Solo en Maroñas se gana con Ajuste Fiscal.
El propietario del pingo ganador del premio máximo del hipismo nacional bien le podría haber puesto “Más Impuestos”, ya que lo implementado por el ministro Astori en 2016 fue lisa y llanamente un aumento de la carga fiscal a las empresas y a las familias.
A un ajuste fiscal se le pueden atribuir muchas cosas. Pero por más sofisticación académica que se le pretenda otorgar al término, no se puede eludir que la premisa mayor consiste en controlar el gasto estatal. Cuando se valoraba el criterio de los gobiernos por estar ceñido al sentido común y a la probidad que merece el cuidado del Bien Común, alabar a un ministro de Hacienda porque usaba el criterio de un buen pulpero, con su libro de caja con las columnas del debe y el haber empatadas, no era restarle mérito intelectual sino que era el mayor elogio republicano.
Pero cuando nació y se le asignó nombre al potrillo de Liberman no fue así, salvo que se tratara de una premonición propia de la socarronería de los que giran en torno del stud.
Lo del ministro que lideró “el mejor equipo económico de la historia” y su inefable equipo, fue simplemente un aumento del gasto público financiado con más impuestos y más deuda.
Por otra parte, un verdadero ajuste fiscal es recesivo y arriesga con terminar de hundir un número importante de empresas que ya se encuentran al borde de su límite de supervivencia.
Ajuste Fiscal ganó de atrás el Premio Ramírez, pero en la vida económica del país nos puede terminar hundiendo del comienzo, es decir, de arranque.
No es momento de experimentar teorías que solo se han aplicado en países marginales con pésimos resultados. Cuando llega el momento de aplicarlo a los países desarrollados la doctrina se hace invariablemente mucho más flexible. Para poner un ejemplo, el más clásico: el New Deal de Roosevelt para enfrentar el derrumbe de los años treinta que golpeó a todos los países, grandes y pequeños, ricos y pobres…
Llamativamente, esta semana el FMI -como regalo de despedida a los que dejan el gobierno- publicó un trabajo académico en el cual alaba el buen manejo que ha hecho Uruguay de su deuda. ¿Será que el próximo ganador del Ramírez se llamará Deuda Externa? Paradojalmente, esta fuerza política arrancó su gestión 15 años atrás visitando al FMI en Washington.
Heredaron una economía en crecimiento y finanzas públicas en orden, y pocos años después pudieron cancelar totalmente la deuda contraída con el organismo internacional. Hoy la deuda externa casi se triplicó, pero esos fondos no se ven reflejados en una mejoría del sector privado. Porque más allá de las cocardas internacionales que no se comen ni se exportan, lo que se ve todos los días es un aumento en el desempleo y el cierre de empresas.
La gente está angustiada y espera soluciones que nos saquen del pozo.
Dejemos las invenciones creativas para la pista de Maroñas.