La gran sorpresa de las elecciones nacionales del 27 de octubre de 2019 fue el surgimiento de un nuevo partido, Cabildo Abierto (CA), que a poco más de 6 meses de fundado, lejos de contar con los recursos de sus competidores y prácticamente sin operadores políticos profesionales, obtuvo una excelente votación que le concedió una bancada parlamentaria de 11 diputados y 3 senadores. Y si hubiera alcanzado los 280.000 votos (que casi llegó) la representación parlamentaria tendría un senador más y 2 o 3 diputados adicionales.
Pero lo que más asombro y desconcierto ha provocado este fenómeno político, no es el surgimiento abrupto de este nuevo partido, producto del carisma de su líder, el General (R) Guido Manini Ríos y su original propuesta, sino la procedencia de sus votantes.
En un minucioso trabajo de análisis de cómo se distribuye territorialmente la perdida de los 185.000 del Frente Amplio (FA), los periodistas Gonzalo Ferreira y Santiago Soravilla, estudian los principales circuitos de votación donde el oficialismo tuvo la mayor merma de apoyo comparativamente con las anteriores elecciones del 2014, y los números testimonian que fue en esos lugares donde CA tuvo el mayor número de adeptos.
Son las circunscripciones de ciudadanos frágiles, más carenciados y de menor poder adquisitivo donde el FA tuvo sus mayores pérdidas y donde CA logró su mejor votación.
Para transcribir algún ejemplo de este oportuno trabajo vamos a los Municipios donde se dio el mayor deterioro montevideano del Frente Amplio:
MUNICIPIO D: Manga, Piedras Blancas, Casavalle, Borro, Marconi, Las Acacias, Pérez Castellanos, Villa Española, Unión, Mercado Modelo, Bolívar, Cerrito de la Victoria, Aires Puros. FA: bajó del 69,19% en 2014 a 62,16% en 2019 o sea una caída de 7 puntos. PN: bajó 1,66. PC: bajó 2,7 y CA: obtuvo 12,1%.
El segundo municipio donde perdió más votos el FA fue MUNICIPIO A: Paso de la Arena, Nuevo París, Belvedere, Prado, Nueva Savona, La Teja, Cerro, Casabó, Pajas Blancas, La Paloma, Tomkinson, Tres Ombúes, Pueblo Victoria. FA: bajó del 69% a 62,1% o sea 7 puntos. PN: estable. PC: bajó 1,2. CA: obtuvo7,2%.
En MUNICIPIO F: Villa García, Manga, Bañados de Carrasco, Las Canteras, Maroñas, Parque Guaraní, Villa Española, Flor de Maroñas, Ituzaingó, Jardines del Hipódromo, Piedras Blancas, Punta Rieles. Aquí CA ganó más puntos de los que perdió el FA. FA: bajó del 60% a 51% o sea 9 puntos. PC: bajó 2,5 y CA obtuvo 11,6%
No vamos a seguir enumerando esta tendencia que se repite en los circuitos de los departamentos del Interior, ni tampoco del resto de Montevideo donde el trabajo documenta que CA se afirma fundamentalmente en la periferia, en las zonas donde la gente de pocos recursos está más indefensa ante la inseguridad y siente más angustia por la falta de fuentes de trabajo. A la vez que CA tiende a disminuir protagonismo -sin perder presencia- al sur de Av. Italia, Carrasco, Punta Gorda, Malvin, Pocitos, Punta Carretas, etc.
Aunque parezca de elemental sentido común, mucha gente no ha pensado que el número de votantes de una elección a otra ha variado poco y se aplica el viejo principio de Lavoisier, de que “nada se crea, todo se transforma” que conserva vigencia plena no solo en la química y en la física, sino también en este tipo de reagrupamiento humano.
Aceptar esta lógica de los números hiere los prejuicios y los esquemas ideológicos.
Todo fenómeno político genera debate, sobre todo si es nuevo y repentino. Y este tipo de polémica, en el sentido de la etimología griega del término (polemos=guerra) se desarrolla a varios niveles. Desde los que se descuelgan con una grosera confrontación de argumentos falaces, a la clásica querella de slogans partidarios. Y ahí encajan los que pretenden darle dimensión universal y diploma de filosofía política, a una lucha que por haber ingresado en la contienda electoral, la lectura normal se hace en blanco y negro.
No pretendemos deslizar el tema por los arteros andariveles cargados de la negativa vulgaridad de la arena política.
Dejemos librado a la inteligencia del electorado medio de CA, no dejarse atrapar por el cúmulo de calumnias y trampas maliciosas, con que desde un principio intentaron descalificar a Manini. Y por sobre todo desdibujar la profundidad de un discurso componedor que apuntaba a la tradición justiciera del mensaje Artiguista. Encomiable y oportuno esfuerzo, en circunstancias de una inestabilidad regional muy propicia a la confusión, que con tenacidad pretende impedir enraizar la causa nacional en la más genuina tradición Federal.
A otro nivel y en un plano de rigor intelectual –aunque no coincidamos en las conclusiones- no nos importaría involucrarnos. En este páramo de ideas que nos toca vivir, lo que menos buscamos son las coincidencias. Lo importante es pensar. Y sobre todo hacerlo en clave nacional.
Hace casi un mes el destacado catedrático de I.P.A. Aníbal Corti desarrollaba en el semanario Brecha, una insólita tesis que titulaba: “Latinoamérica como utopíaconservadora” y señalaba a cuatro de los mayores pensadores de nuestro pais, del siglo XX, como supuestos arquetipos de la aversión al cambio y acérrimos defensores del orden establecido: José Enrique Rodó, Pedro Figari, Carlos Real de Azúa y Alberto Methol Ferré. Y se pretendía hacer de estos cuatro propulsores de un pensamiento biral y dinámico, mentores de una supuesta onda conservadora a cuya sombra surgía el nuevo partido Cabildo Abierto. Sobre ese tema volveremos en otra oportunidad.
Pero con respecto a Cabildo Abierto, en un artículo posterior titulado “Unirse a ellos” publicado en Brecha el 8/11, Aníbal Corti a “propósito del éxito electoral de CA”, recapacita (“reformarse es vivir”), ya con los nuevos datos de la realidad sobre la mesa y formula un agudo y acerado comentario mucho más adecuado a esta nueva realidad política que comienza a vivir Uruguay:
“CA se alimentó de un malestar, sin dudas. Un malestar aparentemente más espiritual, llamándole así, que material. Supo sintonizar con la sensibilidad de esos disconformes, de esos disidentes respecto del estado de cosas establecido. Se trata de una concepción del mundo que a la izquierda actual le cuesta bastante entender…”.
“Quienes participan de esa sensibilidad entienden, por ejemplo, que las cosas hay que ganárselas con trabajo y esfuerzo, no invocando supuestos derechos para conseguirlas ‘de arriba’. Es fácil burlarse de los que piensan así cuando se trata de gente que lo ha tenido todo en la vida y cuyas invocaciones al valor del trabajo son puramente retóricas; pero es importante advertir que muchas veces quienes ven las cosas de este modo son personas que no han nacido en cuna de plata y que, en consecuencia, no han partido en absoluto de una situación de privilegio. Y también hay que decir que muchos de los que los llaman ‘fascistas’ por pensar de esa manera viven en la costa montevideana, y no necesariamente gracias al trabajo ni al esfuerzo propios…”.
“El ejemplo de gente humilde, -sentencia Corti-, que siente que el valor del trabajo y el esfuerzo se ha perdido, que la dignidad del trabajador ya no le importa a nadie, ni siquiera a la izquierda, que, con una concepción puramente abstracta de los derechos, iguala a todo el mundo, independientemente de sus esfuerzos, independientemente de la buena o la mala voluntad que anime sus acciones, es solamente uno de tantos ejemplos posibles. Con facilidad podrían pensarse muchos otros: la pérdida del sentido de autoridad, la pérdida del sentido de trascendencia, la relación puramente instrumental con la naturaleza, etc…”.
“Lo peor que puede hacerse frente a alguien como Manini, en suma, es creerse que se trata de un ‘milico bruto’, cosa que evidentemente no es, -subraya Anibal Corti-, y lo peor que puede hacerse respecto a sus votantes es creerse que son todos ellos, también ‘milicos’ o ‘canarios brutos’, o cosa parecida. El que crea esto es un idiota. Y si es un izquierdista de clase media o clase media alta de la costa montevideana, doblemente idiota…”.
Y en el mismo semanario Brecha, el politólogo Diego Hernández Nilson, a pocos días de las elecciones del 27 de octubre, reflexionando sobre el desastre de la votación del FA dentro de los sectores más populares, afirma: “…la pérdida de votos se concentró en los sectores populares y en las regiones más pobres… Algunas argumentaciones ensayadas para explicar esta sangría, apuntan a errores en la estrategia de campaña y al surgimiento de Cabildo Abierto (CA); otras se refieren, directamente, a la actitud poco razonable de un pueblo desmemoriado. Sin embargo, las razones de la merma en la adhesión pueden pensarse, también, con relación a cuestiones de fondo, ideologías identitarias, relativas a la naturaleza del FA como movimiento político y a su evolución reciente…”.
Y más adelante remata: “Una parte del problema del FA es la subestimación y desatención de lo popular en favor de un cosmopolitismo universalista y modernizador. Para visualizar mejor este problema, propongo matizar nuestra usual comprensión liberal de la política en términos izquierda/derecha y complementarla con la oposición nacional-popular…”.
Y, en ese sincero y dolido mea culpa de los motivos de la pérdida de 185 mil voluntades de la izquierda, el politólogo Hernández Nilson en Brecha, saca una conclusión lapidaria en concordancia con las cifras comparativas que manejamos al comienzo de este artículo: “El FA triunfa en la capital y en los departamentos más ricos, pero pierde votos en los más pobres, … quien nos comió el hígado no fue la derecha tradicional (los “partidos oligárquicos”), sino Cabildo Abierto, una suerte de Liga Ruralista del siglo XXI, de carácter populista”…