Los militares presos
Sr. Director
Los fallos judiciales, descaradamente fundados en el “derecho penal del enemigo”, a cuarenta años de trascurridos los hechos, constituyen la principal arma en la “guerra sico-política” que el neomarxismo libra contra las FF.AA. No descansan, y sorprendidos por lo fácil que les resultó vienen por más. Con más odio, más rencor y más sed de venganza, persiguen, hostigan y afligen a quienes, mandatados por el Estado, combatieron en “aquella maldita guerra”.
A la fecha han ido a prisión: dos presidentes, un ministro, una treintena de oficiales, un sargento, y esta semana le tocó a un soldado. Sí, a un soldado “raso” (el último grado de la escala jerárquica), al decir de quienes no visten uniforme. El soldado Leonardo Vidal, con 72 años de edad y luego de 48 años de sucedidos los hechos, fue procesado con prisión por un delito de “homicidio”. Término artero y perversamente utilizado para referir a la muerte de un “sedicioso”, abatido en el transcurso der una operación militar.
ste disparate jurídico causa indignación y, paralelamente, preocupación por las nefastas consecuencias que (de mantenerse el fallo judicial) traerá aparejadas sobre: la “disciplina” y la “subordinación” militar; cualidades básicas del orden constructivo que le dan al Ejército, la cohesión imprescindible para el cumplimiento orgánico de su misión. Para entender ambos sentimientos que, por una cuestión de justicia y sentido común, no deberían ser privativos de militares o policías, es pertinente situarnos en el contexto en que sucedieron los hechos:
A) Era el año 1972 y el MLN-Tupamaros, con su accionar sedicioso: robos, sabotajes, secuestros, asesinatos, etc., acorralaba a un gobierno legítimamente electo. Es así que al otro día de la luctuosa jornada del 14 de abril, en que un civil, dos policías y un militar fueron asesinados por comandos tupamaros, el gobierno decreta el “Estado de Guerra Interno” por el que se ordenaba a las FF.AA. tomar a su cargo la conducción de las operaciones; se suspendía temporalmente las garantías constitucionales; y se le confería facultades excepcionales a la Justicia militar para juzgar a sediciosos civiles. A partir de ese momento se entabla una fuerte ofensiva contra los insurrectos, siendo derrotados al poco tiempo.
B) En este escenario, el 14 de julio de 1972 una patrulla del ejército, integrada, entre otros, por el soldado Vidal, realizaba un operático cuando en su transcurso se produce el intento de fuga de un detenido. El soldado recibe la orden de “abrir fuego”, y fiel a lo que establece el Reglamento General del Servicio Nº 21 (“…la orden del Superior se cumplirá siempre sin vacilaciones, poniéndose a su servicio toda la inteligencia y voluntad para su buen cumplimiento…”) da cumplimiento a la orden, hiriendo al sedicioso. Este es evacuado inmediatamente al H. Militar, produciéndose allí su deceso.
C) De los hechos narrados se desprende claramente que en aquel período se vivió una guerra. Se trató de una “guerra irregular” (RAE, irregular: que no sique reglas…) en la que se enfrentaron dos fuerzas: las del Estado, con las rebeldes.
Una guerra en la que los rebeldes se sirven de “todas sus capacidades” (militares y otras…) a fin de erosionar al Estado para, una vez neutralizadas las FF.AA., tomar el poder por asalto. Es una guerra prolongada en la que en tiempos de paz o de guerra permanentemente se pone a prueba la resolución del Estado. En una guerra de esas características, se enfrentaron dos fuerzas: las del gobierno (FF.AA. y policiales) y las rebeldes/revolucionaras (MLN-T y otros grupos sediciosos afines)
Es bueno recordar que a partir del momento en que un movimiento político-social decide pasar a la lucha armada (penúltima etapa del proceso revolucionario), los hasta entonces “jóvenes idealistas”, “luchadores sociales”, o “militantes” locales dejan de serlo para transformarse en “fuerzas rebeldes” (entiéndase, enemigas de las fuerzas del gobierno). De ahí la expresión “guerra civil”, o “guerra fratricida”.
A modo de conclusión, cabe la pregunta: declarado el “Estado de Guerra”, ¿pudo un soldado del Ejército, durante el transcurso de una operación militar, legalmente cometer un “homicidio”? Aquí, en Canadá, en Italia o en Marruecos, la respuesta es ¡no! Porque en las guerras convencionales/no convencionales, irregulares, civiles, asimétricas, o como se les quiera llamar, desgraciadamente existen ¡muertes!, ¡no homicidios! Por lo tanto ¡no existen homicidas!, ¡existen combatientes!, que ¡matan y mueren!
Los soldados ni piden ir a una guerra, aunque profesionalmente se preparan para ella. Pero los idealistas que un día deciden “tomar las armas” para hacer la revolución saben que “el fin justificaba los medios…” Y en esas circunstancias, para ellos la vida es un medio…
Esta afrenta jurídica atenta contra la moral de las FF.AA. y sienta precedentes para que mañana “un subalterno cualquiera” se niegue a cumplir una orden, venga esta del mando político o del mando natural.
¡Basta de enfrentamientos! ¡Que sean tiempos de unión para los orientales!
Cnel. Luis Eduardo Maciel Baraibar
“La justicia penal está en una profunda crisis”
Estas breves líneas tienen por objeto destacar el excelente artículo publicado en la edición correspondiente al miércoles 17 de junio de La Mañana, titulado “La justicia penal está en una profunda crisis”. Suscribo lo que en él se dice con una discrepancia (no menor) y un agregado.
La discrepancia consiste en que me parece insuficiente, para corregir el mamarracho en que se ha convertido el proceso penal uruguayo, modificar algunos artículos del actual código que lo rige. Creo que no alcanza y estimo que debería procederse a su derogación, lisa y llana, volviendo a nuestra tradición de jueces de instrucción proveniente de Europa. No se me escapa sin embargo que desde el punto de vista político es harto difícil que ello ocurra, pero lo dejo asentado como una legítima aspiración.
El agregado consiste en que una de las bases de la reforma procesal penal fue que se dejaría de lado el procedimiento inquisitorial y casi medioeval adoptándose un proceso público y con todas las garantías. Pero la realidad indica que ello no ocurre. Al contrario, se ha caído en un descrédito total sobre el funcionamiento de nuestra justicia penal y para comprobarlo basta con leer los comentarios de lectores en cualquier publicación que dé una noticia sobre delitos, delincuentes, operadores judiciales o similares.
Y francamente no sé qué es peor, si lo uno o lo otro. Porque lo primero, al menos teóricamente, se puede enmendar, mientras que lo segundo, en fin…
Atentamente:
Dr. Esc. César Eduardo Fontana
C.I. 1.060.462-0
Velar por la salud: ¿es solo tener a la población atemorizada y en su casa?
No cabe duda que este nuevo fenómeno que irrumpe en todo el mundo a partir del 2019, que se denomina pandemia covid-19, fue enfrentado con mucho tino y notable profesionalismo por nuestro gobierno y en especial por nuestras autoridades sanitarias, sin caer en ninguno de los excesos represivos (con ribetes estalinianos) que se cometen sin ir más lejos en países de nuestra región, como Argentina y Chile.
Como el sentido común, en muchos casos, es el gran ausente de gran parte de las medidas en estos países, que con pretextos de velar por la salud de la ciudadanía se imponen militarmente -como pretendían aplicar en nuestro país distintos sectores del FA, el Dr. Vázquez y el Sindicato Médico a la cabeza-, queremos hacer algunas reposadas reflexiones.
Si no aparece en el corto plazo una vacuna, algún día tendremos que salir mientras que el virus siga deambulando. Y tener un cuerpo sano y fuerte no hace menos propensos a enfermarnos y morir por el covid 19. Así que es prioritario cuidar nuestro cuerpo.
Pero lo que nos dicen es: “No salgas, no veas a nadie y muere de miedo en el encierro”. Y lo que no nos dicen es que si nos mantenernos sanos, física y emocionalmente, podemos ser parte del grupo de los asintomáticos, ni tampoco nos explican cómo tener una salud óptima. Sólo nos dicen cómo frenar la propagación, pero no cómo enfrentar, resistir y superar esta pandemia.
Para fortalecer nuestro sistema inmunológico debemos hacer ejercicio regularmente para eliminar toxinas y ayudarnos a la distribución completa de los nutrientes y defensas de nuestro cuerpo. Descansar bien, beber agua en lo posible purificada y no agua embotellada. No fumar. Cuidarnos del estrés, las emociones negativas nos enferman. No estar continuamente buscando información sobre lo que sucede. Tomar suficiente sol para producir vitamina D. Mantener un peso saludable ya que la mayoría de los contagiados son pacientes con obesidad, diabetes, y problemas cardíacos. Consumir alimentos ricos en vitamina C, porque un cuerpo ácido se enferma fácilmente. Un cuerpo alcalino, rara vez se enferma. La Vitamina C alcaliniza nuestro cuerpo. No usar tanto cloro en la limpieza porque éste produce cáncer, y también irrita e inflama los pulmones.
Tengamos presente que se trata de un virus y el mantenernos en casa evita que los hospitales no se saturen tan rápido. Pero la realidad es que tarde o temprano nos expondremos al covid 19. Por lo tanto, es más probable que se salve un cuerpo inmunológicamente sano, a diferencia de uno que esté vulnerable y enfermizo.
Este mensaje no pretende que dejemos de seguir las normas de salud e higiene que el gobierno nos indica; es para que seamos responsables de nuestra salud y para que nos cuidemos hoy, mañana y siempre.
Mabel Rodríguez
Cuando el humor se mide con varas distintas
El humor no es la misma cosa para todos, lo que causa gracia a uno, puede causar ofensa a otro. Se mueve en una línea muy fina. Es el caso de lo sucedido días atrás con el cuplé del personaje humorístico Edinson Campiglia, quien es encarnado por Rafael Cotelo, en el programa de radio La Mesa de los Galanes, de Del Sol FM.
Con la tonada de una conocida canción de los “Auténticos Decadentes” comienza el cuplé dedicado a los riverenses, que al principio no parece ser pernicioso pero a medida que se van pronunciando las palabras, se torna cada vez más ofensivo y exagerado, llegando a un tono muy grosero. Esto derivó en una demanda penal ante la Fiscalía de Rivera en contra de los comunicadores, que son acusados de apología al delito e incitación al odio. Para unos es demasiado, para otros no.
Como descargo se esgrime el derecho a la libertad de expresión, pero ese derecho no significa que cualquiera, ya sea en tono humorístico o bajo el amparo de un personaje ficticio pueda decir cualquier cosa. Estamos de acuerdo en que el humor se ha burlado de la realidad en todas las épocas. Pero hay situaciones en las que burlarse es una humillación. Así como hemos ido aprendiendo que no es motivo de risa la identidad sexual de las personas o su raza, o su color de piel, esto de Rivera fue algo demasiado subido de tono. No solo se burlaron de su ubicación en el país, de su tono de piel sino que también se burlaron de discapacidades mentales o hechos tan reprobables como el incesto.
Yo me pregunto, ¿la persona que escribió ese cuplé no meditó ni consideró en ningún momento que esas palabras podían agraviar seriamente a un pueblo? En su rol de comunicador y humorista debe tener claro cuando algo es verdaderamente ofensivo, más allá de que al decir de su creador, fue expresado por un personaje “el cual representa todo con lo que él no está de acuerdo y piensa lo opuesto que él”.
A mi parecer, creo que debe llegarse a un punto intermedio entre la demanda penal, que es excesiva, y el pedido de disculpas por parte del comunicador que resultó un tanto sobrecargada de excusas, aprendiendo todos que cuando se va a hacer humor, debemos ser responsables de las palabras y no solamente tirarlas al viento esperando el resultado.
No queremos pensar el recibo – tanto judicial como mediático- que hubiera tenido la demanda riverense, si el objeto de la burla hubiese sido alguno de esos “tabús sagrados”, muchos de ellos respaldados en los últimos años con voluntad parlamentaria.
Seguramente no se la justificaría aduciendo que “el humor constituye una catarsis de superación de inhibiciones…”
Mirtha González