Uno a uno va terminando los diversos grupos de los Consejos de Salarios, en su gran mayoría con resultados que no son afines a las pautas sugeridas por el gobierno para esta Novena Ronda, pero a su vez lamentablemente sin mayores resultados en lo que respecta a la promoción del empleo y la desregulación del trabajo.
Dentro de los que cerraron acuerdos nos referiremos al grupo 22, compuesto por tambos, arroz, ganadería y agricultura. Como más de la mitad de ellos, lo hicieron mediante el acuerdo de empleados y empleadores y la abstención del Poder Ejecutivo, fijando recuperaciones salariales totales para el periodo del 3,5%. Ese valor se encuentra ubicado entre 2,2 y 3,5 veces lo previsto en las pautas, que como se recordará, era de 1,0 o 1,6% según el tamaño de la empresa.
Pero claro, la ronda dejó gusto a poco para los involucrados.
Por el lado de los empleados, pues ellos entienden que el sector agropecuario se encuentra en una situación floreciente y debió haberla compartido con sus trabajadores. Para los empleadores, porque no se pudieron resolver algunos puntos que ya tienen años de planteados, a pesar de haber concedido la totalidad de lo que se les pidió.
Respecto a los trabajadores su reclamo es contrario a lo que fue la tónica de la negociación. Se estaba avanzando en dos temas no salariales: el establecimiento de una nueva categoría de carácter provisorio que se llamaba de promoción del empleo y tenía el objetivo de crear nuevos puestos de trabajo y un segundo punto referido al acuerdo de un régimen más beneficioso que el previsto en la “Ley de Regulación de la Jornada Laboral de los Trabajadores Rurales”, N°18.441, conocida como ley de 8 horas. Esa ley permite excepciones en determinadas condiciones.
La propuesta empresarial implicaba poder llegar a un acuerdo de cada trabajador con su patrono, voluntariamente,es decir, sin que ninguno de ellos tuviera obligación de acordar, para compensar algún día no trabajado con alguna hora de trabajo extraordinaria. Podría acordarse en consecuencia cosas como una ida al médico o un día libre para la construcción de su vivienda, etc., sin mengua (descuento) del salario y mediante la extensión de algunas jornadas por una hora más.
En ese marco los trabajadores hicieron llegar un documento que establecía algunas observaciones en la construcción de ese acuerdo, que por cierto era mejorable, y como pauta salarial deseada plantearon una recuperación del 3,5%durante el periodo de vigencia (2 años). Días después el MTSS entrego la “Propuesta de Acercamiento” en los que entendía se podía llegar a un acuerdo sobre esos puntos y cerrar la ronda con una recuperación salarial del 2,5%.
No obstante, llegar a acordar fue difícil y hasta último momento hubo posibilidad de no lograrlo, lo que, por la normativa vigente, hubiera significado la toma de decisión por parte del Poder Ejecutivo decretando los aumentos previstos en las pautas, o sea 1,0 y 1,6%, según el tamaño de la empresa. De esa forma nadie hubiera salido favorecido.
¿Y qué se negoció finalmente? Se concedió el 3,5% que plantearon por escrito los trabajadores, aun cuando finalmente no se pudo llegar a un acuerdo en lo que respecta al “régimen más beneficioso” y el otro punto de la negociación (categoría de creación de empleo) se obtuvo con cortapisas. O sea, se dio todo lo que los trabajadores plantearon, obteniéndose poco de lo aspirado por las empresas, cuyo objetivo último no era retacear aumentos sino lograr mejores condiciones de trabajo. Es más, una y otra vez se expresó estar dispuestos a conceder más beneficios económicos (salario) de lograr avanzar en los temas planteados.
Señalábamos además, como argumento de los gremios, el hecho de que el sector ha visto crecer un 12% sus precios de exportación. La delegación obrera confunde cosas, entre otras confunde precios con rentabilidad y producción con ingresos neto.
Es cierto que los precios de muchos productos agropecuarios se encuentran en su pico de alza, sin embargo, tambien es cierto que algunos rubros no atraviesan esa bonanza, así como que fertilizantes que valían US$ 400 por tonelada ahora valen US$ 1000, que en el primer semestre de 2021 cerraron 44 tambos y muchos otros datos más. Tambien es cierto que la historia nos muestra que esos precios no tienen carácter permanente y que ante circunstancias de mercado menos favorables jamás se plantearon rebajas salariales.
¿Como gato entre la leña?
La Unatra (Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines) acaba de hacer público un comunicado en el que señala que la delegación obrera “tuvo que revolverse como el gato entre la leña” para conseguir el 3,5% de recuperación. Queda claro en los hechos arriba reseñados que no solamente fue lo que pidieron, sino que se les concedió casi sin condiciones. También queda claro que si el dogmatismo hubiera cedido paso a la razón, se hubieran acordado flexibilizaciones laborales y un mayor porcentaje de aumento.
Es discutible la propia representatividad de los trabajadores, desprovistos además de la necesaria personería jurídica que los volvería legítimos representantes y además responsables por sus acciones. Es más, alguno de los negociadores se distingue por ser colono del INC, lo cual lo acerca más conceptualmente a patrono que a obrero. Pero dejemos este tema de lado, tantas veces planteada al Poder Ejecutivo y tantas veces postergada por el gobierno anterior y por el presente a pesar de las actuaciones de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
La flexibilidad, ¿tarea pendiente?
Hay algo que ningún economista discute pero que a su vez los políticos no se animan a llevar a cabo, y es la necesidad de flexibilizar el trabajo. Eso permitiría que los elementos del mercado vayan logrando liberar la energía creadora de las personas. En economías de bajo empleo y alto desempleo, pretender que los aumentos salariales por si solos contribuyan sustantivamente al aumento de la masa salarial y por tanto al bienestar de los trabajadores es una falacia salvo en sectores que recaen en el peso regulatorio del Estado, mantienen fuerte concentración o dependen de este como cliente directo o indirecto, los ejemplos huelgan. El bienestar de esos sectores, de cualquier forma, lo pagan el resto de los trabajadores con desempleo, salarios bajos y costo de vida alto.
Ese fue uno de los objetivos que algunas instituciones, representantes de las empresas rurales, nos planteamos en la ronda. Hacerlo, es de la mayor urgencia.
*Ingeniero agrónomo, economista agrícola y productor rural
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