El pasado sábado 23, visitó nuestro país el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, en gira por la región, cumpliendo con lo convenido con nuestra Cancillería a fines del pasado año, de firmar los documentos que anteceden al inicio de un Tratado de Libre Comercio (TLC). Con el intercambio de las dos carpetas rubricadas –una roja con el escudo de Turquía y la otra azul con nuestro escudo patrio– se formalizó la decisión de ensanchar la relación comercial que desde hace años mantiene nuestro país con Turquía. Mientras se negocia el TLC, esto va a significar un importante paso adelante en el camino trazado por nuestro gobierno.
En la tarde de ese mismo sábado, con motivo de la visita del gobernante turco al local recientemente adquirido para sede de la flamante embajada, a metros de la Catedral en la Plaza Matriz, donde se va a iniciar el nuevo relacionamiento diplomático con nuestro país, se produjo un lamentable incidente.
Una multitud silenciosa esperaba allí la llegada del alto funcionario. No bien se hizo presente el mismo, irrumpieron en fuertes gritos, amenazas e insultos soeces (maricón, canalla, vendepatria, morite, etc, según consigna video del diario El País). El alto jerarca inexplicablemente sacado de casillas, le respondió a los vociferantes con un gesto de su mano derecha que, que al principio nos hizo acordar a aquellas gesticulaciones que de niños nos hacían nuestras madres o abuelas, que reflejaban en la pared imágenes de animales. Pero en este caso se afirma que era la ominosa imagen de un canino, símbolo de una organización de ultra-nacionalistas turcos, llamados “Lobos grises”, que procede de una antigua leyenda de una mujer loba, que se remonta a los orígenes turquísticos de las estepas de Asia Central, previa a la adopción del Islam.
Tradicional solidaridad con los armenios
Frente a esta imprudente reacción nos sentimos obligados a volver a expresar los vínculos de amistad que siempre mantuvo La Mañana –de ahora y de antes– con los armenios y sus descendientes.
Con motivo del 105 aniversario del Genocidio Armenio, desde estas páginas, nuestro colaborador José Varela publicó un encendido artículo que nos solidarizó a todos con las víctimas de tan repudiable historia.
“No hay duda, decíamos hace dos años, que la masacre de un millón y medio de armenios, constituye un imperdonable genocidio”.
“El siglo XX, ese despliegue de maldad insolente, al decir de Discépolo, ha sido pródigo en perpetrar masacres humanas en aras de ideas abstractas o de prejuicios –sociales y raciales– vaya uno a saber al servicio de qué intereses. Pero en el combate a ciertas expresiones del Cristianismo tradicional sobre todo el más arraigado en los pueblos, es evidente que ha manifestado una saña muy especial…”.
“Muchas veces nos queda la duda si los armenios fueron asesinados en masa por pertenecer a determinada etnia o por profesar una profunda Fe Cristiana…”.
“Pensemos que simultáneamente usando como punto de partida la perversidad que significó la Gran Guerra, en paralelo se practicó el genocidio de –sus aliados– los cristianos ortodoxos rusos, cegando la vida de varios millones de creyentes y de la mayoría de la jerarquía eclesiástica y de sus pastores consagrados/as, hoy muchos de ellos canonizados como mártires”.
“No podemos dejar de señalar que el Imperio otomano (hoy Turquía) fue controlado desde 1908 a 1921 por una organización, denominada Movimiento de los Jóvenes Turcos, que tenía sus orígenes en sociedades secretas que operaban desde París, captando a estudiantes universitarios y a jóvenes militares. A partir de 1913, debido al fracaso turco en la primera guerra balcánica, tomaron la totalidad del poder e instalaron al Visir Talat Bajá…”.
“Esta organización, imbuida de un nacionalismo obsesivamente ateo, primero la emprendieron contra los cristianos (en primer lugar, los armenios aliados de Rusia, pero también contra sirios, caldeos, árabes, etc) para luego seguir contra los propios islámicos”.
“No es casualidad que hayan sido árabes musulmanes los que acudieron en socorro de las mujeres armenias crucificadas…”.
Con este enfoque un tanto original, que el mundo trata de ocultar, rendimos nuestro homenaje a este luctuoso episodio del comienzo del siglo XX.
Importancia del TLC con Turquía: “La parte comercial va por otro lado”
Hoy queremos hacernos eco de las expresiones del diputado por el Partido Nacional, Pedro Jisdonian, descendiente de armenios, cuando afirma: “Una cosa son las relaciones comerciales que puede impulsar Uruguay con Turquía y otra es la amistad de los pueblos… La parte comercial va por otro lado”.
Finalizando el pasado año el ministro Bustillo confirmó que las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Turquía comenzarían en marzo de 2022 aseverando que dentro del Mercosur “no hubo sorpresas, lo tomaron como un dato de la realidad”.
El Estado de la República de Turquía está inserto en la Isla Eurásica. Lo que quedó de los vastos dominios que ocupaba hasta finalizada la Primera Guerra Mundial se redujo a 783.562 Km2 después de haber sido, a partir el siglo XV, un inmenso Estado que de alguna manera recreaba el Imperio Romano de Oriente, confrontándose con la Europa occidental.
Hoy, a pesar de conservar un territorio reducido, comparado con el de su geografía histórica, sigue siendo un país transcontinental, con la mayor parte de su territorio situado en Asia Occidental y uno menor (al oeste del mar de Mármara) en Europa Oriental, que se extiende por toda la península de Anatolia y Tracia Oriental en la zona de los Balcanes.
Debido a su posición estratégica, ubicándose entre Europa y Asia, así como entre tres mares, Turquía sigue siendo una encrucijada histórica entre las culturas y civilizaciones orientales y occidentales. Su territorio ha sido el hogar de varias grandes civilizaciones —hititas, lidios, urartus, cimerios, asirios, persas, griegos, romanos, selyúcidas, otomanos— y el lugar en el que se libraron muchas de sus batallas a lo largo de la historia. El país influye en la zona comprendida entre la Unión Europea en el oeste y Asia Central en el este, Rusia en el norte y Oriente Próximo en el sur, por lo que ha adquirido cada vez más importancia estratégica.
Para un país con el potencial productivo de alimentos como el nuestro, es de vital importancia tener claro que Turquía carece de suficientes tierras productivas que le permitan alimentar a una población que ronda los 80 millones de habitantes, con un alto índice de natalidad. Además, se trata de la décima economía del mundo.
¿Qué se esconde detrás de tanta crítica?
Nos resistimos a pensar que las insistentes críticas contra la Cancillería de abrir nuevos mercados fuera del Mercosur, consensuada en el seno de la coalición de gobierno, obedezca a una aviesa estrategia, orquestada para boicotear la política exterior, único camino de proporcionarle al Estado recursos genuinos para superar el déficit fiscal y el sobreendeudamiento generado en el período anterior. Llama la atención que los voceros de estos ataques, que se desataron hace dos meses a manera de golpes bajos y de minúsculos enfoques, partan de medios que inequívocamente representan los grandes intereses económicos y financieros de nuestro país.
El senador Manini, con motivo de esta inesperada embestida contra Francisco Bustillo, afirmó: “Hay una movida para sacarlo de su cargo de canciller de la República; cualquier cosa que hace o deja de hacer el ministro, le arman un escándalo”. A su vez, Viky Soarez de Lima manifestó en Twitter que “es increíble la ofensiva que se desató contra el canciller Bustillo”, y sostuvo que “todos los días El Observador o Búsqueda, o algún otro medio le pegan por cualquier tema”.
Preocupa profundamente cuando se pretende mezclar ideologías con concepciones ideológicas. Hace poco el diputado Ope Pasquet cuestionaba el posible TLC con China por el apoyo que está nación le venía brindando a Rusia en su guerra con Ucrania. Y el pasado lunes insistiendo en la misma línea, el diputado Conrado Rodriguez pretendía usar este lamentable incidente para cuestionar el acuerdo con Turquía.
Afirmaba con cierto énfasis de cinismo, el primer ministro de Gran Bretaña, Lord Palmerton, defraudando a toda una clase de pulidas personas que durante varias generaciones creyeron el cuento de Hada Protectora del Imperio británico, que “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene solo intereses permanentes”.
Nuestro país siempre dispuso entre sus dirigentes de figuras que no mezclaron sus ideas con los intereses nacionales. Bástenos recordar a Julio María Sanguinetti, lejos de cualquiera de las ideologías de izquierda, viajando a China en 1988 y estableciendo relaciones diplomáticas cuando este país estaba lejos de estar ubicado en el umbral de primera potencia del mundo como lo está hoy. Y hablando de este mismo estadista, recordemos además cuando visitó Rusia soviética (URSS) al filo del derrumbe de la utopía colectivista. Otro de sus gestos de desinhibido pragmatismo político fue cuando actuó de anfitrión en la segunda visita de Fidel Castro al Uruguay en 1995, cuando comenzaba a ejercer su segundo mandato presidencial.
Ahí Sanguinetti no tuvo empacho en afirmar “que la reciente visita a Uruguay del presidente cubano Fidel Castro generó respeto internacional a esta nación sudamericana”.
Uruguay contó también con diplomáticos, de todas las convicciones políticas, que se destacaron en el mundo con grandes gestos, bástenos recordar al embajador Carlos María Velázquez, que le tocó integrar el Consejo de Seguridad de la ONU en 1965 en el momento de la invasión de Estados Unidos a República Dominicana. Su actitud de ecuanimidad y apego a los grandes principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención, más allá de elevar la imagen de nuestra nación en el principal foro internacional, mostraron a este diplomático con la ecuanimidad de una conciencia formada en la mejor escuela del nacionalismo herrerista.
El Dr. Luis Alberto de Herrera dedicó su vida a la más acendrada defensa de los intereses nacionales, supo marcar Rumbos y formar discípulos. “Luchar porque nuestra patria no quede envuelta en el juego de los intereses extraños a sus esencias nativas y a sus propios destinos”. Decía aferrándose al prístino nacionalismo que desbordaba a ese mismo Partido Nacional, que con mucha entereza condujo como indiscutido caudillo al triunfo electoral de 1958, después de 93 años de ostracismo en el gobierno. Y reafirmaba con tozuda convicción: “No pretendemos vivir aislados del resto de la comunidad humana, no queremos ser ajenos a sus tribulaciones y dolores, pero debemos empezar por cuidar la parte que se nos ha confiado: la patria que tenemos”.
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