Los economistas ordoliberales y neoliberales, en Alemania y a nivel internacional, generaron una mística sobre la reforma monetaria y de precios alemana de 1948 como si se hubiera tratado de la creación de un solo hombre, Ludwig Erhard. En efecto, propagaron la versión de que el milagro alemán siguió a una liberalización de precios y salarios que se produjo “de la noche a la mañana”. A modo de ejemplo, en un panfleto que defiende la eficacia de la terapia de shock en Gran Bretaña, Milton Friedman cita al “episodio alemán de Erhard en 1948” como prueba histórica de la eficacia de este tipo de políticas, escribiendo que Erhard “puso fin a todos los controles salariales y de precios en un fin de semana”. De hecho, la reforma de precios alemana de 1948 no liberalizó todos los precios. Los productos críticos, los alimentos esenciales, las materias primas, los alquileres y las tasas de circulación siguieron estando sujetos a topes de precios durante varias décadas, estimándose que el 30% de los precios de los bienes de consumo se mantuvieron regulados por el Estado en el periodo 1948-1963. Tampoco – en contraste con lo afirmado por Friedman– se liberalizaron los salarios al mismo tiempo que los precios.
En lugar de producir un milagro instantáneo, o una transición corta y dolorosa pero inocua, las reformas de Erhard provocaron un estado de agitación social. A pesar de la coherente reforma monetaria, el exceso de demanda agregada hizo que los precios subieran rápidamente, con un IPC que aumentó 14,3% en 1948. Con sus salarios topeados y los precios en alza, los trabajadores se enfrentaron a la caída de sus ingresos reales, lo que exacerbó el efecto de la pérdida de los ahorros (ndr: provocada por la reforma monetaria), y provocó un fuerte aumento de la desigualdad. Como resultado, las reformas de Erhard no fueron acogidas con entusiasmo. Los sindicatos cuestionaron los fundamentos del nuevo orden económico y, el 12 de noviembre de 1948, los trabajadores de Alemania Occidental iniciaban una huelga general exigiendo el retorno a la planificación económica y a los controles de precios (ibíd. 62-63). Las reivindicaciones de los sindicatos se mantuvieron sin consecuencias y el destino económico de Alemania Occidental quedó en el aire hasta 1950. El propio Erhard (1957) describió ésta como “una de las fases más dramáticas de la historia económica alemana”. (Ndr. El boom de demanda provocado por el advenimiento de la Guerra de Corea pondría a la economía en su senda de competitividad y crecimiento, sacándola del “impasse” provocado por la reforma. El “milagro alemán” se consolidó a partir de Corea).
Isabella M. Weber, en “¿Cómo hacer un milagro?: La liberalización de precios de posguerra de Ludwig Erhard en el debate sobre la reforma de los años 80 en China” (trabajo publicado por la Universidad de Londres, 2019)
TE PUEDE INTERESAR