Contra el país todo vale, ese parece ser el espíritu del frenteamplismo.
Hace algún tiempo, desde esta columna escribimos sobre la existencia de una grieta en el país, que muchos se han obstinado en negar.
Desde hace pocas semanas, viendo la actitud negativa de la oposición ante problemas de claro interés general, que requieren un amplio consenso como lo es la reforma de la seguridad social, sostuvimos la imposibilidad de una real política de Estado.
Hoy, podemos decir que el Frente Amplio concibe la política como un conflicto eterno.
Porque ya no basta con la falsedad del relato, creado como verdad histórica para ser incluido en los libros de enseñanza. Tampoco alcanza con los millonarios resarcimientos generosamente adjudicados a bolches y tupas, por varias generaciones, ni con simbólicas reparaciones y monumentos a la “gesta liberadora” que se levantó a sangre y fuego contra la democracia.
Ahora, que han perdido el poder y han sido postergados por la voluntad popular, sin resignarse a la pérdida del mando, del que abusaron con corruptelas de dimensiones nunca vistas en nuestra historia se obstinan y se atrincheran en una cerril oposición que no admite treguas.
Así vemos, que los medios de izquierda se solazan si ven deteriorarse la imagen del país en los foros internacionales “proges” aún a base de mentiras por presuntas limitaciones a la libertad de prensa, que nadie ha percibido. Preguntamos ¿quién bloqueó a la URSS para que explotara mil pedazos? Nadie sino su sistema de aplicar una inoperante economía colectivista.
En lo interno, sólo se observan duras críticas a todos los actos del gobierno y los prolijos aprestos para una confrontación cada vez más intensa. Así vemos a un Pereira que como Presidente del Frente Amplio, da por fracasado el proyecto político de la Coalición Republicana, asumiendo un estilo de Casandra vernácula y sin disimulo fogonear los conflictos sindicales, al punto que hoy hay paros en el gas, la enseñanza, Ancap, la salud, el puerto y la banca.
Nada puede esperarse para remediar los desastres que dejaron en el país y causa estupor que critiquen la política del precio de los combustibles a diario cuando en su gestión hubo que capitalizar Ancap en 800 millones de dólares.
El descalabro sideral de la Fiscalía General, parece no tener arreglo ante la oposición a otorgar la mayoría constitucional para designar al nuevo Fiscal de Corte, hoy vacante. El descrédito en que hoy se encuentra el Ministerio Público se debe al engendro que aprobaron como Código del Proceso Penal y a un elenco mal seleccionado de Magistrados que han sorprendido con medidas tan dispares como aplicar tres años de prisión por el hurto de una gorra y la simple medida sustitutiva del alejamiento de la víctima al abusador sexual de una menor. También tenemos que nunca sancionaron al Fiscal Pérez, que “perdió el pendrive” para no acusar a los jerarcas de la Intendencia en el caso Bengoa.
Causa perplejidad la capacidad de olvido de los desastres de sus gobiernos, causa agobio el retintín de las acusaciones infundadas y causa sorpresa la falta total de autocrítica.
Los frenteamplistas hablan como si pudieran pontificar desde el púlpito a un pueblo desprevenido y creyente, las bondades de su ejecutoria gubernamental, como si no hubieran existido corruptelas en casi todos los organismos públicos.
A pesar de todo este mínimo e incompleto recuento de hechos de reciente historia, y los daños que el Frente Amplio ha inflingido al país durante sus administraciones, también ahora, desde la oposición se sigue castigando a la República.
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