Es con enorme alegría que sentimos ya, los primeros resultados del cambio de orientación del Banco País, que nunca debería haberse apartado el BROU.
El regreso de Citrícola Salteña a la actividad, generando puestos de trabajo -tan necesarios-, divisas genuinas, y ser motor de un sin número de actividades a su alrededor es ejemplo de cómo se puede reactivar la economía del país.
Bienvenidas las nuevas actividades, bienvenidas las inversiones en todos los rubros posibles, pero cuidemos las ya existentes. Es lógico y esperable que cualquier sector pase por épocas turbulentas. Es estratégico ayudar a pasar esos momentos.
Es fácil destruir, cerrar, suprimir pero qué difícil es construir, hacerse un lugar en el mundo, mantenerse. Abrirse camino en el mundo económico implica mucho trabajo, tecnología, inversiones, formación de gente profesional, años cuando no generaciones.
No parece extraño hacer un plan de viviendas financiadas a 20, 25 y 30 años pero cuando se trata de salvar o fortalecer un sector o una fuente de trabajo importante, se lo niega o se le ponen trabas imposibles de superar.
En Uruguay, la política económica fue la gran responsable de la destrucción de varios rubros que ocupan mucha mano de obra. El costo país exagerado fue erosionando la competitividad de las empresas. El clamor de sus dirigentes, las varias reuniones con autoridades y las advertencias no lograron sensibilizar ni encontrar fórmulas que hubieran ayudado a sobrevivir.
Combustibles y energía a costos muy superiores a la competencia… ¿es tan difícil calcular el consumo que implica una actividad? ¿Es tan difícil acreditar un diferencial para que nuestras empresas compitan con el mundo?
Costos financieros exagerados in crescendo a medida que la empresa tiene más dificultad!
Pero se prefirió dejar caer a las empresas nacionales. Una mezcla de falta de valorizar los esfuerzos de años y un proyecto político de transferir capitales privados a cooperativas de los propios empleados, con los resultados a la vista.
Pero miremos para adelante.
Ojalá, las empresas endeudadas o cerradas pero vigentes, logren una refinanciación a largo plazo que les permita volver a dinamizar la economía de sus zonas de influencia.
Recorro en mi memoria las empresas que hicieron de Paysandú un polo industrial importante, y de otras en otros departamentos y que varias de ellas no estarían cerradas o por cerrarse, de acceder a refinanciaciones.
Recuerdo varias refinanciaciones a diferentes sectores de la economía en estos últimos 40 años. El sector ganadero tuvo más de una, el sector arrocero mínimo dos, el sector lechero dos o tres, el sector vitivinícola un plan de reestructura subvencionado. Todos con buenos resultados y para bien del país.
Curiosamente el sector citrícola nunca pudo acceder a pesar de las gestiones. ¿Por qué? Unos dicen que el sector no tiene “lobby”, otros que son solo 4 o 5 empresas…
Si bien es cierto que son pocas empresas, también es cierto que son decenas o centenas de socios… y nadie mira la capacidad de generación de actividades de esas “pocas” empresas.
A los nuevos gobernantes, de hacer el balance fiscal comparativo de activarlas o dejarlas caer.
¿Será hora?
Atentamente,
Pedro Darricarrère
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