Hay muchas formas de agraviar. La más ominosa es acusar de pusilanimidad a aquellos con los que se discrepa con su pensamiento, ataque solapado, que taimadamente se dirige contra un supuesto adversario que pasó lo mejor de su vida -o el tramo mayor- preparándose para el combate en defensa de la soberanía, lo que lo hace merecedor del título de guerrero.
Es evidente que este mundo globalizado y controlado por tenderos es impermeable a entender lo que abarca este concepto.
A eso apunta el artículo “Reflexiones cautelosas”, de Juan Martín Posadas publicado en el semanario Voces, sobre el proyecto de prisión domiciliaria a los presos mayores de 65 años, que fue presentado tiempo atrás y está a consideración del parlamento.
Platón -quien pasó en limpio el pensamiento de Sócrates- en su tratado de política La República (en griego Politeia), su tema central era la reflexión sobre qué es la justicia y cómo se expresa en el hombre, lo que lo lleva a analizar, la organización correcta de la ciudad-estado al estilo griego.
Según él, la polis debería estar dividida en tres cuerpos ordenados jerárquicamente, solidarios y entrelazados entre sí, pero a condición que cada uno haga lo que le corresponde y no quiera usurpar la función del otro.
Para Platón a la cabeza del Estado están los Tetes que son los sabios, los removedores del intelecto, los que custodian el fuego sagrado de la ciudad. A ellos le siguen los guerreros que son el corazón de la ciudad y se preparan para su defensa, y bien separados de ellos los que administran la economía y sus subordinados que se les permite hacer dinero. Los integrantes de los dos órdenes primeros podrán mantener una jerarquía superior en la medida que no posean bienes. En cuanto a los que manejan la producción y el comercio, se les respetará su actividad lucrativa en la medida que no pretendan salirse de su función, y se le tolerará su riqueza en la medida que no intervengan en la conducción y la defensa de las polis, para así preservarla sana y lejos de la contaminación del dinero y sus apetitos bastardos.
En este este orden así pensado, la riqueza apenas logrará ser el privilegio de las clases inferiores.
Platón siguiendo a pie juntillas el pensamiento de Sócrates, fundamenta en forma contundente que, si no se respetan estos principios, la sociedad mal gobernada decaerá y se irá transformando en una oligarquía (gobierno de unos pocos) que es la antesala de la tiranía, el régimen más injusto de todos.
El columnista de El País de los domingos, que hasta ahora nos tenía acostumbrados a sus sesudos monitoreos sobre ortodoxias partidarias, el pasado jueves se adjudicó una página en el semanario de izquierda independiente que dirige el periodista Alfredo García, donde afirma:
“Una medida como la que acaba de proponerse respecto a la prisión domiciliaria de los mayores de 65 años no se debió proponer a la ligera, como se ha hecho…” reflexiona con indisimulada soberbia.
Posadas, o está demasiado alejado de los círculos del gobierno, o los 86 años prematuramente le vienen apocando la mente. El tema de la edad es muy subjetivo.
No podría ignorar el letrado articulista, todas las idas y venidas que se han hecho con el presidente y demás líderes de la coalición para evitar las injusticias que se cometen (algunas, como en el caso de los ojos azules del Cnel. Juan Carlos Gómez que para reparar el error transcurrieron 3 años).
Juicios que, a 50 años de distancia de los supuestos crímenes, dan cabida a todo tipo de arbitrariedades.
También es preocupante que, en menos de dos años de un nuevo gobierno, que nada tuvo que ver con el desconocimiento de la voluntad soberana de dos plebiscitos, se haya incrementado sustantivamente el número de militares procesados, al punto que se esté avanzando en progresión geométrica.
¿Por qué el dirigente político hace esos alambicados rodeos y tanto derroche de dialéctica escolástica, si el derrotero de su nota era solo un ataque por lo bajo a Cabildo Abierto?
“Para hablar claro y no andarse por las ramas” nos gustaría saber si Posadas acompañó al líder blanco Wilson Ferreira Aldunate en su preocupación pacificadora, que se tradujo, sin medir costos políticos en su interna, en la redacción de la Ley de Caducidad. En ningún momento de su largo relato ni siquiera lo insinúa.
En otro pasaje afirma que “los militares cargan con una sospecha genérica y los que están presos serán los pocos de los cuales se han conseguido pruebas…” para concluir: “Que cumplan el castigo”.
¡Que contraste con el exvicepresidente Gonzalo Aguirre Ramírez, fallecido hace seis meses!
Afirmaba el Dr. Aguirre con su lucidez de reconocido jurisconsulto: “Los delitos cometidos hace 40 o 50 años no pueden ser penados porque violan el principio de irretroactividad de la ley penal. Los crímenes de lesa humanidad están vigentes en Uruguay solo desde que se aprobó la ley 18.026 que estableció la cooperación con la Corte Penal Internacional, que fue promulgada el 26 de septiembre de 2006”.
Siendo ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, amnistiado como todos los guerrilleros presos con el voto del en aquel entonces senador J.M. Posadas, sostuvo que “los principales” responsables de la dictadura “eran todos civiles”, según manifestó a La República. “Yo quiero meter presos a los responsables. Que no son solo militares. Yo no tengo problema de que (José) Gavazzo marche para adentro, pero faltan los principales, que eran todos civiles”, expresó.
Fernández Huidobro agregó: “Por todo esto nos comimos la pastilla al salir de la dictadura, con una política de derechos humanos inventada por los yanquis para eliminar el contexto. Incluso en la Corte Interamericana de Derechos Humamos el contexto está prohibido. Para ellos lo único que importa es quién usó la picana eléctrica. Pero quién les mandaba hacer eso, no se habla”. Consultado por si hablaba de la dictadura cívico-militar, el ministro expresó: “Sí, está bien. ¿Y los dueños de los bancos? ¿Y los dueños de los diarios? ¿Y el embajador de Estados Unidos? Nadie los denuncia…”. “Si vamos a buscar a los responsables, vamos a empezar bien. Nosotros aparecemos como los locos de la bolsa, cuando antes contextualizábamos todo”, señaló Fernández Huidobro. “Los principales responsables siguen con traje de alpaca”, remató.
Desde nuestras históricas guerras civiles hasta la guerrilla urbana de los sesenta -alimentada por las directivas de OLAS- siempre hubo jefes, combatientes más o menos decididos y perejiles ilusos en abundancia, que son a menudo los que más vociferan. Para ser honestos en este comentario, Eleuterio Fernández Huidobro fue uno de los principales jefes de la acción directa armada del MLN. Jamás renegó de su participación y jamás rehuyó de sus responsabilidades.
Sin ánimo de hacer un inventario de nombres y sus respectivas filiaciones políticas, bástenos citar dos nombres.
En un mundo dominado por los parámetros económicos quién puede olvidar la participación de Alejandro Végh Villegas como principal conductor de la economía del llamado proceso cívico-militar.
Y no podríamos dejar de recordar que el único que cumplió el período presidencial completo de cinco años, en el momento más cruento de la dictadura, fue el notorio cuadro del Partido Nacional, el Dr. Aparicio Méndez. ¿Acaso el índice acusador de este Catón uruguayo, recayó sobre el abultado número de civiles que detentaron los puestos de mayor responsabilidad de la “abominable dictadura”?
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