En noviembre de 2001 nacía en la sala 17 del anexo del Palacio Legislativo la Concertación para el Crecimiento, un movimiento heterogéneo que se definió como “apolítico”, que reunió a empresarios, trabajadores y productores de distinta extracción social y política, proclamó “no va más” y reclamó al gobierno un “gesto de humildad” y el reconocimiento de que este “modelo económico ha fracasado rotundamente”.
La proclama leída en el Obelisco el 16 de abril de 2002 expresó que en la administración de aquel entonces con sus “esquemas neoclásicos” ya “no había cabida para las soluciones de carácter productivo y solidario” y aseguró que de perpetuarse este “drama escandaloso” se estaba hipotecando el futuro del país.
Esta situación implicó que el Uruguay estaba “paralizado” y que estábamos “ante la crisis terminal de una concepción de país…”.
Se advirtió que era necesario, así como decía la proclama, “abrir las tranqueras a un verdadero diálogo entre todos los sectores involucrados en el diseño de una estrategia de desarrollo para el país, por lo que queremos evitar… y por lo que queremos construir”.
Más adelante, se expresó que “la economía burbuja, la del permanente endeudamiento con los organismos financieros internacionales, la de las importaciones indiscriminadas, la de las desproporcionadas ganancias del sistema financiero, sin un anclaje en la vida productiva real, está agotada”.
También se reafirmó que el Uruguay “será productivo o no será” y sentenció que no se pueden producir bienes y servicios “sin políticas productivas activas, sin un proceso de democratización de las relaciones laborales que promueva organizaciones productivas dinámicas y complementadas, que posibiliten la movilización del conocimiento de nuestra gente, lo cual implica sin dudas promover las libertades sindicales y la negociación colectiva informada e inteligente”.
Como propuesta, el movimiento planteó “la creación de un ámbito para el diseño de políticas públicas relativas al trabajo y la producción nacional, pensado para definir esa estrategia de desarrollo productivo y solidario que tanta falta le hace al país”.
Y estableció, a su entender, cinco ejes, en torno de los cuales giraría el planteo para “empezar a cambiar”: reactivación del mercado interno, defensa de la producción nacional, reactivación del sector exportador, reformulación del papel del Estado y reformulación del Mercosur.
La necesaria participación de los partidos políticos
El politólogo Óscar Bottinelli, en ocasión del 19° aniversario del multitudinario acto de 2002 en el Obelisco, manifestó que “la Concertación para el Crecimiento surge de la convocatoria en coincidencia de organizaciones relevantes del agro como la Federación Rural, la Comisión Nacional de Fomento Rural, los cultivadores de arroz, los productores lecheros, los granjeros. Y en el mismo plano, la convergencia de organizaciones de empresas nacionales, en gran medida pequeñas y medianas, de panaderos, ferreteros, quiosqueros, autoservicios y supermercados uruguayos, farmacias, transporte, construcción, venta de carne, profesionales de los seguros. Y esas diversas convocatorias que convergen juegan una gran movilización que cuenta con el apoyo y la participación del Pit-Cnt, es decir, de los trabajadores uruguayos, de los asalariados sindicalmente organizados”.
“Los llamados de hoy cuentan con mensajes similares de muchas organizaciones de los mismos sectores sociales y productivos, aunque no de todos los de aquella época, y además incorpora a unos cuanto sectores o agentes nuevos. Pero la diferencia más relevante en la actualidad es la visión de la necesaria participación de los partidos políticos, que asemeja los llamados de hoy a la experiencia de la Concertación Nacional Programática de 1984-85”, indicó Bottinelli.
El atraso cambiario y sus consecuencias
Resulta difícil imaginar una crisis económica en nuestro país, al menos a partir de la década del sesenta, que no esté asociada a un proceso de atraso cambiario. Sin embargo, los uruguayos demostramos caer una y otra vez en la misma trampa. Por tal motivo, la caída en el valor del dólar en lo que va del año debería servir de señal de alerta, y así lo decía Juan Carlos Protasi, expresidente del BCU, en entrevista con La Mañana: “El atraso cambiario, una lección que nos cuesta aprender” (La Mañana, 3/3/2022).
Las turbulencias económicas nunca pudieron abatirnos
Demasiada literatura se ha hecho de la caída de nuestro país hace veinte años, se llegó a decir incluso que ésta fue la crisis económica y social más importante en la historia de nuestro país, y muy poco se ha hablado de la dinámica de la superación de situaciones difíciles como se hizo en este encuentro.
Editorial de Hugo Manini Ríos, titulado “Las turbulencias económicas nunca pudieron abatirnos”, publicado en La Mañana, en relación con las reflexiones sobre las enseñanzas de la crisis de 2002 y la conformación de la Concertación para el Crecimiento (La Mañana, 18/8/2022).
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