Llegó la hora de emprender el camino que nos ayude a sobreponernos a las adversidades que soporta nuestro país. Algunas, como consecuencia de la pandemia que desde hace un año nos golpea al igual que al resto del mundo. Otras, que obligan a corregir el rumbo equivocado en materia social y económica de administraciones anteriores.
Esta voluntad de superación frente a situaciones adversas es lo que se denomina resiliencia.
No estamos solos ni pretendemos ser originales con nuestra propuesta. Por doquier, en los cinco continentes, escuchamos decididos planteos políticos que apuntan a buscar alivio para ese desafío.
Hace pocos días en Italia se conformó un nuevo gobierno encabezado por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), figura relevante en los espacios económicos y financieros de la Unión Europea.
Es interesante observar como el espíritu travieso se va insertando en la realidad del devenir de la humanidad.
Cuando el presidente de Italia Sergio Mattarella hizo público su nombre, la mayoría de los observadores imaginaron la conformación de un gabinete de tecnócratas que pusiera un paréntesis a las agobiantes disensiones que frustraron a los gobiernos anteriores.
Lejos de eso, se constituyó un gobierno de unidad nacional – donde si bien hay sí, algún técnico- la mayoría de los 23 ministros responden a las principales fuerzas políticas del ámbito parlamentario, que además se oponen a la austeridad fiscal.
¡Qué desazón habrá invadido a muchos de nuestros periodistas políticos, que, con aire de suficientes politólogos, pretenden encorsetar la realidad en ese incoloro esquema de izquierda, centro, derecha, cuando, la Liga del Norte, Forza Italia, el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático, ¡mostraron su disposición a formar parte de un Ejecutivo comandado por el expresidente del BCE!
Por suerte la vida es muy dinámica y siempre nos tiene preparadas grandes sorpresas.
Draghi, del que Ángela Merkel dijo que había “navegado el euro por mares salvajes” es un europeísta convencido, que tuvo un rol preponderante diez años atrás con motivo de la crisis griega. Ambos mostraron en sus comienzos perfiles adustos, con cierta adhesión a lo que se califica de “ortodoxias”, para abordar situaciones complicadas como la crisis griega. Aunque quizá, lograron negociar condiciones menos duras que las que pretendían imponer los halcones del Eurogrupo. Hoy el “Súper Mario”, imperturbable en su nueva función de líder político, emprende su tarea de gobernante de la nación italiana, con una postura en clave pragmática, que para decirlo de alguna manera -evitando casilleros- se puede calificar de neokeynesiana.
“Como los gobiernos inmediatamente después de la guerra, tenemos la responsabilidad de lanzar una nueva reconstrucción”, dijo durante su primera comparecencia ante el Senado.
En su discurso de la ceremonia inaugural con que inicia su gobierno de unidad nacional, dejando a un lado su doctorado en la Universidad de Massachusetts, apunta al camino correcto de cómo superar esta crisis, que la pandemia no hizo más que agudizar, al igual que en Uruguay.
Y como si estuviera hablando de nuestro país continúa: “El aumento del empleo, es un objetivo fundamental: el bienestar, la autodeterminación, la legalidad, la seguridad están íntimamente ligados al aumento del empleo. Desarrollar la capacidad de atraer inversiones privadas nacionales e internacionales es fundamental para generar ingresos, crear puestos de trabajo, invertir el declive demográfico y la despoblación de las zonas del interior”.
“El papel del Estado y el alcance de sus intervenciones deberán evaluarse cuidadosamente. La tarea del estado es utilizar las palancas del gasto en investigación y desarrollo, educación, formación, regulación, incentivos e impuestos…”
La propuesta del Premier italiano para superar la situación de adversidad que atraviesa su país parece hecha a la medida para encarar la nuestra.
A Italia la Unión Europea le ha extendido la suma de 200.000 millones de euros (242.000 millones de dólares). Esto significa un abismo entre los recursos que disponemos unos y otros.
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