En una reñida elección, el 24 de noviembre de 2019, por una diferencia de poco más del 1% del electorado, la ciudadanía le dio la victoria a la novel Coalición Republicana, llamada entonces Multicolor debido a la variedad cromática que identificaba a los partidos que la componían.
Si bien formalmente había nacido apenas tres semanas antes de aquel acto eleccionario, sin dudas su origen puede situarse atrás en el tiempo, en la coincidencia en temas esenciales como la valoración de la libertad individual, el respeto a la Constitución de la República, el necesario impulso a la empresa privada y, sobre todo, la sintonía con una sociedad que pedía un cambio después de 15 años de gobiernos frenteamplistas.
El mandato de la ciudadanía aquel 24 de noviembre fue claro: la Coalición la representaba y debía conducir los destinos del país.
Siguiendo ese mandato y sin rehusar responsabilidades formamos parte de la Coalición Republicana para buscar soluciones a grandes problemas que aquejaban (y aquejan) a nuestra Sociedad. Quienes representaron a Cabildo Abierto en los diferentes lugares de la administración fueron reconocidos y valorados por su gestión seria y responsable. En el ministerio de Salud Pública, particularmente cuando se debió enfrentar la pandemia, se destacaron las figuras de Daniel Salinas y Karina Rando. En el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial, bajo la conducción de Irene Moreira y Raúl Lozano, se implementaron cambios significativos largamente reclamados: aprobación de nuevos sistemas constructivos, programas para la clase media, baja de intereses a las cooperativas, más soluciones habitacionales, entre tantos otros. En el Ministerio de Defensa Nacional, en ASSE, en la UTE, en el Inumet, en el Inisa, en la ANP, en Ancap, y en otras reparticiones del Estado, los cabildantes que allí actuaron demostraron su compromiso con los cometidos de cada repartición y con los más frágiles de nuestra sociedad.
Ese aporte leal a la coalición de gobierno no fue obstáculo para que Cabildo Abierto actuara de acuerdo con su visión de la realidad y los problemas del país y a las soluciones que entendía necesarias. Muchas veces esa visión cabildante nos llevó a chocar con los propios socios de la coalición que tenían, y tienen, visiones diferentes sobre diversos temas que afectan a la vida de los uruguayos. En áreas tan variadas como la seguridad pública, la forestación en las mejores tierras del país, las políticas de drogas, la solución a deudores víctimas de la usura, la ley de violencia de género, la eutanasia, la autorización del Senado para concesiones a largo plazo, hemos tenido sustanciales diferencias con los demás partidos de la Coalición Republicana.
Pasaron cinco años y aquellos partidos que integraron la Coalición Republicana hoy están en la oposición. Quedó claro la necesidad de aquella coparticipación en el gobierno a partir de un claro mandato popular, pero ¿tiene sentido hoy hablar de Coalición Republicana en la oposición? El término coalición implica una sociedad de partidos con un fin común. En noviembre de 2019 ese fin común era propiciar los cambios que el país reclamaba y ejecutarlos a partir de marzo de 2020. Pero, en 2025, ¿cuál es ese fin? Entendemos que el papel de la oposición debe ser el de proponer soluciones a los diversos problemas existentes en nuestra sociedad, velando porque el gobierno no se desvíe de sus cometidos constitucionales y haga un buen uso de los recursos públicos. Coaligarse solo para ser más visibles como oposición no tiene sentido. Máxime cuando se trata de partidos que tienen diferentes visiones y propuestas en áreas tan importantes como las que hemos mencionado y es claro que por ello difícilmente habrá una voz que represente a toda la oposición. ¿O acaso es posible que haya coincidencias en la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, o en establecer el trabajo obligatorio de los presos, o en terminar con la naturalización del consumo de drogas, o en ponerle límites a los usureros, o en cambiar la ley 19.580 de tan nefastas consecuencias, o en terminar con la venganza que se consuma en torno al pasado reciente? Si, como todos sabemos, en los partidos de la oposición no hay visiones comunes en estos temas esenciales, ¿de qué coalición opositora podemos hablar?
Para formar una Coalición Republicana en serio, hay que lograr coincidencias en los aspectos más importantes, esenciales, que inciden en la vida de nuestros compatriotas. En caso contrario se tratará de una asociación tan artificial que su fracaso puede darse por descontado.