Cuánto interés por revivir el pasado exhiben algunos adláteres de oscuros intereses. Pareciera que quisieran “marear la gata” con elucubraciones ideológicas específicas de un torremarfilismo propio de las utopías de la década del sesenta. En realidad, el verdadero problema de nuestro país pasa por otro lado.
La triste realidad es que no vamos a resolver las calamidades del Uruguay de hoy, si insistimos en continuar actualizando el pasado y las acciones que de uno y otro lado se cometieron. Esto solo contribuye a profundizar la división que artificialmente se ha logrado introducir entre los uruguayos.
Esta es la destructiva dialéctica que ha enfermado la sociedad occidental en los últimos años y que busca enfrentar esposos contra esposas, hijos contra padres, regiones en puja secesionista contra sus estados nacionales, pobres y ricos. La lista es muy larga ya que todo sirve para dividir una sociedad en el recetario gramsciano. Es por ello que se buscan fabricar tendencias políticas de izquierda y de derecha, no sea cosa que surja una corriente política que pretenda resolver los verdaderos problemas. Y que se arribe a una síntesis sanadora.
El principal problema se podría reducir a uno solo: la ausencia de fuentes de trabajo genuino. Es el trabajo el que da dignidad al hombre, y con éste es que obtiene la verdadera libertad. Es esa libertad de conciencia y acción que se desarrolla cuando hacemos algo útil por la comunidad.
“Mens et manus” –mente y manos- es el lema de una conocida universidad tecnológica de los Estados Unidos, que contrasta con lemas clásicos del iluminismo como “veritas” o “lux veritas”. Con esto esas grandes universidades dieron por tierra el elitismo que venía de un iluminismo europeo más preocupado por preservar sus antiguos privilegios que por descubrir la verdad y la razón.
La clave para la construcción de los países americanos radicó en la capacidad de educar a la población en los aspectos prácticos necesarios que les permitieran trabajar y contribuir al crecimiento de sus jóvenes naciones. Quizás, entre tanta producción intelectual desechable, convenga parar un poco la guadaña y empezar a pensar cómo generar trabajo auténtico nuevamente.
Sin trabajo no hay libertad, algo que la ciudadanía está comprendiendo rápidamente a raíz del negociado con UPM2. La falta de creatividad del gobierno sobre cómo se genera empleo genuino fue uno de los factores que los llevó a aceptar las condiciones impuestas por la multinacional finlandesa. Optaron por el camino fácil, el de la cigarra, y pensaron que UPM les iba a resolver todo, incluso la elección. Pero la ciudadanía les demostró que el único camino es el de la hormiga, y solo trabajando saldremos de este pozo en el que hemos caído.
Pero reactivar el trabajo requiere mantener a las empresas vivas, las mismas empresas a las cuales se les ha negado la mínima asistencia, mientras se le tendía alfombra roja a estos nuevos “rubios del norte”. Y esto requiere recursos que habrá que sacar de algún lado. Resultaría paradójico que con todos los sacrificios fiscales que ha hecho nuestro país en su afán de complacer al gigante de la celulosa, sean las empresas nacionales las que deban financiar el desbarajuste con aumentos de impuestos y tarifas.
Más incómodo aún resulta para esos poderes hablar de los dislates y derroches de los últimos años. El Frente Amplio sin dudas quedará enmarcado en la foto de Pluna, los negociados con Venezuela, la regasificadora, la deuda externa, el millonario software del BROU, la meteórica expansión del tráfico de cocaína, el reciclaje de fondos del Lava Jato y muchos otros casos de corrupción y grotesca negligencia. Pero en estos negocios hay muchos públicos y privados que se beneficiaron y que ahora temen verse expuestos.
Con Cabildo Abierto apareció una fuerza política nueva que no existía hasta hace un año. Una fuerza que se fue creando de forma aluvional detrás del liderazgo del excomandante Manini Ríos, con ciudadanos hastiados de ver que cada cinco años cambian los gobiernos para que no cambie nada. Es a estos intereses que molesta la presencia de Cabildo Abierto en la coalición de gobierno, ya que es una especie nueva que aparece en un hábitat poluído y que aún no se ha encontrado la forma de cómo controlarlo.
Algunos piensan que lo van a poder domar tirándole pedradas desde sus tejados de vidrio, una estrategia nada aconsejable contra una potencia política cuya fuerza es la claridad de mensaje y su compromiso es la unidad de destino de la Nación de que hablaba el filósofo español Ortega y Gasset.