El nombre: Uruguay es un curioso país donde la gente se casa poco y se divorcia mucho, pero donde se celebra por duplicado el día de la familia. Cada 15 de mayo, Uruguay adhiere a la celebración del Día Internacional de la Familia, y cada 25 de diciembre el Estado laicista celebra la Fiesta de la Familia, mientras el pueblo celebra la Navidad.
En efecto, la ley 6.997 del 23 de octubre de 1919, denominada “Declaración de Feriado”, establece que el 25 de diciembre será la Fiesta de la Familia. Y declara “feriada la sexta semana siguiente a Carnaval con el nombre de Semana de Turismo”; es decir la Semana Santa.
Cien años después, buena parte del pueblo uruguayo, ha adoptado el nombre de Semana de Turismo, pero no el de Fiesta de la Familia. A la Navidad, se la sigue llamando Navidad, aunque su sentido haya cambiado: es obvio que la presencia comercial del gordo de la Coca Cola -con sus renos y su trineo-, supera ampliamente la de los pesebres. Aun así, es probable que este curioso personaje, haya contribuido a preservar cuando menos, el nombre de la Navidad.
En el debate por el nombre, no falta quien afirme que la Navidad, en realidad, es una fiesta de origen pagano. Sin embargo, se ha demostrado que semejante idea parte de un error cometido tanto por el protestante alemán Paul Ernst Jablonski, como por el monje benedictino francés Jean Hardouin. Ellos afirmaban que en calendario creado en el año 45 a.C. por Julio César, el solsticio de invierno caía el 25 de diciembre. Y por eso creían que ese día, se festejaba el “Nacimiento del Sol Invicto”. Sin embargo, esta celebración nació mucho más tarde, en el año 274 d.C., con el emperador Aureliano, y con la muy probable intención de desterrar la Navidad cristiana de Roma. Si bien las pruebas de la celebración de esta fiesta son posteriores al imperio de Aureliano, en lo que hoy es Europa del Este y Medio Oriente, ya se habían hecho intentos por averiguar la fecha del nacimiento de Jesucristo.
El origen: ¿Cómo llegaron los primeros cristianos a concluir que Nuestro Señor nació un 25 de diciembre? Por la fecha de su muerte, ocurrida un viernes, día 14 del mes de Nisán (según el calendario hebreo) o Artemision (según el calendario jónico). Esta fecha fue identificada en los calendarios romanos de los primeros tiempos del cristianismo, o bien con el 25 de marzo, o bien con el 6 de abril.
Paralelamente, la antigua tradición judía de la “edad integral”, afirmaba que los grandes profetas, morían el mismo día de su concepción. De ello se dedujo que si Jesús murió en la misma fecha en que fue concebido –un 25 de marzo o un 6 de abril-, entonces debió haber nacido nueve meses después de su concepción. Esto es, el 25 de diciembre (Navidad) o un 6 de enero (Epifanía). En Occidente, se tomó como costumbre celebrar el nacimiento del Señor el 25 de diciembre, mientras que en Oriente, es tradición dar mayor importancia a la Epifanía. En la iglesia armenia, incluso, se celebra el nacimiento del Señor el día de la Epifanía.
El sentido: Es cierto que la Navidad es una fiesta en la que habitualmente, se reúne la familia. Y la familia, es algo que los católicos amamos, veneramos y celebramos. Pero en el día que corresponde, el de la Sagrada Familia: el domingo siguiente a Navidad. El 25 de diciembre, lo que celebramos es el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, No otra cosa.
Hoy la cultura de la cancelación quiere hacer en Europa, lo que en Uruguay ya se probó –sin éxito- hace más de 100 años: cambiarle el nombre a la Navidad, para cambiarle el sentido. Si ese es el objetivo, a nuestro juicio, ni siquiera es necesario. Aquí en Uruguay, donde todo el mundo dice celebrar la Navidad, la mayor parte de la gente celebra o bien la llegada de Papá Noel por la chimenea -abrigado como para el Polo-; una navidad donde las tarjetas se agotan y los estómagos se empachan; o bien una navidad triste, porque ya no se es tan joven, o porque muchos de nuestros eres queridos, ya murieron.
Aunque se sigue llamando Navidad, en Uruguay no parecen ser muchos los que entienden que el auténtico sentido de esta fecha, es la celebración del nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre, para salvarnos del pecado y de la muerte. Si no celebramos esta fiesta dándole su auténtico sentido, el vacío interior seguirá ahí. Porque sólo Jesucristo, Nuestro Señor, es capaz de llenar nuestras almas de contenido, de alegría, de gozo, de paz…, ¡de la más increíble felicidad!
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