural de Montevideo como lugar de venta de sus productos alimenticios.
Y es ahí que surge la organización de productores denominada Sociedad de Agricultores Unidos del Uruguay que con fecha 10 de abril de 1931 impulsa la construcción de un nuevo mercado.
Los gremios de agricultores tenían como preocupación principal la creación de un nuevo mercado agrícola que se adecue a los nuevos tiempos. La población capitalina había crecido sustantivamente y la producción agrícola superaba con creces el requerimiento de atender la seguridad alimentaria.
El atildado Mercado Agrícola ya quedaba insuficiente para albergar la nueva realidad. Y soplaban nuevos vientos gremiales como para aspirar a la construcción de un nuevo mercado propio de los agricultores. El 29 de noviembre de 1932 se aprobaron los estatutos de la nueva Concentración Nacional de Productores Agrícolas (CNPA) donde su objetivo principal es la “construcción de un nuevo centro de ventas de productos de granja…”.
Finalmente, el emprendimiento adoptando la forma jurídica de sociedad anónima logra reunir un grupo de ciento cincuenta productores que se transforman en accionistas de la CNPA.
La ubicación elegida para levantar el nuevo mercado resulta ser la intersección de camino Propios y la calle Monte Caseros.
El 12 de noviembre de 1933 se colocó la piedra fundamental en una ceremonia oficial con la presencia del presidente Gabriel Terra y el ministro de Hacienda Cesar Charlone procurando nuevos horizontes para el desarrollo de la producción agrícola.
El proyecto arquitectónico recayó sobre el arquitecto Gualberto Rodríguez Larreta.
Y la inauguración oficial se llevó a cabo el 31 de enero de 1937 con la presencia del Ingeniero León Peyrou, flamante titular del recientemente creado Ministerio de Ganadería y Agricultura.
El pasado lunes el discurso inaugural de la UAM estuvo a cargo de Carlos Baldassini, presidente de la Comisión Administradora del Mercado Modelo. “Vamos hacia un mundo cada vez más necesitado de alimentos y Uruguay tiene la oportunidad de avanzar en la conquista de nuevos mercados sin descuidar la expansión del mercado interno”, dijo el respetado dirigente granjero, al que todos cariñosamente llaman de ‘Carlitos’ y agregó con la certeza que le da su vasta experiencia “…valorizando aún más la seguridad alimentaria y promoviendo hábitos de alimentación saludable, al tiempo de reforzar la identidad país como abastecedores serios y responsables”.
Baldassini es un cuadro histórico, típico productor hortifrutícola del norte que siempre integró la directiva del Mercado Modelo como representante de su región. Un dirigente gremial de perfil bajo, gran componedor y respetado por todos.
Antes de comenzar su discurso inaugural saludaba a mucha gente y a algunos le repetía: “me pidieron esta changa, pero esto no es lo mío…”. Es evidente que los tiempos cambian, y en muchos casos hay que adaptarse a los cambios. Sin dejarse dominar por la nostalgia, hay que respetar el balance que, de este local que hoy se abandona, hace Antonio Aufe. Son vivencias que enaltecen valores – hoy y como el amor al trabajo y la solidaridad entre los hombres.
¿Alcanzará con este nuevo traslado, para levantar el tan alicaído ánimo de nuestros agricultores granjeros y, volver a poner en marcha producción que vela por nuestra seguridad alimentaria?
TE PUEDE INTERESAR