La educación uruguaya viene presentando muy malos resultados desde hace ya varios años, esta es una realidad que se puede constatar fácilmente leyendo los informes que el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd) presenta de manera bianual. Solo cuatro de cada diez estudiantes egresan de la educación media superior, completando el nivel de educación obligatoria. Estas cifras deberían alarmarnos a todos, ¿realmente necesitamos algún dato más para abrazar con fuerza la idea del cambio educativo?
Al investigar acerca de las causas, estas son múltiples y variadas, por este motivo las actuales autoridades de la educación plantean realizar una “transformación educativa”, dado que cada uno de los aspectos que se cambie en esta área generará la necesidad de otras múltiples modificaciones que lo acompañen.
Si bien las aristas al hablar de educación son muchas, en este artículo me centraré en los docentes, verdaderos protagonistas del quehacer educativo. Al respecto, comparto una cita del Informe McKinsey del año 2007 la cual considero esclarece mucho por dónde trazar el camino: “La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes” (Barber y Mourshed, 2007, p. 15). El informe antes mencionado analiza varios de los mejores sistemas educativos del mundo para llegar a algunas conclusiones acerca de sus características. Parece algo lógico el hecho de que la calidad de la educación se relacione directamente con la calidad de quiénes la imparten. En este punto me pregunto: ¿Qué techo tiene la educación uruguaya? ¿Qué calidad tienen sus docentes?
En educación media más de la cuarta parte de los docentes tiene estudios incompletos de alguna de las carreras de formación en educación según los datos relevados por el INEEd en 2015. Muchos tienen formación universitaria, pero no estudian cómo educar dado que no reciben formación en áreas que son cruciales para desempeñarse como docente tales como didáctica, pedagogía y psicología.
En nuestro país no se seleccionan a los candidatos para formarse como docentes, además se cuestiona la efectividad de la formación inicial del profesorado. Se plantean deficiencias en la formación para la atención de alumnos con dificultades en el aprendizaje, así como en las tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas a la didáctica de cada materia y en innovación educativa: “Uruguay no ha emprendido reformas de las carreras docentes en las últimas décadas.” (INEEd, 2017, p. 157).
El énfasis en la formación docente sigue estando en “el dominio de los contenidos clásicos del programa o de la disciplina a enseñar y su didáctica (…) inercia de la tradición asignaturista” (INEEd, 2017, p.153). La situación es aún más compleja de lo que parece dado que los docentes con mayor grado, y por lo tanto nivel de experiencia, suelen trabajar en las zonas socioeconómicas más favorecidas, quedando los profesores que recién comienzan realizando su labor en las zonas más pobres. Surge por este y otros motivos la inequidad y esta realidad que nos duele tanto porque según dónde nazca un uruguayo hoy, tendrá mayores posibilidades de terminar su educación o no y, por lo tanto, las repercusiones directas el resto de su vida.
Cuando los estudiantes pasan por una serie de profesores excelentes o de bajo desempeño a lo largo de varios años, los efectos se potencian, y pueden dar lugar a brechas insalvables en los niveles de aprendizaje. Ningún otro atributo de las escuelas genera un impacto semejante en los logros educativos. (Burns y Luque, 2014, p. 6)
Al cerrarse la puerta del aula, la responsabilidad de que los alumnos aprendan es del profesor y este tiene el poder de hacer lo que crea conveniente para lograr sus objetivos. No se puede llevar a cabo ninguna innovación en materia educativa sin el apoyo de los docentes, es crucial tener en cuenta sus aportes y a su vez apoyarlos en todas las áreas que lo requieran. Si bien son el insumo escolar más importante, lamentablemente sus opiniones no siempre son consideradas por los tomadores de decisiones.
La valoración y el prestigio de los docentes ha disminuido en los últimos años en nuestro país, así como en todo el continente americano. El malestar docente es otro de los desafíos que presenta la educación uruguaya, este fue tratado en el informe del INEEd del año 2014, la pluralidad de roles que deben desempeñar, la formación deficiente, problemas en la gestión de los centros, los bajos salarios, la falta de reconocimiento social; hacen que el nivel de estrés y malestar aumente en los profesores. Existe una gran cantidad de trabajo fuera del aula que queda invisibilizado como las planificaciones y las correcciones. En definitiva, sienten que se les culpabiliza por los problemas de la educación y demandan más apoyo para colmar las expectativas. Recientemente, durante la pandemia se elevó el prestigio docente dado que la sociedad identificó el rol fundamental que estos cumplen cuando las familias tuvieron que implicarse forzosamente de manera directa en la educación de sus hijos.
¿De qué forma elevar la calidad de los docentes?
Si ponemos el foco en sistemas educativos exitosos como los de Finlandia, Japón o Suiza, el aspecto que prima es la coherencia entre la política de selección, capacitación y desarrollo de los docentes. Los docentes en estos países son altamente respetados y valorados. No pienso que haya que copiar, pero sí adaptar teniendo como norte los mejores ejemplos.
Para finalizar, si queremos mejorar nuestro sistema educativo e impartir una educación de calidad que realmente prepare a nuestros hijos para las demandas del siglo XXI, deberemos modificar la formación docente, así como el perfeccionamiento y la profesionalización de la carrera. Ellos son los agentes del cambio “Los docentes son las parteras de la sociedad del conocimiento. Sin los docentes, su confianza y competencia, el futuro nacerá muerto y con malformaciones” (Hargreaves, 2003, p. 181). Una formación inicial con oportunidades certeras de perfeccionamiento y profesionalización; el verdadero desarrollo profesional docente (Vaillant, 2016). Definitivamente, para que acontezca el cambio con éxito, deberán cambiarse los demás aspectos: currículos, metodologías, evaluaciones, etc.
Referencias bibliográficas Barber, M. y Mourshed, M. (2008). Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos. Santiago, Chile: PREAL, McKinsey. INEEd (2017), Informe sobre el estado de la educación en Uruguay 2015-2016, INEEd, Montevideo.
Burns, B. y Luque, J. (2014). Docentes excelentes: Cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe, resumen. Washington, DC, Banco Mundial Hargreaves, A. (2003). Enseñar en la sociedad del conocimiento (La educación en la era de la inventiva). Barcelona. Octaedro.
(*) Escritora, Máster en Educación, Especialización en Gestión Educativa, profesora de Literatura e Inglés, especializada en Literaturas Iberoamericanas del siglo XX.
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