Después de la brutal experiencia en vivo que fue la utilización del armamento nuclear sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki que dio por concluida la Segunda Guerra Mundial, el esclarecido físico Albert Einstein sugirió que cualquier resultado de una posible Tercera Guerra Mundial sería tan grave como para hacer retornar a la humanidad a la edad de piedra. A lo que el periodista Alfred Werner le pregunta qué tipo de armas creía que se utilizarían en una nueva conflagración y Einstein responde: no sé con qué armas se combatirá la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta se peleará con palos y piedras.
Desde que se produjo la invasión a Ucrania por Rusia, en boca de personalidades del más diverso rango, en los más diversos espacios, se viene insinuando con alarmismo el inicio de la Tercera Guerra Mundial.
Tema recurrente en las generaciones anteriores a la nuestra, que fueron testigos o tenían aún frescos los relatos de sus antecesores inmediatos de la insensatez irresponsable de los líderes políticos que empujaron al mundo a la hecatombe de la Gran Guerra – esa sí primera guerra mundial- y en exactamente 20 años como lo anunció el General Fosch con aquella profecía de la “tregua”, la segunda hecatombe también mundial, tan sangrienta como la anterior.
Es así que la segunda mitad del siglo XX estuvo perlada de agoreros, que desdeñosos de la realista anatema de Einstein, proyectaban conflictos localizados (guerra de Corea, guerra de Viet Nam, misiles en Cuba, etc.) como el inicio de una tercera calamidad abarcativa al mundo entero.
Pero hoy no sólo participan de este criterio opinólogos y comentaristas de casi todos medios, sino que en los últimos días se ha plegado, una respetada figura como el papa Francisco, que aprovechó el efecto escalofriante de esta insinuación, para alertar a los europeos a ver “todo el drama que se está desarrollando detrás de esta guerra, que quizás fue de alguna manera provocada o no evitada…”. Y agregó: “Estoy en contra de reducir la complejidad a la distinción entre buenos y malos, sin razonar sobre las raíces e intereses que son muy complejos”.
En nuestro país, días pasados, el programa En Perspectiva anunció al Dr. Sergio Abreu como que hablaría sobre el escenario de la Tercera Guerra Mundial, que “se había instalado en el mundo con la guerra entre Rusia y Ucrania”. Y lo que más llamaba la atención de aquel anuncio que se trataba del punto de vista del actual Secretario General de ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración). El ex-canciller habló que al daño de la pandemia se le agrega ahora la rebelión de Putin contra la situación de Europa en su relación con la OTAN lo que deriva en el rearme de Alemania y otros países y configura una verdadera carrera armamentista. Y puso énfasis en las consecuencias sociales a nivel humano que está golpeando la seguridad energética y alimentaria de los pueblos.
Desde las antípodas geográficas con un enfoque totalmente diferente, el ministro de Asuntos Exteriores de India Subramanian Jaishankar declaró en el Foro Internacional de Globsec, que Europa debería dejar de pensar que sus problemas son los de todo el mundo acusando a la región (asiática) “de guardar silencio sobre muchas cuestiones…”.
“Si hablamos de quien guarda silencio sobre qué cuestión y en qué momento, yo diría que hay muchas cuestiones en Asia sobre las que Europa ha mantenido la boca cerrada”, tratando de circunscribir el conflicto al área europea y dando señal de alerta los manipuladores que tienden a mundializar esta guerra focalizada.
Toda guerra interna tiende a internacionalizarse.
La guerra de Secesión: un ejemplo clásico.
Europa, que en los últimos cincuenta años luce como una apacible gran nación, siempre estuvo involucrada en confrontaciones bélicas entre vecinos, que se disiparon a partir del pacto del Carbón y del Acero. No obstante, el siglo XX se cerró con la sangrienta contienda de los Balcanes como consecuencia de la desintegración de Yugoslavia, y el resurgimiento de viejos odios raciales y culturales.
El actual conflicto Rusia-Ucrania entre dos pueblos de la misma tradición cultural y de la misma etnia, además utilizando pretextos separatistas, es comparable -aunque distante en el tiempo- a la guerra de Secesión o guerra civil entre el norte y el sur de Norteamérica. Aquel fue un conflicto bélico librado en los Estados Unidos desde 1861 hasta 1865. Cuando el presidente Abraham Lincoln asumió su cargo de Jefe de Estado, los nacionalistas de la Unión proclamaron lealtad a la Constitución de los Estados Unidos y se enfrentaron a los Estados secesionistas del sur.
Entre los 34 estados de los Estados Unidos en febrero de 1861, siete estados del sur individualmente declararon su separación de los Estados Unidos para formar los Estados Confederados de América. La Confederación fue creciendo hasta incluir once estados sureños. Diplomáticamente esta no fue reconocida por el Gobierno de los Estados Unidos, ni fue reconocida por ningún país extranjero, aunque el Reino Unido y Francia le otorgaron estatus beligerante y se transformaron en los grandes proveedores de recursos económicos y de armamento.
Los estados que permanecieron leales a los Estados Unidos se conocieron como la Unión o el Norte.
La Unión y la Confederación rápidamente levantó ejércitos voluntarios y conscriptos que lucharon principalmente en el Sur a lo largo de cuatro años. La Unión finalmente ganó la guerra cuando el general Robert E. Lee se rindió ante el general Ulysses S. Grant en la batalla de Appomattox Court House, seguido de una serie de rendiciones de generales confederados en todos los estados del sur. Cuatro años de intensos combates dejaron entre 620.000 y 750.000 personas muertas, el número mayor de muertes militares de los Estados Unidos en todas las demás guerras combinadas (al menos hasta aproximadamente la Guerra de Vietnam).
Esta Guerra Civil es el episodio más estudiado y escrito sobre la historia de los Estados Unidos.
Tanto Sherman como el general Ulysses S. Grant, comandante supremo del ejército nordista, creían que la guerra duraría hasta que fuera destruida la capacidad de los Estados Confederados de América para defenderse y recibir recursos. Esto implicaba que era necesario quebrar de manera decisiva la potencialidad económica, estratégica y psicológica del bando confederado mediante una táctica novedosa, eficaz y muy violenta.
Sherman aplicó el principio de tierra arrasada, ordenando a sus tropas que durante su marcha por el Sur destruyeran cosechas, matasen todo el ganado posible y consumieran la mayor cantidad de suministros que consiguieran, no limitándose a subsistir de la producción económica del Sur sino además destruyéndola si no podían consumirla, para destruir la economía del enemigo. El caso más conocido fue el incendio total de Atlanta (Georgia) que sólo quedó como testigo de la historia una calle de la época.
Aunque el presidente Abraham Lincoln tenía dudas sobre la viabilidad del plan del general Sherman y le rechinaba una estrategia tan despiadada e inhumana, aceptó la lógica de la guerra y no lo detuvo.
En la Marcha hacia el Mar no participaron todas las fuerzas bajo el mando del general Sherman, pero sí se dedicó una tropa numerosa: 55 000 hombres de infantería, 5000 de caballería, y 2000 de artillería con 64 cañones, divididos en dos columnas al mando de los generales Oliver O. Howard y Henry W. Slocum. El 2 de noviembre Sherman recibió un telegrama del general Grant autorizando la marcha y el 15 de noviembre de 1864 las fuerzas nordistas salieron de Atlanta hacia Macon, la (por aquel entonces) capital de Georgia.
De inmediato las tropas de la Unión iniciaron su destrucción. Manufacturas e industrias fueron destruidas y las cosechas, quemadas.
Si algún atenuante se le puede hacer a esta prolongada y sangrienta contienda civil es la imagen superior del presidente Lincoln sinceramente embanderado con la abolición de la esclavitud.
Mientras las principales potencias europeas suministraban recursos y armas a la Confederación Sureña que era el bando más débil ( seguramente, para prolongar lo más posible la contienda) se da una curiosa situación casi que ocultada: la nación que ofreció su abierto apoyo al carismático presidente de la Unión fue Rusia, en aquel entonces gobernada por Alejandro II, el mismo que pocos años antes había logrado la libertad de los “siervos de la gleba”, lo que le valió el título de Zar Libertador. Él fue quien le envió la escuadra rusa que, aunque no intervino en operaciones militares, le significó un valioso espaldarazo y un llamado de atención a las potencias de Europa occidental. El 24 de septiembre de 1863 llegan numerosos barcos a Nueva York y días después otra escuadra atraca en San Francisco.
Alejandro ll también le ofreció a Lincoln la venta de Alaska que se concretó después del asesinato del presidente norteamericano, enviando a su ministro Eduard de Stoeckl , que concretó la venta con el Secretario de Estado William Seward.
En 1878, una delegación de ciudadanos norteamericanos, entre los que se encontraba Mark Twain se entrevistan en Crimea con el emperador Alejandro ll. “América tiene muchos vínculos con Rusia: es de ella deudora por muchos motivos, en primer lugar, por la firmeza de su amistad en años de pruebas tan duras”, dice el mensaje de agradecimiento de la embajada americana.
En febrero de 2011 se inauguró en Moscú una exposición dedicada a Alejandro ll y Abraham Lincoln exponiendo más de 200 objetos y documentos históricos que asocian sus respectivas gestas emancipadoras, en una ceremonia de gala que participó el congresista James Symington cuyo bisabuelo fue el secretario de Lincoln.
“Alejandro ll y Abraham Lincoln se atrevieron a hacerse reformistas y el sentido principal de su actividad es el respeto hacia la dignidad de la persona…” destacó el historiador Sigurd Schmidt.
Y el embajador de EE. UU. en Rusia, John Beyrle expresó el deseo de que “el espíritu de pragmatismo y la amistad que se reveló en los tiempos de ambos jefes de Estado, sea el ejemplo y la inspiración para nuestros actuales presidentes y para nosotros mismos”, en oportunidad de la inauguración.
Se podría hacer al estilo de Plutarco el paralelismo de estas dos vidas que culminaron trágicamente, víctimas posiblemente de los mismos oscuros intereses.
TE PUEDE INTERESAR