El gobierno socialdemócrata alemán aprobó el uso recreativo del cannabis a través de clubes con previa inscripción, contradiciendo la opinión de numerosas organizaciones de la salud, incluida La Asociación de Médicos Alemanes que advirtió del serio peligro que representa para el aumento de consumo en jóvenes. El cannabis puede afectar el desarrollo del sistema nervioso central aumentando el riesgo de mayores problemas psiquiátricos, depresión y esquizofrenia.
La policía criticó fuertemente el proyecto y la oposición anunció que lo revocará de ganar las próximas elecciones.
Los Países Bajos, pioneros en la legalización recreativa de varias drogas, con el paso de los años viene endureciendo su política para reducir el turismo de consumo, y están desapareciendo los lugares habilitados para la venta al público.
Una vez más, al igual que ocurrió en Uruguay, la salud de nuestros jóvenes queda pisoteada por los intereses económicos de quienes ven en el cannabis un producto comercial generador de consumidores cautivos y grandes ganancias.
Repetimos el modelo del cigarrillo en los años cincuenta y sesenta, una enorme campaña anunciando fraudulentamente que no hace daño, mientras se genera adicción en toda la población. Emulando las tabacaleras, grandes multinacionales del cannabis, mediante lobby y donaciones, aprueban leyes que solo terminarán aumentando los gastos del Estado en salud para apaliar el daño ocasionado por su avaricia.
Ningún país con esta ley aprobada cumplió con las campañas de prevención a las que se compromete y obliga, y en ningún caso se ha reducido el consumo ni la presencia de los narcotraficantes. Todo lo contrario. El precio del producto baja por la competencia legal e ilegal, el mercado, al reducirse el precio, aumenta de tamaño y la naturalización en menores es imparable.
La OMS ya advirtió por los pésimos resultados obtenidos en Uruguay y Canadá. Resultados totalmente opuestos a los buscados. Uruguay carece de estudios serios e imparciales sobre las consecuencias de estos diez años de vigencia de la ley.
¿Por qué la Junta Nacional de Drogas no llama a una mesa nacional con todas las instituciones públicas y privadas involucradas que evalúe los resultados? Es hora de exigir a todos nuestros candidatos que manifiesten claramente qué harán con el tema drogas.
Sería imprescindible que mediante plebiscito la ciudadanía defina si quiere un país con drogas o libre de drogas.
Pablo Delfino
Fundación Madres del Cerro
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